Flaminio Bonilla

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Flaminio Bonilla Valdizón
flamabonilla@gmail.com

La ausencia de liderazgos en el país, es parte medular del gravísimo problema de nuestra situación como Nación. Las diversas coyunturas sociales y políticas han propiciado el surgimiento de personajes, algunos de valía moral e intelectual; pero otros, la gran mayoría, con escasos niveles culturales y llenos únicamente de ambiciones, codicia, oportunismo, posiciones indecorosas y conductas delictivas o cuasidelictivas.

Debemos estar sumamente claros que hay una diferencia abismal entre lo que es un dirigente y lo que es en verdad un LÍDER nacional. Dirigentes los hay por montones, es un mercado de muchos colores, posiciones y conductas. Hay dirigencia política, popular, empresarial, profesional, las dirigencia de las etnias mayas, religiosa, etc. Dentro de la dirigencia de los diversos sectores hay de todo: están los idealistas, los honestos y probos. Están los atracadores, los pícaros, los arribistas y corruptos timadores de la democracia. Una dirigencia que ha mantenido secuestrada nuestra democracia, creyéndose líderes y conductores nacionales, cuando lo que en realidad son es una partida de bandoleros, que han pisoteado una y mil veces la Constitución y la ley, envileciendo sus conciencias, con su perversidad, inmoralidad y corrupción.

El Líder es como una especie de ave rara, a veces un tanto moralista y a veces un tanto osado. Un sujeto que entienda que en ocasiones el fin justifica los medios, pero sin olvidar el fondo ético de la política y que en el quid de cualquier problema debe prevalecer la buena fe, un hombre con visión y un correcto sentido de la realidad. Hay personas sobresalientes destacadas, algunos que con rasgos de genialidad practican su arte o sus profesiones sin ser líderes. En cambio en el ámbito político, el Líder debe ser un hombre que inspire confianza, un hombre emotivo que demuestre fuerza de carácter, templanza, coraje, inteligencia, discernimiento, tenacidad, capacidad de trabajo, entrega cívica y patriótica a una causa y poseedor de algún grado de encanto. Todo esto es lo que hasta hoy ha faltado en nuestro medio. Los verdaderos Líderes se generan en los grandes acontecimientos, no se improvisan. Se improvisan los dirigentes y los seudoconductores de masas. A los liderazgos los mide el pulso de los hechos. Los Líderes demuestran arrojo y se proyectan en los momentos de verdaderas crisis. Es en situaciones de algidez en donde se perfilan los grandes y verdaderos hombres. Aquellos individuos que están predestinados a revestirse de grandeza.

Los Líderes se vuelven indispensables cuando saben cómo manejar el poder y este no les deslumbra, aunque sí les apasione. En Guatemala, lamentablemente ha sucedido lo contrario, el poder ha cegado a los dirigentes, los ha ensoberbecido, se han sentido poseedores de la verdad absoluta y han defraudado las esperanzas del Pueblo.

Un Líder es un guía un jefe adalid. Alejandro Giammattei es un ante-líder; Giammattei es un abusivo, grosero, insolente, despótico con su intemperancia, sus mentiras y su hedonismo con sus placeres. Los defensores del hedonismo son Demócrito, Arístipo de Cirene, Eudoxo, Epicuro con sus imprudencias con solo esos preceptos éticos son únicamente reglas empíricas prudentemente trazadas casi siempre de falsas y engaños.

«Líderes», es un libro escrito por el exPresidente norteamericano Richard M. Nixon, una obra que me ha ayudado mucho en el entendimiento, comprensión y reflexión sobre los reales y verdaderos liderazgos que se han dado en el Mundo, dejando una huella indeleble y que con sus acciones cambiaron el sesgo de la historia.

Tuvimos Líderes en América como Haya de la Torre, Fidel Castro, Augusto César Sandino, Juan Domingo Perón; y en Guatemala Juan José Arévalo Bermejo, Clemente Marroquín Rojas Fito Mijangos López, Manuel Colom Argueta y Alberto Fuentes Mohr. En este país requiere y urge un LÍDER MORAL, que rescate el VALOR y la DIGNIDAD, que provea a la Nación de cimientos de probidad y decencia, un hombre de acendrado patriotismo y civismo, un ciudadano ecuánime y justo, honrado y totalmente íntegro, un hombre que en momentos de crisis haya demostrado valor, coraje, templanza y talento, una persona que haga renacer una nueva Guatemala con esa justicia social, que todos los hombres democráticos anhelamos para las futuras generaciones. Y en realidad creo, que será muy difícil encontrar en un futuro inmediato el perfil de ese LÍDER.

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