El modelo de ciudad renacentista construida en los territorios españoles conquistados a ultramar a partir del siglo XVI fue el que predominó en el reino de Guatemala. La ciudad fue la base de la vida administrativa, política y religiosa durante el periodo de cultura hispánica. Surgen las grandes urbes por la necesidad de organizar la sociedad colonial dándole importancia a los edificios religiosos que se levantaron en espacios urbano citadinos escogidos estratégicamente, que tenían la finalidad de reproducir las ideas de los grupos dominantes, marcando una estratificación que irradiaba desde el centro hacia la periferia de la ciudad, en el que se encontraba el edificio religioso principal presidiéndolo, disputando por su jerarquía, los espacios que ocupaban las sedes del poder civil y la autoridad real representados en instituciones desde las que el estado colonial imperial ejercía el poder. Las arterias citadinas se transformaron en espacios sagrados por la existencia de un templo con sus atrios y casas conventuales, situadas de forma deliberada en la periferia, de tal forma que las moles construidas sirvieran para la defensa militar de la ciudad, de ser necesario o como un disuasivo para quienes lo intentaran. De esta forma las calles y plazas tomaron el nombre de los templos que las presidían, teniendo especial importancia las calles dedicadas a misterios cristológicos vinculados con el sufrimiento humano que padeció el justo, llevando la cruz a cuestas hasta al lugar de su ejecución, constituyéndose estos espacios en áreas públicas para ser recorridas a pie, desarrollando ejercicios piadosos penitenciales, conformándose en rutas consagradas dentro de las ciudades, que contribuyeron para que en estos espacios se desarrollaran los grandes rituales y ceremoniales de la Semana Santa, conmemorativos de la pasión y muerte de Cristo en la Cruz. De esta forma subsisten en la ciudad calles con nombres que la piedad popular les ha otorgado, tales como “Calle de la Amargura”, “Calle del Vía Crucis” llamada posteriormente “ de los pasos” y la “Calle del Calvario”. Estas rutas consagradas dirigen a los fieles a los templos que existen en la ciudad y en todos los pueblos al interior de país afincando las sedes de la jurisdicción religiosa con el nombre de “Calvario” que regularmente coincide con la terminación del camino real, o siendo una prolongación de éste, sitios en los que se localiza la salida o entrada de la ciudad, con sus humilladeros para santiguarse, capillas pozas y cruces atriales, construido de forma general en la cúspide de una prominencia que domina la planicie inmediata, simulando el Monte de las Calaveras en el que se produjo la muerte vicaria de Jesucristo en la Cruz la tarde del Viernes Santo, según lo narran las fuentes hagiográficas y los evangelios canónicos sobre los pasajes de la sagrada pasión. La procesiones de “Reseña” que son de carrera corta y las de “Vía Crucis”, de carrera larga, que salen a las calles desde el Lunes Santo, especialmente en el ocaso del Jueves Santo y la madrugada del Viernes Santo se dirigen invariablemente al Calvario de la ciudad, alcanzando su cúspide de clamor y suntuosidad las ceremonias de ese día viernes, que tendrán un epilogo glorioso el día próximo Domingo de Pascua, en el que saldrán del mismo templo del Calvario, las procesiones festivas del domingo de pascua, cumpliendo así la representación del drama de la pasión en la enseñanza didáctica del Evangelio, que concluye en la realidad litúrgica de la resurrección. Con la llegada de las primeras órdenes religiosas en 1525, se desarrolló de forma sistemática la construcción de edificios para albergar a los religiosos y los bienes muebles que eran utilizados para los oficios, incluyendo imágenes sagradas, ajustándose a un patrón común; Disposición a lo largo de la calle, portadas laterales, una nave y dos coros. El modelo de iglesia colonial contaba en su distribución espacial con tres secciones: Atrio, nave transversal para formar la planta de cruz latina o de origen románico en las que se instalaban sendas capillas dedicadas a santos principales y el presbiterio. Los postulados de la contra reforma exigieron en América que los templos religiosos cumplieran con varios requerimientos, siendo estos buena visibilidad y acústica, ubicación estratégica del púlpito debiéndose instalar en la calle del Evangelio y atractivos físicos artísticos en el ambiente. La cúpula en el crucero para la distribución y aprovechamiento de luz cenital y la fachada retablo regularmente de tres calles y por lo menos dos cuerpos que desempeñaban las funciones de escenario en el atrio, completaban la monumentalidad de las edificaciones. Los templos dedicados al santo calvario eran considerados ermitas, construidos generalmente de una nave y techumbre pajiza o de teja a dos aguas, con