Roberto Arias
La mayoría de ciudadanos guatemaltecos conocemos perfectamente la superficie de las razones de la pobreza y pobreza extrema que persisten desde hace siglos en Guatemala y, hay muchos que conocen las profundas raíces de toda nuestra maraña económico-político-psicosocial, las que han llegado hasta lo más profundo de lo inimaginable dentro de la población que ve, con impotencia, cómo cada día hay más muertes por los mismos conflictos integrales que la apremiante situación genera, pero el sistema ha sido tan perfectamente diseñado que es difícil ingresar al inicio de la solución.
Algunos de los inconvenientes que cimientan la desgracia que viven las mayorías guatemaltecas se debe a la bien planificada falta de educación y asistencia nutricional para la paupérrima niñez en toda la República, así como la falta de asistencia y conocimiento de los elementos básicos de la pirámide de la salud en esos mismos estratos.
Naturalmente, la base de todo este maremágnum económico, político y social es, como casi siempre: la voracidad, la avidez… el hambre insaciable por el dinero, de quienes han logrado mantener al país así… nacionales y extranjeros.
La propagación de monocultivos para la exportación (principalmente de banano, caña de azúcar y palma africana), la explotación minera, las centrales hidroeléctricas y la industria del cemento han expulsado a la población rural de las tierras de las que dependen para su subsistencia. Esto afecta sobre todo a la población indígena, pues a menudo sus sistemas tradicionales de propiedad no están protegidos legalmente, a pesar de que el país ha ratificado el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas.
La mayoría de economistas coincide en que los mercados son imperfectos y presentan fallos, como los monopolios y oligopolios, que producen resultados ineficientes y precios excesivos en deterioro de los intereses del consumidor y, los resultados ineficientes saltan a la vista junto a sus víctimas.
Actualmente la Constitución Política de la República, en su artículo 130, establece la prohibición de monopolios, así “se prohíben los monopolios y privilegios. El Estado limitará el funcionamiento de las empresas que absorban o tiendan a absorber, en perjuicio de la economía nacional, la producción en uno o más ramos industriales o de una misma actividad comercial o agropecuaria. Las leyes determinarán lo relativo a esta materia. El Estado protegerá la economía de mercado e impedirá las asociaciones que tiendan a restringir la libertad del mercado o a perjudicar a los consumidores”.
Desgraciadamente hemos podido observar a través de las épocas, que, desde su redacción original, la Ley Constitutiva de la República de Guatemala decretada por la Asamblea Nacional Constituyente el 11 de diciembre de 1879, ha sido burlada impunemente en muchos aspectos que estimularían el desarrollo de la ciudadanía, especialmente desde el golpe de Estado por la CIA en 1954, debido principalmente a la galopante corrupción instituida desde entonces. Continúa.