Alfredo Saavedra

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Periodista y escritor guatemalteco residente en Canadá, trabajó en periodismo activo por 50 años, cubriendo prensa, radio y televisión. Ha publicado los libros de poesía: Declaración Jurada y Recursos de la evasión; en relato Historias de iniquidades y Generalidades y otras maldades; en teatro El Condenado; en interpretación histórica El Color de la sangre y en novela Miércoles de pasión.

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Alfredo Saavedra

Desde Canadá.- Aunque es comprensible que en Guatemala persista el pesar ante la tragedia por el desastre provocado por el Volcán de Fuego, con su cauda de muerte y destrucción, en calamidad abordada en toda su dimensión por la prensa y sus columnistas, no puede ser ignorado lo que ocurre en Norteamérica en materia de disputa política por cuestiones comerciales, pues sus efectos pueden llegar a tener repercusiones desfavorables para todos los países, como fue enfocado en la Cumbre de los G7, efectuada la semana pasada en la Provincia de Quebec, Canadá.

Por primera vez en la historia de las reuniones de ese tipo, el evento, clausurado el sábado anterior, fue cerrado en medio de una confrontación entre los líderes participantes y el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien con arrogancia rechazó básicamente la solicitud de retirar su plan de incrementar las tarifas sobre acero y aluminio y que a última hora dispuso incluir las industrias de automóviles y de la leche, este último renglón en perjuicio de Canadá y algunos Estados de la Unión Americana.

Todo ello enfatizado por la Unión Europea que rechaza de plano las tarifas en su totalidad, por incongruentes con la política de equilibrio comercial internacional.

Aunque el presidente Trump no lo hizo durante la reunión de cierre, a la que llegó tarde y se fue temprano, en evidente actitud de altanería, inmediatamente después por medio del Tweet, calificó de mentiroso al Primer Ministro Justin Trudeau e hizo referencias despectivas hacia Canadá. Uno de sus asesores (Hawks), un tal Navarro, fue más lejos  y «mandó al infierno», al alto funcionario canadiense, aunque en tardío arrepentimiento presentó inexcusables disculpas. Fue evidente la ira de Trump ante el rechazo de su propuesta de reintegrar a Rusia en el grupo, rechazo enfatizado por la Primera Ministra del Reino Unido Theresa May.

Resultado de los insultos fue que se produjera una avalancha de simpatía para con Canadá y su Primer Ministro, de miles de estadounidenses que por medio de la televisión y la prensa manifestaron su desaprobación por la conducta de su Presidente y su mal educado asesor. Los destacados canales de televisión canadienses CBC y CTV, corrieron en sus noticieros escenas donde ciudadanos de los Estados Unidos expresaron opinión favorable hacia Canadá. El importante diario Globe and Mail, publicó centenares de extractos de cartas de estadounidenses de la mayoría de Estados de esa nación, en condena a Trump por su actitud de irrespeto para con el Primer Ministro Trudeau, hecho que por primera vez deriva de una cumbre internacional. Una de esas cartas fue muy expresiva al exponer: “En nombre de nuestros consecuentes compatriotas estadounidenses, mi esposa y yo, deseamos extender nuestras sinceras disculpas por el comportamiento infantil de nuestro actual presidente. Tengan paciencia muchos de nosotros trabajamos para remover a Donald Trump y restaurar nuestra democracia. Agradecemos al Primer Ministro Justin Trudeau por su invariable esfuerzo en favor de los canadienses y del mundo. Prudence York, Robert Goodfellow, Marietta, N.Y”.

Ha creado un estado de soberbia al presidente Trump, la posición de México y Canadá con respecto al tratado North American Free Trade Agreemente (NAFTA)  y, además, ha causado furia en el gobernante estadounidense, la reacción de los países afectados con la imposición de su plan de tarifas, con la respuesta de incrementar sus propios impuestos de importación en un audaz intento de equilibrar el intercambio comercial en justa medida. Pero lo que los gobiernos y pueblos latinoamericanos deben reconocer es que las medidas arancelarias del gobierno estadounidense repercutirán sobre las economías domésticas pues dentro del sistema, las consecuencias recaen con el aumento de los precios en el mercado, en perjuicio para los consumidores, con mayor peso para los de bajos salarios, cuyos niveles de pobreza se agudizarán en extremo.

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