Por Romina López La Rosa
Madrid
Agencia (dpa)
Como si se sentaran uno junto a otro en un reservado de algún café, Pablo Picasso y Henri de Toulouse-Lautrec se encuentran en Madrid en una exposición que muestra los paralelismos e influencias de sus obras y que marca la culminación de las celebraciones por el 25 aniversario del Museo Thyssen-Bornemisza.
«Picasso/Lautrec», que puede visitarse a partir de mañana y hasta el 21 de enero de 2018, llevó tres años de preparación. Constituye además la primera exhibición monográfica dedicada a la comparación de estos dos grandes maestros que jamás se vieron personalmente.
Aunque se conoce de sobra la influencia que Lautrec tuvo sobre la obra de Picasso, nunca había sido objeto de una muestra de este tipo, en la que las obras conviven una junto a otra como dándose la mano.
Si bien siempre se ha hablado de ello, «el contacto físico de los cuadros es decisivo para acreditar la relación entre los dos artistas», señaló en la presentación de la exposición el catedrático de Historia del Arte Francisco Calvo Serraller, comisario de la muestra junto con Paloma Alarcó, jefa de conservación de Pintura Moderna del Thyssen.
Calvo Serraller subrayó el hecho de que ambos artistas, de diferentes nacionalidades, contextos, uno al final de su vida -Lautrec murió prematuramente en septiembre de 1901- y el otro empezando -en 1901 Picasso tenía 20 años- se enmarcan en una tradición artística moderna marcada entre otros por su común admiración de El Greco.
Y la influencia de Lautrec se extiende además hasta el final de la larga vida creativa de Picasso, como se observa hacia el final de la exposición también con las obras de los últimos años del artista español.
La exhibición, compuesta por 112 obras de 58 prestadores de 40 países, constituyó un enorme esfuerzo organizativo para el museo, subrayó Paloma Alarcó.
El recorrido está dividido en cinco apartados: «Bohemios» exhibe obras del mundo de los artistas, los cabarets y los cafés; «Bajos Fondos» el ambiente marginal, nocturno y undeground de París de finales del siglo XIX y principios del XX, y «Vagabundos» refleja la fascinación de ambos artistas por el mundo del circo, los arlequines y los clowns.
A su vez, «Ellas» es una mirada al mundo de la prostitución que ambos comparten pero que viven de forma diferente, Lautrec desde la convivencia con las que eran sus amigas y Picasso de forma más erótica y pornográfica; y finalmente «Eros Recóndito», que refleja esas dos formas de acercarse al desnudo femenino y la erótica de manera distinta pero en ambos casos rompedora con las tradiciones anteriores.
Alarcó destacó que fue una tarea compleja elegir qué obras eran las adecuadas para que el diálogo entre ambos artistas funcionara. En la lista de las escogidas están entre muchas otras «Hombre sentado con sombrero», «Los clientes», «La espera (Margot)» o «Arlequín sentado», de Picasso, así como «En el circo: entrada en la pista», «Mujer rizándose el pelo» o «Aristide Bruant dans son cabaret», de Lautrec.
El objetivo es mostrar «qué vio Picasso en Lautrec, y gracias a esa mirada de Picasso, reivindicar el papel de Lautrec a principios del siglo XX», con su apuesta radical que rompe con el Impresionismo y se inspira por el ambiente popular, underground y de entretenimiento, indicó Alarcó.
Además, la elección del dibujo como una manifestación de pleno derecho de la pintura y el uso de la caricatura, la mirada humorística y mordaz que ambos comparten, añadió la experta.
«Ojalá todos los que acudan a ver la exposición aprendan tanto como nosotros haciéndola», señaló Calvo Serraller. Porque como subrayó a su vez Alarcón, «aquí se encuentra el germen de la sociedad contemporánea».
Ojalá todos los que acudan a ver la exposición aprendan tanto como nosotros haciéndola. Aquí se encuentra el germen de la sociedad contemporánea.
Francisco Calvo Serraller, catedrático de Historia del Arte