escalinatas prolongadas por el mismo número de pasos que según la tradición Jesús recorrió llevando la cruz a cuestas desde el pretorio al monte calvario, en las que se colocaban cruces o altares con los números de las estaciones sagradas, con una fachada que muestra cierta libertad en la decoración y el trazo, limitándose a contener en los nichos un crucifijo acompañada de las efigies en estuco de San Juan, María Magdalena y la virgen de dolores, elementos de gusto popular y singular de cada región del país. Mario Monteforte Toledo en sus escritos sobre la vida colonial señala que los españoles pusieron en evidencia un denodado interés en la función desempeñada en los lugares ya sacralizados a través de los ritos de las antiguas religiones preexistentes, localizados en las cumbres de cerros o en cuevas sagradas, imponiendo en esos mismos sitios sus templos. En el caso de la ciudad de Guatemala, tanto en el asiento en el valle del Panchoy -1541/1775-, como en el valle de la ermita, llano de la Virgen -1776 a la fecha-, el templo de la Orden de San Francisco al que se le agregaba en el nombre. el adjetivo de “El Grande”, fue el inicio de la calle llamada “de los pasos” por encontrarse en el interior de ese edificio la primera estación del Vía Crucis, contando con otras 10 capillas dispuestas para el rezo, con imágenes pasionarias propias de cada capilla, hasta llegar en la desembocadura de las calles siguientes en donde en un cerro se localiza el templo del Calvario, quedando las estaciones XII, XIII y XIV referidas respectivamente dentro del templo, siendo la XII la que contiene el conjunto monumental de “El Calvario” integrado por las tres cruces y los crucificados en ellas, la XIII que es la del santo entierro en la que se venera el Santo Cristo Yacente que sale en procesión de santo entierro y la XV estación, de la piedad, presidida por la extraordinaria escultura atribuida al notable escultor Vicente España, siendo la última la XVI que es la de la soledad de Ntra. Sra., que se visita el sábado santo para dar el pésame a la virgen doliente, que se encuentra sola, siendo este ejercicio piadoso de “Vía Crucis” de 16 estaciones, visitados los 4 altares interiores, en un concepto muy guatemalteco con una estación agregada, por el magisterio y la sabiduría del pueblo novo guatemalense. En el abandonado asiento de la ciudad en el que se yergue hoy La Antigua Guatemala, aún se conservan en pie las capillas del Viacrucis que se prolongan hasta la Ermita del Santo Calvario, construida entre 1652 y 1655, bendecida e inaugurada el 19 de marzo de 1657, reconstruida luego de los terremotos de san Miguel en 1717, abriéndose de nuevo al culto en 1720. Destruida parcialmente durante los terremotos de santa Marta en 1773 se traslada la sede al nuevo asiento de la ciudad, en 1779, en cumplimiento con el reglamento de traslación de la ciudad determinado por el rey don Carlos III de la casa de Borbón, en el que se contenían las órdenes de que las parroquias, 4 rectorales a la fecha del terremoto de Santa Marta, siendo estas El Sagrario, San Sebastián, La Candelaria y Los Remedios, asumieran los templos y oratorios menores. Esta última, la de Ntra. Sra. De Los remedios, en cumplimiento de la orden real asimiló los templos menores de Ntra. Sra. Del Rosario de la Santa Cruz del Chipilapa y el Santo Calvario. La nueva sede de la parroquia rectoral de Ntra. Sra. de Los Remedios, y sus templos fusionados, luego de permanecer temporalmente en el cementerio de la orden franciscana, espacio en donde posteriormente se instalaría la plaza de Las Victorias o de La Concordia, en la actualidad parque Enrique Gómez Carrillo, pasa a ocupar su sede definitiva en la cúspide del cerro cuya prominencia limitaba la extensión de la ciudad al sur, en donde se construyó un templo de similares características a la ermita del calvario que se había abandonado en el asiento proscrito por la autoridad constituida, orando con los monumentales cuadros de la pasión, pintados en el taller de del Pintor Tomás de Merlo, robados recientemente, esperando su aparición para colocarlos en su lugar. El edificio parroquia de Los Remedios y los templos fusionados cuyos bienes y registros quedan albergados en un mismo edificio que se construyó en 5 años entre 1784 y 1789, bajo los mismos conceptos coloniales, al final de la calle real, cuya prolongación de la 13 a la 18 calle de la actual zona 1 de la ciudad de Guatemala se llamó de igual forma “Calle de los pasos”, construyéndose las 10 capillas del “Vía Crucis”, las cuales fueron demolidas luego del terremoto de Navidad en diciembre de 1917 que las arruinó, desapareciendo para siempre al ser demolidas, quedando únicamente registros gráficos de las edificaciones y algunas de sus imágenes talladas o pintadas al óleo atribuidas por Fuentes y Guzmán al pintor Antonio