Juan Antonio Mazariegos G.
Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo fue organizada una caminata por el paseo de la Sexta, la cual era encabezada por la ya famosa imagen de una vulva femenina con la leyenda “Procesión de la Poderosa Vulva”.
Al ser entrevistada, una de las coordinadoras del Paro Internacional de Mujeres (organización promotora de la actividad), citada textualmente por el diario Publinews, expuso: “Es una forma de reivindicar la sexualidad femenina, una forma de protestar contra el fundamentalismo, para rechazar la violencia sexual y todo tipo de violencia en contra de las mujeres, y para conmemorar la masacre de las niñas del mal llamado Hogar Seguro”.
Entendiendo que la imagen, la frase y la actividad estaban diseñadas para que se hablara del evento, pero también estando consciente de que los comentarios valen más por su calidad que por su cantidad, me parece imposible no llamar la atención de las organizadoras para proponerles que se planteen el hacer sus demandas y reivindicaciones dando más valor a aquello que dicen reivindicar y muestren menos intolerancia y agresión en contra de aquellos que afirman que las agreden.
Sin duda la sexualidad, tanto femenina como masculina es primordial para el humano y su desarrollo, sin embargo, no concibo a la persona como independiente de su sexualidad, femenina o masculina, en función de la vagina o el pene y encuentro que la reivindicación de esa sexualidad femenina que defienden, tiene mucho más sustento y respeto cuando la imagen se asocia a la persona más que a un órgano sexual y se entiende que las personas se conforman no solo por la carne, sino también por sus ideas, valores y sentimientos.
La violencia contra la mujer existe y eso no se puede negar, pero estimo que si algún día podremos erradicar esa violencia, será el día que precisamente valoremos a las personas como un todo y no solamente como un instrumento de satisfacción, por lo que encuentro contraproducente para la causa que dicen defender, el exhibir como instrumento de reivindicación un órgano sexual femenino, lo cual a mi juicio se encuentra más lejos de sus fines que otros valores de la mujer que sin duda pueden lucir con orgullo en sus manifestaciones.
Sobre la asociación de la caminata con una procesión, no veo la necesidad de ofender la fe de otros o de blasfemar para llamar la atención o protestar contra un fundamentalismo que resulta más evidente en la misma manta que portaban que en aquello que escucho cada domingo cuando voy a Misa. Seguramente no seré el mejor católico, pero no me cabe la menor duda de que no he escuchado argumentos o discursos que agredan a las mujeres en general ni a las feministas en particular.
Es su derecho manifestarse, sin duda; será la mejor forma de llamar la atención, seguramente; habrán sumado apoyos en su objetivo de promover la lucha contra la violencia a la mujer, lo dudo.