Podemos decir que ahora, literalmente hablando, a Guatemala le está lloviendo sobre mojado porque el Insivumeh advierte ya de nuevas complicaciones derivadas de la previsión de persistentes lluvias en el territorio nacional, y eso se traduce en posibles deslaves y crecidas de ríos que pueden poner en peligro la vida de aquella gente que tiene sus viviendas en lugares de alto riesgo. No nos hemos terminado de recuperar de los problemas generados por erupciones volcánicas, especialmente la del Volcán de Fuego, pero ya estamos viendo que hay necesidad de atender la posibilidad de otros desastres que pueden tener consecuencias fatales.
El problema se incrementa cuando ya todos sabemos que no hay competencia en la entidad llamada a disminuir el efecto de los desastres, porque siguiendo la tónica de este gobierno, se ha improvisado colocando a gente sin la menor preparación para dirigir instituciones muy importantes que literalmente tienen que lidiar con la vida y con la muerte.
Es de tal magnitud la calamidad de este gobierno que ni siquiera tienen adecuada información de nada, empezando por el Presidente que afirmó que no había ni un centavo para atender lo del volcán, en lo que fue desmentido por los expertos que rebatieron la errática afirmación presidencial. ¿Sería que él se sacó de la manga la afirmación o, peor aún, que sus cuadros técnicos se lo dijeron porque tampoco ellos le atinan?
Y si eso pasa con el dinero, ya sabemos que en el resto están perdidos y que, con o sin mala fe, han asignado al Ministerio de la Defensa el manejo de los recursos, sabiendo que en materia militar siempre alegan que se trata de secretos de Estado por temas de seguridad nacional y que la institución más difícil de auditar en el país es justamente el Ejército por ese peregrino criterio de que todo se maneja con reserva.
Ayer decíamos que la vulnerabilidad del país no es sólo por posición geográfica sino que se agrava por la pobreza. Pero no dijimos que se multiplica exponencialmente por la incapacidad de un gobierno que ya demostró que está imponiendo un récord que seguramente será inalcanzable en cuanto a incompetencia y desconocimiento, a lo que se suma la arrogancia propia de los mediocres que creen que todo lo saben y ni siquiera toman en cuenta los consejos.
Pobre nuestra Guatemala por esa triple complicación de vulnerabilidad ante desastres naturales, graves niveles de pobreza y gravísima incapacidad de las autoridades que debieran operar para reducir el efecto de cualquier tragedia que afecte a la población.