de Montufar, albergadas en otros templos para continuar su veneración, siendo la más reconocida la del Señor Crucificado de la capilla de ánimas del hospital de la Misericordia, el Sr. de las Misericordias. El templo parroquial sede de los templos fusionados, resistió los embates de los terremotos de 1917 y 1918, no obstante lo anterior, por disposiciones del supremo gobierno liberal, presidido por el Gral. José María Orellana expropia en 1926 el templo y cerro para ser demolidos para abrir una nueva frontera al sur de la ciudad y prolongar la calle hasta el cantón Tivoli, construyendo la avenida independencia y 15 de septiembre hasta el actual Boulevard Liberación zona 13, regresando a la sede abandonada en la ciudad de La Antigua Guatemala, parte de los bienes muebles y obras de arte, luego de funcionar como sede del museo de Historia y Bellas Artes desde 1936, mientras se construía a la vera, el nuevo templo, que recibe el apoyo del presidente Lázaro Chacón en 1931 para continuar la obra iniciada por Reyna Barrios, la cual se termina en 1932 con apoyo gubernamental del presidente Jorge Ubico Castañeda, presentando un nuevo estilo arquitectónico, siendo bendecido, consagrados sus altares e inaugurado al culto el nuevo templo, el 21 de noviembre de ese año 1932, a instancias de su párroco rector, don Pedro Guittart, el Sr. Arzobispo reinante, Monseñor Luis Durou y Sure, en presencia de padrinos, invitados especiales, el venerable cabildo metropolitano, ingresando a las 10:00 horas el consagrante y sus asistentes, Canónigos Monseñor Mateo D. Perrone y Herlindo García, el protonotario apostólico Monseñor Córdova y Zeceña, el maestro de ceremonias Pbro. Eugenio Novi, seguidos del seminario mayor de La Asunción, luego ingresó el pueblo para asistir a la celebración eucarística cantada a tres voces. La cátedra fue ocupada por el Sr. Canciller del Arzobispado y canónigo maestre escuela don José Luis Montenegro y Flores, quien pronunció el discurso de recepción. Finalizada la ceremonia el Sr. Arzobispo cantó solemnemente las preces del “Te Deúm”, acompañado de gran orquesta y coros. A las 4 de la tarde salió la procesión eucarística del altar del sagrario de catedral metropolitana llevándola sagrada forma consagrada, llegando a las 17:50 horas, organizada la procesión por don Carlos Olivero Nelson y Juan Aycinena. El ostensorio con la hostia consagrada fue llevado bajo palio por el Sr. Arzobispo acompañado de las niñas de la Casa Central y del Asilo Santa María, alumnas del colegio Santa Teresita y señoritas llevando flores haciendo valla al santísimo. El comité de la bendición e inauguración del templo estuvo integrado por los Señores Francisco Cordón Horjales, Héctor Cáceres, Manuel Muñoz, Miguel Rómulo González, Víctor Rodríguez, José Gambau, Gregorio Valdez, Daniel Ramírez, José Tazo Morales. Al repique de campanas el arzobispo impartió la bendición con el santísimo que quedaría para siempre guardado en el sagrario, al repique de campanas y quema de cohetillos.
La ceremonia fue grabada en película silente, en blanco y negro, por los camarógrafos del ministerio de fomento, cuyas escenas se conservan en el acervo de la cinemateca Enrique Torres, como material para la investigación y docencia de la universidad de San Carlos de Guatemala. El final del primer templo construido en el valle, llegaría luego de la traslación de la virgen de los Remedios, patrona titular, saliendo de él, con destino al nuevo edificio, llegando hasta la 13 calle en el atrio de San Francisco El Grande, recorriendo la calle de los pasos hasta la 18 calle llegando al nuevo templo pasadas las 16:00 horas, acompañada por las señoritas de la Casa Central, las hijas de María y fieles llevando velas, quienes al ingreso cantaron La Salve Regina. Expusieron los conferencistas la santa misión iniciando el Pbro. Fray José Dalmau Moreno, respondiendo la retórica, en oposición, el Pbro. Luis G. Piu. Terminada la misión, el Pbro. Don Belisario Trejo, finalizando la ceremonia. El viejo calvario y su cerro fueron demolidos en 1947, dando paso al desarrollo y ampliación de la ciudad, lo que le valió al gobierno revolucionario del Dr. Juan José Arévalo recibir las quejas de los vecinos y feligreses, quedando finalmente en funciones el nuevo templo hasta la presente cuaresma del año 2021, a 89 años de su bendición y consagración, siendo desde sus inicios hasta la actualidad, la sede de las solemnes ceremonias pascuales de mayor participación popular en La Nueva Guatemala de la Asunción, además de depósito para resguardo de invaluables e irrepetibles tesoros artísticos que cumpliendo su función mediática, recibe culto en el templo del Calvario.
La Nueva Guatemala de la Asunción, 19 de marzo 2021, día del Señor San José.
Juan Alberto Sandoval Aldana
Escuela de Historia
Universidad de San Carlos de Guatemala.