Douglas Abadía

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Politólogo, asesor y consultor político, miembro de Analistas Independientes de Guatemala, Docente Universitario.

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Lic. Douglas Abadía
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El desconfinamiento en Guatemala empezó con altos índices de delincuencia común y organizada en nuestra ciudad capital, ese fenómeno no tiene nada de nuevo, por el contrario, hemos ido  perdiendo sensibilidad y solidaridad al observar o enterarnos del fallecimiento de una persona por motivos de delincuencia desde un ladronzuelo de billeteras; hasta un intelectual  de cuello blanco.

Lo novedoso de este mes y medio que llevamos transcurridos desde la reapertura del país es el hecho de que la población se ha enfrentado tanto a lo individual como en manera colectiva a los amantes de lo ajeno.

Hemos sido testigos del acontecer nacional a través de noticias impresas, digitales, televisivas y radiales de los recientes enfrentamientos entre la población decente, trabajadora y honesta de nuestra Guatemala, personas que con  su esfuerzo contribuyen a forjar a nuestra amada Patria; y los holgazanes que a diario salen a las calles a despojar a través de una pistola o en el nefasto y cobarde delito de las extorsiones, incluso proliferando los secuestros de niñas y niños.

En repetidas ocasiones he planteado  el surgimiento y fortalecimiento de una población aburrida, desgastada, inmersa en la frustración del diario vivir; nuestra población a lo largo de su existencia ha sido dócil, manipulada y sobre todo hemos sido una sociedad que sobre la bota que oprime coloca su cuello en un ejemplo de total subordinación y dominio hacia los poderes tradicionales y emergentes de este país.

Además, cabe mencionar que estamos enfrentando un fenómeno que posee dimensiones infinitas, estamos en la antesala del surgimiento de grupos organizados que pretenden defender su territorio de  cualquier delincuente o grupo  delincuencial motivados en parte por lo agudo del problema delincuencial y sobre todo de la sobre protección de los derechos humanos que resguardan al victimario en detrimento de la víctima.

Al  ser Guatemala poblada excesivamente por religiosos de doble moral, el principio de la  razón de justicia se encuentra profundamente enraizado en las mentalidades de nuestra gente.

Esta idea se sustenta por un lado, por fundamentaciones religiosas, cuya máxima expresión se encuentra en el Antiguo Testamento, como puede ser la Ley de Talión: «Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente»; también cabe destacar desde fundamentaciones religiosas, que las penas deben tener como base la necesidad de expiación. En definitiva, el castigo supremo siempre ha estado presente en la sociedad.

De lo que estoy seguro es que cada día en nuestra Guatemala seguirá privando el baño de sangre entre habitantes de nuestra población, las personas honestas se encuentran hasta el hastío del diario vivir, han decidido organizarse para combatir los flagelos de la agobiante delincuencia ante la ausencia ancestral del Estado.

No soy participe de la generación de odio entre nuestros semejantes,  pero por otro lado pienso en el dolor interminable de las familias guatemaltecas  que han perdido o perderán a un ser amado como consecuencia de los embates de la delincuencia; nada garantiza que el luto pueda abrazarnos tanto a ud estimado lector como a su servidor.

P.D. Feliz Aniversario Número 76 de la Revolución de 1944

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