Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Pocas personas en Guatemala encarnan y representan al sistema tan bien como Blanca Stalling, y su caso resulta emblemático porque han transcurrido años para llegar hasta este punto. Ahora la figura de Stalling está debilitada, pero durante años fue una mujer de peso y poder y no precisamente en un esfuerzo para que la situación cambiara.

La aún magistrada de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) está arraigada y a un pasito de enfrentar esa justicia que ella siempre procuró manosear y su proceso penal será un reto enorme porque los tentáculos de la red que, con la ayuda de otros creó durante años, no son identificables de primas a primeras.

A pesar de su poder, ella está a punto de sufrir lo que podría ser un golpe casi irreversible gracias a la valentía de un juez, quien teniendo suficientes motivos para callar (riesgo, anhelos, necesidad de tener un ingreso para dar sustento a su familia, como todos), se la jugó porque para él la justicia es un tema de honor y es ahí donde se marca la diferencia con Stalling, porque para ésta última la justicia es un tema de negocio y manipulación.

Pero independientemente de lo que ocurra en los próximos días con la magistrada que logró poner a Silvia Valdés en la Corte, debemos entender que los de su grupo siguen ahí, operando desde la CSJ con algunos afines a ella, desde las Salas de Apelaciones, desde el Instituto de la Defensa Pública Penal, desde el Congreso (Javier Hernández salió en su defensa porque ella selló pacto con el oficialismo dado que comparten intereses de minar la lucha contra la corrupción) y desde muchas otras esferas que tal vez ni imaginamos.

Entonces mi punto es que, claro, es mejor que Stalling esté donde está hoy, que esté en su posición de poder de hace un año, pero debemos entender que este debe ser otro paso más en la dirección de poder liberar un Estado que ha sido cooptado y que necesita una transformación total para poder cumplir sus fines.

En una entrevista con La Hora, Thelma Aldana contó que Stalling nunca la llamó para pedir apoyo por el caso de su hijo, pero eso no evitó que haya buscado otras formas de incidir (para muestra el botón de Carlos Ruano) y eso nos debe abrir los ojos para dimensionar los tentáculos del poder oculto. Por eso es que Jimmy Morales tampoco llamó a Aldana o a Iván Velásquez, pues no es por ahí donde se puede interferir.

Pero se podrá ir Stalling de la CSJ, como se fue Baldetti del Ejecutivo o como ha pasado con muchos diputados, pero las cosas siguen igual. Los que caminan al margen de la ley de alguna forma están “tranquilos” porque por ahora se ha logrado avanzar en contra de personas y estructuras, pero el sistema sigue permitiendo operar (con más cuidado, tal vez); la gallina de los huevos de oro está ahí.

Tanto que sigue permitiendo cooptar diputados para lograr beneficios únicos (como el tema de los ganaderos, por ejemplo) y por eso nuestra insistencia de que este esfuerzo de investigación que deriva en que muchos mafiosos enfrenten la justicia (y faltan muchos otros, en especial de la UNE y de municipalidades grandes) debe ir acompañado por un esfuerzo coherente por reformar el Estado.

De nada servirá al final tener llenas las bartolinas si no logramos erradicar las grandes causas o motivos de corrupción, en otras palabras, si no cambiamos el sistema de partidos políticos, si no cambiamos la Contraloría General de Cuentas, si no cambiamos la forma en que se adquieren bienes y servicios, si no cambiamos nuestra matriz de inversión para privilegiar a la gente vía educación y salud de calidad, si no tenemos capacidad de rendir cuentas en todo sentido (por ejemplo, a quienes reciben exoneraciones), no podremos pensar en una Guatemala distinta.

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