Javier Monterroso
Sin ninguna duda Guatemala es un país superconservador, no solo en el aspecto religioso sino también en los aspectos económico, cultural, social y político, este conservadurismo es interclasista e intergeneracional, son conservadores desde los más poderosos hasta los más pobres y tanto adultos mayores como también los jóvenes. El conservadurismo se manifiesta en diversas formas, desde opiniones en las redes sociales hasta estrategias de venta y campañas publicitarias, y se presenta tanto en el sector público como en el privado, por ejemplo algunas de las más importantes farmacias del país no venden preservativos por cuestiones morales, es entonces cuando las políticas públicas deben sustituir a los proveedores privados por lo que en otros países es común encontrar expendedores de preservativos en los restaurantes o en la misma calle, sin embargo en nuestro país las políticas de salud también tienen un enfoque moral.
El machismo, entendido como la creencia de la superioridad del hombre sobre la mujer es sin lugar a dudas uno de los elementos centrales del conservadurismo, y el mismo se manifiesta también en muchas formas, desde el hogar, la escuela, la iglesia, el trabajo, el transporte público y también en la política, en cada uno de los espacios donde se interactúa entre mujeres y hombres encontramos patrones de conducta para la disminución del papel de la mujer y la sobrevalorización del rol masculino. Claro que el machismo encuentra su máxima expresión en la violencia contra la mujer y el delito de femicidio, y en los miles de casos de embarazos de niñas y adolescentes, que por cierto tampoco reconoce cuestiones culturales como lo demuestra el caso de Alta Verapaz, un departamento predominantemente indígena pero que tiene los índices más altos en violencia contra la mujer y embarazos de adolescentes.
Aunque poco a poco las mujeres han logrado, sin ayuda de leyes de cuotas de participación, escalar en algunos espacios profesionales, en el área de justicia no solamente hay una mayor proporción de mujeres estudiando leyes, sino además en el Sector Judicial cada vez hay más mujeres juezas y magistradas, incluso en la Corte Suprema de Justicia donde de 13 magistrados 5 son mujeres, o en el Ministerio Público donde por tercer período consecutivo se ha nombrado a una Fiscal General. Caso totalmente contrario al del sector privado donde en ninguna Cámara hay directoras mujeres y nunca se ha elegido una Presidenta del CACIF.
El machismo y el conservadurismo también se pueden encontrar en la política, la participación de la mujer en las organizaciones políticas siempre es minoritaria a la de los hombres, y más aún en los puestos de dirección de los partidos políticos, existen muchas razones para esto y una de las más comunes es que las mujeres no pueden incorporarse plenamente a la vida partidaria por el rol que se les asigna en la familia y el cuidado de los hijos, es así que en el Congreso de la República nunca se ha llegado ni siquiera al 10% de diputadas, y esto no se logrará sin una ley que obligue a otorgar cuotas a las mujeres, sin embargo se destacan mujeres políticas como Catalina Soberanis, Sandra Morán o Nineth Montenegro que han tenido un buen papel en el Congreso. Lamentablemente la sombra de Roxana Baldetti es aún muy grande y en forma injusta descalifica a las mujeres que buscan participación política más trascendente. Y a pesar de todo el machismo y el conservadurismo estoy convencido que en las próximas elecciones tendremos por primera vez una presidenta en Guatemala, ya sea Thelma Aldana o Sandra Torres, pues ningún otro candidato tiene su nivel de aceptación y conocimiento a nivel nacional.