Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Napoleón Barrientos Girón
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A los 148 años de existencia del Ejército de Guatemala, es oportuno recordar los últimos cincuenta años, de los cuales 36 estuvo inmerso en un Conflicto Armado Interno e involucrado en repetidos golpes de Estado; sin embargo ante las presiones provenientes de corrientes de seguridad democrática en la región y la propia necesidad de evolución tuvieron sus efectos, que incluyó entre otros: un eje transversal en la formación y profesionalización de los militares, un tema por demás trascendental y necesario para la consolidación de la democracia: el respecto y obediencia al poder político, legitimado con procesos electorales que además de elegir al Presidente, también se elige al Comandante General del Ejército, importante aspecto en la construcción del sistema político nacional.

La historia reciente registra acontecimientos que vale la pena recapitular como: el intento de golpe de Estado contra el presidente Vinicio Cerezo en el año 1989; donde aún no se consolidaba en la educación de los militares, la vocación democrática. Para el año 1993 ya el grado de profesionalismo en la institución militar había alcanzado conciencia político-democrática, que lo hizo respaldar la institucionalidad para el intento del expresidente Serrano Elías de hacerse del poder absoluto. El acontecimiento más reciente fue en el año 2015; una generación más joven se ubica dentro de los cuadros del mando militar y el mismo Presidente que provenía del Ejército estaba consciente que el rompimiento del orden constitucional no era una opción, por tanto, no lo involucra en dicha crisis y tampoco el Ejército se inmiscuyó y se respetó la voluntad popular que obligó al mismo Presidente a renunciar. Lastimosamente este fue el inicio de un proceso que por posteriores sesgos ideológicos se hecho por la borda.

Es de suma importancia el grado de madurez que el Ejército de Guatemala ha alcanzado, y si logramos despojarnos de trasnochados sentimientos y cargas ideológicas veremos la importancia de tener una institución sólida, apolítica y con convicciones democráticas y que en absoluto ya no responde a actitudes, costumbres o manipulaciones del pasado, sobre todo en coyunturas como la actual donde debe prevalecer la paz social y el bien común, convicción que no tengo duda prevalece en las Fuerzas Armadas Guatemaltecas, significando esto un pilar de la institucionalidad nacional. Lastimosamente la obediencia militar ha sido mal entendida y ha provocado disfunciones institucionales al involucrarlos en programas clientelares: repartiendo alimentos, haciendo escritorios, bacheo de carreteras, y otros; mientras su función natural: la integridad del territorio es deficiente; además se ha permitido violaciones al espacio aéreo nacional.

Aun así el Ejército ha evolucionado a tal punto que en crisis de tipo político se pone a prueba su convicción democrática, misma que ha sido puesta a testimonio con la vida, con mutilaciones, incluso con la privación de la libertad de algunos de sus integrantes, provocado por el cumplimiento de su misión constitucional; por lo que es justo recordar y reconocer en esta fecha a los soldados de todos los tiempos por su servicio a Guatemala, en fin, tal parece que los militares se han adelantado a los tiempos políticos. Saludo uno para ellos.

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