Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Danilo Santos

Lo que inició con la expulsión de la CICIG en el gobierno de Jimmy Morales ha sido coronado con la toma de la Corte de Constitucionalidad en el gobierno de Alejandro Giammattei. El Estado está cooptado. Los tres años que faltan de este gobierno y los próximos cinco de la CC, a todas luces, estarán del lado de la opacidad y la negación de derechos, a favor de las élites y en franca ofensiva contra la ciudadanía crítica que se exprese a través de la opinión pública, organizaciones sociales, o cualquier tipo de disidencia que les moleste: el vicepresidente Castillo es el mejor ejemplo. Si ahora son capaces de acallar a quien representa dentro del gobierno a una parte del sector empresarial, qué no harán con cualquier persona que se atreva a ser crítica.

De los cinco cuerpos electores para magistraturas de la CC, cuatro demostraron estar alineados con intereses de fuerzas oscuras y hegemónicas que gestionan la política guatemalteca y hacen lo que les da la gana frente a nuestras narices. (Estén en goce de sus derechos políticos y sociales o no, presos pues…) El resultado se verá cuando el Congreso de la República empiece a legislar de manera restrictiva en cuanto a derechos humanos y la Corte de Constitucionalidad no cumpla su papel como el último garante del respeto de los derechos de la ciudadanía. Por otro lado, cuando haya cola para que salgan libres quienes guardan prisión por sendos casos de corrupción.

A los que no les gusta que se hable de hegemonía porque según ellos es lenguaje de guerra fría, pues hoy más que nunca se demuestra cómo el Bloque Hegemónico ha puesto orden en la casa y hace que la superestructura responda a la estructura. Es fácil darse cuenta cómo el fundamentalismo religioso tiene una alianza sólida con el Congreso de la República, se nota en la distribución de las Comisiones de Trabajo y quienes las lideran; es notable también que el presidente Giammattei está aliando con sectores sumamente conservadores que le han exigido incluso una política pública antiderechos y, por último, el Sistema de Justicia ha sido sacudido y ahora responde en su mayoría, a la impunidad. Está claro pues que las ideas políticas y la doctrina están al servicio de la élite económica que ve en el conservadurismo la salvaguarda de su poder.

Si la anomia social sigue tal cual, poco a poco se irán cerrando espacios y retrocediendo en logros civilizatorios de cara al disfrute de los derechos humanos, especialmente de las poblaciones más vulnerables. Ya lo han declarado abiertamente diputados como Arzú en el Congreso, que van contra todo lo que se ganó con los Acuerdos de Paz; así es como han desmontado la Secretaría de la Paz, la Secretaría Presidencial de la Mujer, la Comisión Presidencial por los Derechos Humanos y la Secretaría de Asuntos Agrarios. Todas, relacionadas con población marginada y desatendida por el Estado. El campesinado, las mujeres, las víctimas del Conflicto Armado Interno, por ejemplo.

Es un buen momento para dejarnos de infantilismos y fundamentalismos y unir fuerzas en una sola lucha, esto no va de pequeñas victorias de un día, de protagonismos egocéntricos y enfermizos, va del país, de lo que vivirán las próximas generaciones a partir de nuestra madurez política hoy.

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