Una enfermera sostiene una dosis de la vacuna contra el coronavirus desarrollada. Foto La Hora/AP

Por KATHY GANNON, ANDREW MELDRUM y LEE KEATH/AP

rifullah Khan acababa de administrar otra vacuna contra la polio cuando empezaron los disparos en las colinas cercanas.

«Sucedió de la nada. Había tantos disparos que se sentía como una explosión», comentó, recordando los detalles del ataque ocurrido hace cinco años en la región tribal de Bajaur, cerca de la frontera de Pakistán con Afganistán.

Una bala le destrozó el muslo y cayó al suelo. Su amigo de la infancia y compañero en la campaña de vacunación, Ruhollah, yacía desangrándose en el piso frente a él.

«No me podía mover», dijo Khan. «Lo vi en el suelo frente a mí mientras respiraba por última vez».

En Pakistán, administrar vacunas puede ser letal. Las milicias y grupos religiosos radicales propagaron afirmaciones de que la vacuna contra la poliomielitis es una estrategia de los países de Occidente para esterilizar a los niños musulmanes o hacer que le den la espalda a la religión. Más de 100 trabajadores de salud, vacunadores y funcionarios de seguridad involucrados en la campaña de vacunación contra la polio han sido asesinados desde 2012.

La violencia es un ejemplo extremo de las dificultades que muchos países pobres y en vías de desarrollo enfrentan en Asia, África, Medio Oriente y América Latina mientras abordan la enorme labor de vacunar a su población contra el COVID-19.

No sólo es el problema de adquirir las vacunas o de estar al final de la fila, detrás de los países ricos, para recibirlas.

La mala infraestructura a menudo significa que las carreteras son peligrosas y la electricidad es esporádica para los refrigeradores vitales para la conservación de las vacunas. Las guerras e insurgencias ponen en peligro a los vacunadores. La corrupción puede desviar fondos, y los planificadores de las campañas de vacunación a veces deben navegar a través de múltiples facciones armadas.

«Las zonas más desafiantes son los sitios de conflicto, donde los brotes de violencia obstaculizan las vacunaciones, y las áreas donde circula información falsa, la cual desalienta la participación de la comunidad», dijo Benjamin Schreiber, subdirector de inmunización global de UNICEF.

Muchas naciones están dependiendo del COVAX, que es un sistema internacional dirigido a garantizar un acceso equitativo a las vacunas, aunque cuenta con fondos insuficientes.

Sin embargo, la situación es distinta para cada país.

México, por ejemplo, tiene previsto empezar con la campaña de vacunación pronto. El ejército se encargará de la distribución y el gobierno ha prometido vacunas gratuitas para los cerca de 130 millones de habitantes de la nación para finales de 2021.

Mientras tanto, en Haití, que es el país más pobre del hemisferio oeste, aún no anuncia sus planes de vacunación. Los expertos de salud temen que información falsa pueda afectar la campaña, como afirmaciones de que los hospitales darán inyecciones letales para aumentar el número de muertos por COVID-19 y recibir más ayuda extranjera.

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