Mariela Castañón

mcastanon@lahora.com.gt

Licenciada en Ciencias de la Comunicación, once años de ejercicio periodístico en la cobertura de niñez, juventud, violencias, género y policiales. Becaria de: Cosecha Roja, Red de Periodistas Judiciales de América Latina, Buenos Aires, Argentina (2017); Diplomado online El Periodista de la Era Digital como Agente y Líder de la Transformación Social, Tecnológico de Monterrey, México (2016); Programa para Periodistas Edward R. Murrow, Embajada de los Estados Unidos en Guatemala (2014). Premio Nacional de Periodismo (2017) por mejor cobertura diaria, Instituto de Previsión Social del Periodista (IPSP). Reconocimiento por la "cobertura humana en temas dramáticos", Asociación de Periodistas de Guatemala (2017). Primer lugar en el concurso Periodístico “Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes”, otorgado por la Asociación Pasmo, Proyecto USAID (2013).

post author

Mariela Castañón
mcastanon@lahora.com.gt

Es vital recordar que las quince adolescentes sobrevivientes del incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción son víctimas y no victimarias. Buscar la forma de sindicarlas es muy ruin de quienes están promoviendo una excusa para tergiversar una historia de dolor que tuvo su origen en el descuido, violencias y abusos.

Hace algunos días trascendió información por medio de la organización Mujeres Transformando el Mundo, de que las niñas sobrevivientes del incendio del 8 de marzo de 2017, donde 41 de sus compañeras murieron, habían sido denunciadas ante el Ministerio Público (MP).

El ente investigador confirmó que la Fiscalía de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal tenía la denuncia donde las adolescentes aparecían como sindicadas, sin embargo, no se informaron mayores detalles del caso, ni la cantidad de adolescentes acusadas.

Es importante saber quién o quiénes interpusieron la denuncia, por qué delitos o con qué objetivo. Hasta ahorita no se han obtenido mayores detalles del caso, que a mi criterio es una alarma.

Vale la pena recordar cómo inició el incendio y por qué. Las niñas fueron encerradas en un salón donde estaban hacinadas, en colchonetas, sin frazadas y donde tuvieron que “amontonar” sus heces fecales, como castigo, debido a que el 7 de marzo alzaron la voz públicamente y denunciaron los abusos y violencias que sufrían.

La investigación del MP determinó que, ante la desesperación de las niñas al estar en esas condiciones, prendieron fuego a una colchoneta. Las llamas se propagaron rápidamente y una mujer policía no abrió la puerta, sino permitió que las adolescentes se quemaran.

Nadie quiso escuchar los gritos de las niñas, por el contrario, a pesar de la desesperación, todos volcaron su atención a otro lado.

Es vergonzoso tratar de culpar a un grupo de sobrevivientes de una tragedia tan grave que es responsabilidad del Estado, porque las niñas estaban bajo su custodia. En lugar de sindicarlas, se les debe proteger.

La vida de esas jovencitas es difícil, no solo por el trauma vivido, sino porque las cicatrices son profundas en su cuerpo y en su alma. Algunas de estas jóvenes deben usar trajes sintéticos, otras han intentado suicidarse o constantemente tienen pesadillas y sufren de ansiedad, según organizaciones sociales que las han atendido.

Hay una crónica bien descrita titulada “Afán de Impunidad”, de John Gibler, la cual está en el libro País de Muertos y refleja cómo se buscan mecanismos para convertir a las víctimas en victimarias.

El texto señala: “A muchos hacedores de la impunidad les encanta el descaro, no solamente buscan evadir la rendición de cuentas por sus crímenes, sino que además pretenden enlodar y culpar a los mismos que sufrieron las agresiones y la violencia”.

Mejor descrito este párrafo no puede estar y aplica a nuestro país, tan golpeado por tanta impunidad e injusticia. Ojalá el MP anteponga el interés superior de la niña. No debe olvidar que el incendio ocurrió cundo ellas eran menores de edad y estaban bajo la custodia del Estado, que no las protegió.

Artículo anteriorEl hijo del Chapo y la política de seguridad de la 4T
Artículo siguienteUn ceo exitoso