Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“Viviríamos mejor si bajáramos las expectativas sobre el resultado de nuestras decisiones”
Barry Schwartz
La sociedad evoluciona constantemente, y con ella el valor de las personas y los bienes, tan es así que se sobrevaloran los bienes materiales sobre la misma persona, hace algunos años las familias convivían más, pero tenían menos acceso a las comodidades que los dividieran.
Estudios realizados han comprobado que los propios seres humanos se crean auto necesidades que los pudieran hacer más felices, o más importantes dentro de la sociedad, sin embargo, en el camino diario que es la vida, esa importancia es tan subjetiva que nunca se logra alcanzar.
Los padres nos afanamos en dar a los hijos la mejor educación, pero ¿En qué consiste una buena educación? ¿Tiene relación con el lugar donde se estudia, lo que se aprende o, sobre como actuamos en sociedad?
La educación y los valores no siempre van de la mano, tampoco son sinónimos, ser bueno en matemáticas no vuelve a una persona un buen ser humano, tener una profesión universitaria no hace a quien la ostenta una persona con principios, valores o ética, en ocasiones el campesino que no ha tenido acceso a la “educación” es más educado que el profesional universitario, de cualquier universidad y de cualquier país.
Viene a colación lo anterior, por la masificación de la información en las redes sociales, que nos hace apreciar, hasta dónde puede ser una persona violenta, alienada o inhumana.
Han aparecido en las redes sociales tres ejemplos entre muchos de los tres aspectos antes mencionados, veamos: La semana pasada circuló un video, en el que se observa a un joven adolecente o posadolescente, no se le observa bien el rostro, actuando cual marero, con capucha incluida, acosando a un compañero de un prestigioso colegio, incitándolo a pelear, a lo cual el otro compañero con la cara descubierta muy diferente al atacante, trata de pacificar al violento, cosa que no logra, se observa perfectamente como el violento, por darle un nombre, con saña agrede al compañero y lo golpea inmisericordemente, acá observamos dos problemas, el primero la violencia incontrolable, escondiéndose en una capucha, lo que denota dolo y alevosía en el atacante, y segundo la apatía en los compañeros, unos pasan frente a la mono pelea sin voltear a ver, y los pocos que ven no intervienen, aun mirando la saña con la que el agresor (No supuesto) ataca.
¿Cuál es la moraleja? Que la sociedad que se está formando es violenta, lo peor, es indiferente ante el dolor humano, no le afecta en nada lo que sucede a su alrededor, viven como autómatas, solamente para ellos mismos.
El segundo caso trata sobre la alienación en las personas sin importar la edad, hace algunos meses la “moda”, si así puede llamarse a estos descerebrados, era tirarse de un vehículo en marcha, sin importar, no las magulladuras, que eran las menos, los golpes muchas veces sin solución que pudieran auto infringirse, lo importante era conseguir que más descerebrados los vieran, otro adjetivo no merece un ser humano que disfruta la tragicomedia de los demás.
Los inhumanos, son todos aquellos que se auto graban cometiendo actos contra la vida de los demás, a diferencia de los anteriores, estos gozan con el dolor ajeno, sin importar que este dolor lo sufran seres humanos o animales domésticos, acá lo importante es el sufrimiento infringido a seres indefensos, puede ser un niño o un animal, todos son seres vivos.
Con la proliferación de las redes sociales, se ha evidenciado la grandeza, la pobreza y bajeza de que es capaz el ser humano sin importar sexo, edad o condición social.
La conclusión de lo anterior estriba en que la educación, el rango social o económico, y otras variables sociales no tienen relación ni inciden en la personalidad del ser humano, la persona es lo que decide ser, sin que intervenga en ello donde se estudia o si no se estudia, lo que se es, es más profundo, es la esencia del ser.