Gustavo Bracamonte
Lo posible
La plaza carnal
iza con la voz
multitudinaria
las ideas
para cambiar
a la altura
de lo trascendente
los ojos por la palabra,
la civilización bagatela
por la de vida
profunda,
las aguas negras
del espectáculo
por la humanidad
luminosamente
concebible
en el amoroso hecho
de la conjunción
en cuya esencia
tiemblan lívidos
los credos
la muerte,
el porvenir
el poder
las sombras
de animales de rapiña
entre los dientes
de la historia terrible.
Somos los otros
Mucha gente entra a esta casa desasosegada,
entra con arpones líquidos,
la boca llena de alcohol,
la bondad en zozobra,
y luego se va
dejando sólo caminitos lustrosos
o llorosos traumas indecibles.
Un peso inexplicable de gente en mi vida, llevo,
a veces vacío de desahucios inesperados
de soledad que atraviesa la boca en epifanía indivisible.
Levito de silencio y de nada hasta llegar a amar
una minúscula partícula del universo
capaz de devolverme la dicha
perdida en el azar de la vida y
desde su ego delicioso, contemplarme el infinito
como si hubiera sido predestinado a soñar lo imposible.
Mala fe
Según los pronósticos
de la mala fe de la gente
que ha visto
ocultándome en tus brazos
con la abreviatura
de deseos carnales
tengo un pie en el infierno
y les creo
al sentir
que la temperatura de mi cuerpo
te quema el vientre
mientras consumamos
el acto más hermoso del pecado.