Emilio Matta

De acuerdo a Michael Porter de la Universidad de Harvard, existen dos tipos básicos de estrategia empresarial: Liderazgo en Costos y Diferenciación, la que a su vez puede ser genérica o de enfoque. Seguir una estrategia clara y definida en la empresa, le ayuda a ser competitiva y a mantener su liderazgo en el mercado.

La industria automotriz es un buen ejemplo de cómo las empresas definen su estrategia. La Toyota de la segunda mitad del siglo XX, luego las marcas coreanas y por último las marcas chinas e hindúes, son claros ejemplos de aplicación de una estrategia de liderazgo en costos (ojo que no necesariamente implica tener precios bajos). La Mercedes Benz y BMW son dos empresas que han basado su estrategia en diferenciación de sus marcas. A su vez, la Ferrari, Lamborghini o Rolls Royce, son empresas que su estrategia la basan en una diferenciación, pero de enfoque o nicho, ya que son autos deportivos y de superlujo que solo un selecto grupo de individuos pueden adquirir.

De igual forma, los países basan su estrategia de desarrollo de alguna forma parecida para poder ser competitivos y tener un crecimiento económico sostenible y mejorar el nivel de vida de sus habitantes. Extrapolando a los países, se puede decir que China y la India son países que encabezan liderazgo en costos, ya que por sus economías de escala y mano de obra barata logran producir bienes a muy bajo costo. Alemania, Italia o los Estados Unidos son países que se asemejan a una estrategia de diferenciación, y países como Suiza, Singapur y Hong Kong tienen una estrategia de enfoque, principalmente en servicios financieros y, en el caso de Suiza, de relojes y joyas también. Todos los países mencionados anteriormente, exceptuando China e India, son países con un alto nivel de desarrollo económico y humano.

Para el caso de Guatemala, deberíamos pensar en una estrategia de enfoque. Contamos con innumerables recursos así como de condiciones geográficas ideales para desarrollar una serie de industrias como la forestal (venta de certificados de carbono), la hídrica (para generación de energía limpia, así como industria acuícola) y turística (con nuestros tesoros históricos y naturales), por mencionar solamente algunas que tienen algún grado de desarrollo, pero que tienen posibilidades de potenciarse aún más.

Creo que es un grave error intentar atraer inversiones ofreciendo mano de obra barata como un elemento diferenciador. En eso China, India, Tailandia y otros países del sureste asiático nos llevan una inmensa ventaja con la cual no podemos ni debemos competir.

Tomemos ejemplos como Chile en los 80, que siendo un país similar al nuestro en términos de población, nivel de educación y nivel de desarrollo humano, logró catapultarse como líder latinoamericano en desarrollo apostándole principalmente a desarrollar a las personas por medio de una economía abierta, pero con políticas sociales muy serias e importantes para atacar los problemas básicos de la población en ese momento: desnutrición, salud, educación. A ese sistema económico se le llama en Chile una Economía Social de Mercado (note que social va antes que mercado). Si no aceptamos como país que tenemos estas debilidades que debemos atacar y eliminar de raíz, no vamos a prosperar como nación, no vamos a sanar nuestras heridas y vamos a permanecer atascados en el fango. ¿Es eso lo que queremos?

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