Por FOSTER KLUG,
SEÚL,
Agencia AP

Desde los programas humorísticos estadounidenses que aprovechan esta circunstancia hasta las teorías más descabelladas de algunos periodistas que tratan de explicar su ausencia de cinco semanas de los escenarios públicos, el líder de Corea del Norte ha suscitado casi tantos titulares como cuando amenazó ataques nucleares contra sus enemigos el año pasado.

Esa rara habilidad por concitar la atención sin hacer nada dice mucho sobre la capacidad del aparato propagandístico del Norte que coloca a Kim en el centro de todo. Remover durante 40 días el eje sobre el cual gira toda esa propaganda provoca una ola de especulaciones y rumores en la prensa internacional, la tradicional y la social.

También refleja las dificultades fundamentales que todo el mundo fuera de Corea del Norte —académicos, funcionarios del gobierno, periodistas— enfrentan para comprender lo que ocurre realmente dentro de una nación pequeña, pobre y autocrática que guarda celosamente sus manejos internos a la vez que ignora las demandas de Estados Unidos y sus poderosos aliados de abandonar sus bombas atómicas.

No es de extrañar que interese la prolongada ausencia de Kim de su serie aparentemente interminable de giras de inspección de fábricas y bases militares. Desde 1948, cuando su abuelo Kim Il Sung fundó la nación socialista rival de Corea del Sur, respaldada por Estados Unidos, la familia Kim ha «vendido» la noción de que ellos son Corea del Norte.

Desde que se le vio en un concierto el 3 de septiembre, Kim no ha asistido a varios actos prominentes en los que suele estar presente. Un documental difundido a fines del mes pasado hizo una breve referencia a una «incomodidad» del líder y mostró un video de agosto en que se le veía con sobrepeso y cojeando.

Muchos analistas creen que, aunque Kim puede tener algunas dolencias, probablemente no está grave. Pero otros se preguntan si será cierto.

«¿Ha padecido Kim la muerte cerebral?», preguntó un legislador surcoreano al almirante Choi Yoon-hee, titular de la junta del estado mayor, durante una audiencia parlamentaria el lunes. Choi respondió que no y, sin entrar en detalles, dijo que los problemas de salud de Kim «no son suficientemente graves como para alterar su condición de gobernante del país».

Hay muchos motivos para suponer que es así.

No se han detectado movimientos de tropas inusuales ni otros signos de un posible golpe. Además continúa la diplomacia de alto nivel: tres miembros de su círculo íntimo hicieron una visita sorpresiva al Sur, algo que según los expertos sería inconcebible sin la anuencia del líder. Los turistas y trabajadores extranjeros de ayuda siguen viajando al Norte, y no ha habido informes de restricciones ni advertencias para los diplomáticos.

Adam Cathcart, un disertante de historia en la Universidad de Leeds, comentó que solo hay dos cosas seguras: hay muchos rumores dando vuelta y «la mayoría probablemente están equivocados».

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