Juan Pablo Arce Gordillo
Cucurucho, académico y poeta

In memoriam, Rosa Gordillo viuda de Arce.
Y por las madres devotas que se fueron por Covid 19, 2020-2021.

I- PARTE, EL ARRULLO

Extraje de un disco acetato de la Casa Avelar (de 1957) la marcha “Los pasos” (Julián Paniagua), que por muchas razones, luego de las oficiales de algunos cortejos procesionales, es mi favorita. Y lo digitalicé, con toda la intención de dejarle el sonido del scratch, propio de estos registros. ¡Techno manía!

Luego escuché la de la ejecución de la Banda Sinfónica Marcial nuestra (de 1996).

Al hacerlo, lo único que se me vino a la mente fue pensar, que muchas madres de cucuruchos y dolorosas arrullaron a sus hijos con marchas de un viejo tocadiscos; y ahora otras lo hacen desde los dispositivos digitales y aparatos de sonido con óptima calidad.

Lo cierto es que, para efectos de esta nota, lo que a muchos nos sobrecoge, es sentir cómo nuestra madre (en otros casos una abuela o tía), nos mecía siendo muy pequeños y mágicamente nos quedábamos “dormiditos”.

Hoy, quizá tocado por muchos sentimientos encontrados, quise apuntar estas breves líneas, a manera de agradecimiento, porque no sólo la leche que nos dieron, los cereales, las papillas, nos forjaron para tratar de ser personas de bien, ¡sino también esa donosura y arrumaco materno, a la manera de vaivén de las andas, con la imagen de nuestra particular devoción!

[Guatemala, 11 de marzo. Cuaresma de 2012. Cuando se conmemoran los 39 años de consagración del Señor Sepultado de Santo Domingo].

II- PARTE, PREPARANDO ATUENDOS, ENSERES Y COMIDAS DE LA ÉPOCA

Sábado para las manos de la madre, de mi madre [Mientras que la Virgen Dolorosa josefina, transitaba en la estación penitencial de los 7 dolores].

Sábado para las manos de la Madre / sábado para las manos de mi madre / Porque si bien la memoria / me lleva a lo dominical (de Ramos) / hoy que vi en su anda / a la Dolorosa de San José / con las manos extendidas / a la manera del fiat / indefectiblemente el recuerdo / se acendró en las manos / que tomaron las infantiles mías / yendo en pos de Jesús de los Milagros // Y justamente hoy / cuando insistieron otras voces / en que mi ser es poético / no quedó otra que brotarlo / a través de filiales / versos de agradecimiento / para la Madre y mi madre. — Guatemala, 24 de febrero, Cuaresma de 2018.

Tocaba arreglar túnicas, capirotes, cinturones, paletinas y demás aditivos; preparar los alimentos de la época y que todo estuviera a punto, tal y como el protocolo de las abuelas lo demandó siempre. ¡Impecable!

III- MANOS ORANTES

Se quedó en casa, porque ya no le daban las fuerzas para caminar en filas, ver al Señor de sus amores, llevar en hombros a la Dolorosa de su más ferviente devoción o más triste, ni siquiera ir a las calles a su encuentro, porque la osamenta ni con bastón o silla de ruedas daba para más.

Sintonizó la radio, la televisión o a su octogenaria edad, aún con destreza para manejar las redes sociales en el teléfono celular o una pequeña computadora portátil; viendo el paso de la procesión, mientras que sin proponérselo, el hijo, el pariente o la vieja amistad pasó frente a la cámara y con un gesto automático de la mano derecha, saludó, como solía hacerlo personalmente en la época Grande.

Y cuando el Señor o la Virgen Santísima transitaron frente a sus ojos, una discreta lágrima rodó por las mejillas, un “paño de amargura”, ahora desechable por estas contingencias sanitarias, recibió la acuosa plegaria.

Sonaba; “El llanto de la Virgen”, “La Dolorosa”, “Los pasos” o “La Reseña”.

IV- EPÍLOGO

Llegó la hora de la partida, cerrarle los ojos, amortajarla y proceder al velorio y entierro, con aforo limitado, como las normas sanitarias lo prescriben. Guardar toda la calma, para ya después de todo, ¡estallar en llanto!

Soy tu niño (II) No deseo llenar páginas / de elegías u obituarios / a la manera de diarios / sería una contradicción // Porque me prometí / dejarla descansar en paz / evitando letras compulsivas / sólo neuronas gravitadas // Se las entregué / frente al sagrario y un altar / cubierta por un manto / de suave y fragante mortaja // Con olor a rosas se fue / esta Rosa madre / que sujetó mi mano / durante 57 años. // ¡Soy tu niño! [Guatemala, 7 de febrero de 2021. Mi primer fin de semana sin ti. Y al fondo, las campanas del Angelus].

Y luego de la mesura, el desborde lacrimoso, en un tiempo preciso, con la justeza y sincronía, como la de un anda que, con el estricto horario de paso, llega a cada esquina, según lo planificado.

Guatemala, Jueves del Silencio, 18 de febrero de 2021.

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