Por DAVE CAMPBELL
EDEN PRAIRIE, Minnesota, EE.UU / AP

A medida que un padecimiento neurodegenerativo lo consumía, Orlando Thomas perdió su movilidad. Luego no pudo hablar siquiera.
Su esposa Demetra lo guiaba para que pudiera comunicarse mediante un dificultoso procedimiento.
«Ella iba recitando todo el abecedario, y él hacía un guiño cuando llegaba la letra adecuada. Su único músculo que funcionaba era el de los párpados, así que él señalaba la letra», dijo Mark Bartelstein, exagente del safety libre que encabezó la NFL en pases interceptados como novato de los Vikings de Minnesota en 1995. «Expresar una frase llevaba una eternidad».
Pero el esfuerzo merecía la pena para los amigos y familiares de Thomas.
El exjugador falleció el domingo a los 42 años en su casa en Crowley, Luisiana, después de librar una batalla de más de diez años contra la esclerosis lateral amiotrófica, el padecimiento conocido comúnmente como enfermedad de Lou Gehrig.
El deceso fue confirmado ayer por los Vikings, Bartelstein y Glenn Boullion, director de la funeraria Geesey-Ferguson en Crowley.
Los Vikings emitieron un comunicado en el que expresaron su pesar y condolencias a la familia.
«Él representó a la franquicia y al estado de Minnesota con la mayor dignidad y clase», destacó el equipo. «Mientras que su personalidad amigable lo hacía favorito entre sus compañeros, la participación de Orlando en la comunidad lo volvía favorito fuera de (las oficinas generales en) Winter Park».
Thomas jugó siete temporadas con los Vikings. Llegó en dos ocasiones a la final de la Conferencia Nacional, tras las campañas de 1998 y 2000.
Pero las lesiones hicieron que se perdiera un total de 13 partidos durante sus últimos tres años en la liga. Quizás también incidieron en que desarrollara su padecimiento.

 

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