Por JAKE COYLE
NUEVA YORK
Agencia (AP)
Tom Hanks nunca ha hecho el papel de superhéroe, pero cuando el actor recientemente se puso un sencillo suéter y los pantalones de vestir que lo acompañan, se sintió como uno.
«Me sentí como Batman. Sentí como si estuviera usando la capa y la capucha del Caballero de la Noche», dice Hanks. «Sólo hay una persona que uno puede ser cuando se pone esas cosas, y ese es Fred Rogers».
Desde que se anunció que Hanks daría vida al adorado presentador de la TV infantil en «A Beautiful Day in the Neighborhood» («Un buen día en el vecindario»), parecía destinado a hacerlo. He aquí un actor que ha sido sinónimo de afabilidad y «gentileza» interpretando a uno de los rostros más amigables de la televisión estadounidense.
Pero esto no hubiera ocurrido sin Marielle Heller, la directora de «Can You Ever Forgive Me?» («¿Podrás perdonarme?») y «Diary of a Teenage Girl» («Diario de una chica adolescente»). El guion del filme, de Noah Harpster y Micah Fitzerman-Blue, había dado vueltas por años antes de que Heller lo asumiera, y Hanks ya lo había rechazado más de una vez.
«Yo no te rechacé a ti», dijo Hanks en una entrevista junto a Heller. «Simplemente decliné hacer algo».
Probablemente Mr. Rogers estaría complacido de que la primera película de ficción sobre él esté basada, desde un principio, en una amistad surgida de una manera amable. Hanks conoció a Heller en una fiesta de cumpleaños para su hijo Colin. Acababa de leer un artículo en el New York Times sobre mujeres cineastas y se lo mencionó a Heller al enterarse de que era directora.
«Ella dijo, ‘yo estoy en él'», recordó Hanks. «Y yo dije, ‘bueno, claro que estás». Y le prometió ver su ópera prima, «Diary of a Teenage Girl» (2015), sobre una chica que alcanza la edad adulta en los 70.
En cuestión de días, Hanks llamó para programar una reunión y eso llevó a «A Beautiful Day in the Neighborhood». Basada vagamente en un artículo de Tom Junod para la revista Esquire, el protagonista del filme es un periodista neoyorquino llamado Lloyd Vogel (interpretado por Matthew Rhys) asignado a escribir un perfil sobre Rogers. A Heller y Hanks les gusta ver a Rogers como el antagonista de la historia el agente de cambio en la vida de Lloyd cuya sinceridad y empatía desarman al reportero cínico.
Acercarse a Rogers también desarmó a Hanks y Heller. La producción recibió el visto bueno de Joanne Rogers, la viuda de Fred, y se filmó mayormente en escenarios reales en Pittsburgh. Hanks usó viejas corbatas de Rogers, nadó las mismas piscinas diarias que él, y juntos directora y actor trataron de vivir la bondad que pregonaba este personaje, un ministro presbiteriano licenciado. La película recalca que Rogers no era un santo; tenía que trabajar para ser bueno.
La realizadora trató de desacelerar no sólo el ritmo de las escenas sino toda la maquinaria de un plató. El hijo de Heller, que tenía 2 años cuando comenzaron, a menudo estaba en el set. La directora cambiaba horarios para que todos, incluida ella, pudieran llegar a tiempo la mayoría de las noches a estar con sus familias.
Tanto Heller como Hanks eran discípulos relativamente nuevos de Rogers. De niña, Heller lo desestimaba como demasiado sentimentaloide. Pero ahora como madre empezó a tomar a Mr. Rogers como guía para explicarle a su hijo un mundo que a menudo es cruel. Hanks no crio a sus hijos viendo «Mr. Rogers’ Neighborhood», así que las docenas de horas que pasó viendo el programa para prepararse para el papel fueron reveladoras.
Para Hanks, la gran lección de interpretar a Rogers tiene que ver con escuchar. Como actor y como una celebridad, es parte de su trabajo entretener, ser superficial. Y es extraordinariamente bueno haciéndolo. Pocos en persona hacen honor a su reputación como Hanks, quien comenzó la entrevista encantado con la idea de tomar «una caja de agua». Es decir, la quietud no le viene natural.
Bajar el ritmo no le resultó fácil a Hanks, o a Rhys. Se reunieron para ensayar una larga escena en el apartamento de Rhys en Nueva York. «Le dije, ‘¿Estás tan cansado de esto como yo?'», contó Hanks. «Me dijo, ‘Tom, estoy perplejo por cuánto silencio tenemos que mantener en esta cinta'».
Eso requirió aprender a preguntar en serio, no por hábito, «¿cómo estás?». La dirección de Heller era que dijera algo como «gracias», pero en serio.
Heller no estaba interesada en una imitación. Hanks podía usar una peluca y cejas postizas, pero hasta ahí. Y, claro, el suéter. La primera vez que el actor entró al set como su personaje de pies a cabeza, Heller dice que «el cuarto se quedó sin aliento».