Miguel Flores

Abordar este tema es adentrarse en un asunto nebuloso y una pregunta de mal gusto. Tanto artistas, espectadores, galeristas y coleccionistas se han preguntado cómo surge un precio o sube de un año a otro. Estas preguntas son comunes en el mundo del arte, un territorio proclive a la connivencia.

Una reciente publicación de Facebook de Aret Carta preguntaba, “Y usted estimado artista: ¿En base a qué le pone precio a sus obras?” En pocos minutos, cinco personas mostraron su gusto por la pregunta; después, quince comentarios. Lo interesante fueron precisamente los comentarios, unos desde el hígado y otros desde la cátedra. Algunos en forma llana expresaron aspectos como uso de materiales y sus costos, así como formas de vida del artista. A. A. expresó: “La respuesta es la misma de cualquier otra profesión. La respuesta es: en cuanto valora su tiempo. Ese valor no es fijo. Cambia conforme sus necesidades, compromisos, estado de ánimo, etc. Simplemente no hay un precio”. G.L. expresó: “aparte de los criterios anteriores también existe el criterio de exclusividad… cuando un artista ya es reconocido el exceso de obra afecta el precio de las mismas… no es lo mismo valuar una obra de un artista que produce poco, digamos por ejemplo… el maestro Manolo Gallardo, que valuar la obra de Valenzuela que produce mucha más cantidad de obras por año. A más oferta el precio baja. Esto lo escribo con todo respeto que me merecen ambos artistas pero no encontré otra manera mejor de ejemplificar”.

Es de suponer que quienes dejaron un comentario están vinculados con el mercado del arte. Es notorio que los artistas están conscientes de ciertos principios de mercadeo, así como factores de la oferta y la demanda. A todo esto, hay que sumar que el punto de distribución de la obra de arte –la galería– posee su propia ideología sobre qué mostrar, cómo y cuándo.

Una galería especializada comenta fuera del mensaje de Facebook: “el valor de una obra es el precio que alguien está dispuesto a pagar por ello en un momento y lugar dado. Esta galería establece algunos criterios: reputación, reconocimiento que el artista tenga en el medio, crítica especializada de la propia obra; también se toma en cuenta lo poco o mucho que la obra haya sido incluida en exposiciones. Demanda, este factor va de la mano al anterior, a mayor reputación, mayor será la demanda de la obra y a mayor demanda, mayor será el precio. Procedencia ¿qué historia tiene la obra?, ¿de dónde viene?, ¿ha formado parte de algún acontecimiento histórico? ¿ha sido parte de una colección? Las respuestas pueden hacer que el precio se multiplique. Mercado de venta, esto está ligado a los dos primeros factores, la buena reputación en un lugar no puede significar nada en otro lugar. Una obra no puede ser adquirida por el mismo precio en dos lugares distintos. El precio del arte dependerá del mercado en el que se ponga a la venta. Originalidad, este es el factor más común en pintura, ya que interviene la rareza de cada obra, de la cantidad de obras idénticas o similares, así como la disponibilidad en el mercado. Esta galería termina: creemos que el valor de arte va más enfocado en lo hace sentir, cuando es consecuente con su tiempo, con su entorno, cuando intenta decir algo en medio del silencio, cuando es luz en la oscuridad”.

Esta galería consultada, además de aplicar los factores antes descritos, deja espacio para el rapto que una obra de arte hace al observador, elemento que pocos están conscientes y que el arte ejerce sobre el que colecciona.

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