El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, observa al viceprimer ministro de China, Liu He, mientras habla con el representante comercial de EE. UU., Robert Lighthizer (derecha). Foto la hora: Andrew Harnik/AP.
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Por JOE McDONALD
BEIJING
Agencia (AP)

Una tregua en la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China y las promesas de Beijing para abrir más su economía controlada por el estado están dando esperanzas a los inversionistas.

Pero Beijing ha templado las expectativas, mientras las empresas expresaron su frustración por el ritmo lento de las medidas de apertura de mercado.

El China Daily, un diario en inglés dirigido a lectores extranjeros, advirtió hoy que las dos partes todavía tienen redactar el acuerdo de la semana pasada luego de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, suspendió una subida arancelaria prevista. A cambio, el dirigente dijo que Beijing compraría productos agrícolas estadounidenses por importe de hasta 50 mil millones de dólares, algo que China todavía no confirmó.

Los grupos empresariales dieron la bienvenida a la tregua como un posible paso para poner fin al costoso enfrentamiento que comenzó hace 15 meses, pero dijeron que era un acercamiento pequeño. Las conversaciones ya se interrumpieron en el pasado luego de que Trump acusó a Beijing de retroceder en promesas que Washington creía cerradas.

Un vocero del Ministerio de Exteriores dijo hoy que los importadores chinos compraron a Estados Unidos 20 millones de toneladas de soya y 700 mil toneladas de cerdo este año, pero no ofreció detalles sobre la fecha.

Las importaciones chinas de soya estadounidense bajaron casi un 50% el año pasado, hasta 16.6 millones de toneladas desde los 33 millones de toneladas de 2017.

El acuerdo del viernes coincidió con el anuncio de China de un calendario para materializar una promesa de 2017 para abolir los límites a la propiedad extranjera en algunos negocios financieros, empezando por las empresas que operan con futuros, a partir del próximo 1 de enero. Las firmas de seguridad y las mutuas de gestión de fondos se abrirán más tarde en el año.

Los inversionistas vieron esta medida como un compromiso para un comercio más libre. Las autoridades chinas señalaron que no guarda relación con las negociaciones arancelarias y que no es una concesión a Washington.

Durante los últimos 18 meses, el gobierno del presidente Xi Jinping también se comprometió a permitir la existencia de negocios de propiedad totalmente extranjera en banca, seguros y en la industria automotriz, con la esperanza de hacer más competitiva y productiva su lenta economía estatal.

Las iniciativas de apertura del mercado chino siguen un guion estándar: Las autoridades anuncias promesas drásticas, aunque vagas, que elevan las esperanzas en el extranjero; las firmas pasan entre seis meses y un año a la espera de nuevas regulaciones y muchas se desaniman cuando se decretan costosos requisitos de licencia o límites al tamaño de las compañías.

No se abordan las quejas estadounidenses sobre los planes para la creación de empresas líderes chinas, controladas por el estado, en robótica y otras industrias que violan los compromisos de apertura de mercado de Beijing y están basadas en el robo o la presión a firmas extranjeras para que entreguen su tecnología.

Las empresas extranjeras están frustradas porque Beijing dé pasos tan limitados a 17 años de ingresar en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Se considera que China, que es el mayor exportador global, es la más beneficiada por un comercio más libre, pero enfrenta quejas por violar supuestamente las normas y el espíritu de la OMC al bloquear el acceso a su propio mercado y al subvencionar a las firmas chinas.

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