Alfredo Saavedra

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Periodista y escritor guatemalteco residente en Canadá, trabajó en periodismo activo por 50 años, cubriendo prensa, radio y televisión. Ha publicado los libros de poesía: Declaración Jurada y Recursos de la evasión; en relato Historias de iniquidades y Generalidades y otras maldades; en teatro El Condenado; en interpretación histórica El Color de la sangre y en novela Miércoles de pasión.

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Alfredo Saavedra

Desde Canadá.– La romántica exclamación musical de «México lindo y querido» ha quedado olvidada en el ayer, de los años aquellos después de una revolución que mantuvo en el caos por un par de decenios a principios del siglo pasado a la República. Época soportada con estoicismo por la población no comprometida en la guerra, pero también en suceso que daría paso a un período de estabilidad, quebrantado por el surgimiento del nefasto mercado del narcotráfico, intensificado a partir de los años 80 con el crimen organizado que ha sumido más en la tribulación al hermano país que encabeza el territorio latinoamericano.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, conocido por las siglas AMLO, tendrá que enfrentar no sólo los negocios administrativos competentes a todo gobierno sino también al flagelo, en principio de la corrupción en la burocracia, un mal inveterado y común a otros países, que incluyen a Guatemala, pero también, y lo que es peor, al poderío de las organizaciones criminales que no solo libran una guerra entre sí, pero además sostienen, o lo pretenden, un control sobre la administración pública, es decir desde gobernadores, alcaldes y otras autoridades, lo cual ha costado 90 mil vidas en una fallida ofensiva contra los carteles, conforme lo consigna el analista en política económica Daniel Olive en el diario canadiense Toronto Star.

Pero en medio de lo trágico de México, se vislumbra una esperanza de redención, con la llegada a la primera magistratura de esa nación del experimentado político López Obrador, autor de varios libros sobre socioeconomía política y quien en función de alcalde del Distrito Federal, la segunda ciudad más grande del mundo, demostró gran capacidad administrativa, acompañada de suprema sensibilidad social al crear por primera vez una pensión vitalicia para los ancianos y además en el urbanismo redujo los congestionamientos automotores modificando el sistema vial. Gestionó con éxito la participación del multimillonario Carlos Slim, para la renovación del distrito histórico de la ciudad, lo que demostró la confianza de la iniciativa privada en sus planes.

Es significativo que el reportaje relaciona la iniciativa de López Obrador con la obra de Franklin Roosevelt, el presidente estadounidense que sacó de la depresión a su país en los años 30. También sus planes, en concordancia, con los gobiernos del benemérito Benito Juárez y del presidente Lázaro Cárdenas, ambos considerados preclaros estadistas cuya sensibilidad social condujo sus proyectos de gran magnitud hacia la edificación de un México que dejó ese legado en servicio de lo que se anhelaba como un país próspero y a la cabeza de las naciones progresistas.

Señala el reportaje que López Obrador será el primer no tecnócrata jefe del ejecutivo en 38 años, lo cual preocupa al Departamento de Estado de USA y que ha motivado a la revista El Economista a predecir que el nuevo gobernante mexicano romperá con el esquema del neoliberalismo que califica como «riesgoso experimento». Pero el analista canadiense señala que la existencia de más de 70 millones de mejicanos pobres es la mejor prueba de las fallas de esa doctrina importada hacia Latinoamérica.

El nuevo presidente López Obrador, se perfila como un estadista que tratará de conciliar las dos grandes contradicciones económicas en el hemisferio, es decir la división entre ricos y pobres, que son estos últimos la abrumadora mayoría en el continente. Sus partidarios sostienen que está inspirado en un pragmatismo progresista que hará un sorpresivo cambio de México para la restitución de su menoscabado prestigio en las últimas décadas, para cantar de nuevo con toda propiedad en un eco que resonará como un himno, por los cuatro puntos cardinales de ese gran país, interpretado por las multitudes rescatadas del olvido: “¡México lindo y querido!”

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