Se terminó en un sistema en el que hay quienes hacen el trabajo agrícola cobrando con áreas para los cultivos propios, para lo cual muchas veces se ha dado uso a una tierra que va perdiendo su capacidad productiva por efectos que van desde la falta de nutrición en el suelo, hasta la evidente e innegable tragedia ambiental que estamos enfrentando por el calentamiento global.

Guatemala, más que agrícola, tiene en realidad una enorme vocación forestal. Hemos perdido la masa de árboles por crecimiento de frontera agrícola, uso energético de la madera, etc. y con ello hemos perdido la protección de cuencas. No hemos sido capaces de encontrar métodos que nos vengan a encontrar un justo medio entre los grandes extremos que nos ofrece ese calentamiento global: sequía o inundaciones.

Se entiende que en la emergencia que se vive en la actualidad, se concentre una parte de los esfuerzos a solicitar apoyo a la comunidad internacional, pero no podemos pretender que esa sea la solución a un problema que ya se viene dando año con año y no hemos encontrado cómo plantear la solución que a largo plazo otorgue estabilidad productiva.

La identificación de prácticas de mejoramiento técnico que vayan desde la protección de las fuentes de agua, que considere también el acopio, técnicas avanzadas de riego y el establecimiento de plantaciones de productos variados más compatibles con las condiciones climáticas y comerciales de estas épocas, deben ser parte de la agenda de atención a la situación del agro.

Pero lo más importante es que sin dejar de lado el esfuerzo por atender la emergencia, se trate con urgencia el desarrollo de una política de Estado con visión de futuro que venga a proporcionar opciones para enfrentar los retos agrícolas que se plantean ante el radical cambio de las condiciones climáticas.
Hay miles de guatemaltecos que están en medio de la crisis. No podemos seguir pretendiendo como Estado ni como sociedad, que las familias sigan subsistiendo a base de maíz y frijol en tierra tan seca que parece concreto. Urge tomar medidas de largo plazo, porque el calentamiento global viene para quedarse y los efectos no se limitarán a los efectos de los fenómenos El Niño, La Niña.

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