Amy Goodman y Denis Moynihan
Han pasado cinco años desde que se firmó el Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Este acuerdo, firmado por la mayoría de los países del mundo, estableció un plan totalmente voluntario e inexigible para evitar el caos climático global. Esta semana, en una cumbre para celebrar el quinto aniversario del acuerdo —que se llevó a cabo en forma virtual debido a la pandemia de coronavirus—, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, dijo: “Aún no estamos yendo en la dirección correcta. El Acuerdo de París prometió limitar el aumento promedio de la temperatura global a 1,5 grados Celsius aproximadamente, pero los compromisos asumidos en el acuerdo estaban lejos de ser suficientes para lograr esa meta y, de hecho, ni siquiera se están cumpliendo. Es por eso que pido a todos los líderes del mundo que declaren el estado de emergencia climática en sus países hasta que se alcance la neutralidad en las emisiones de carbono”.
Sin embargo, los líderes mundiales tienen su atención enfocada en un estado de emergencia diferente. Con más de 1,6 millones de muertes por COVID-19 en todo el mundo y más de 74 millones de contagios registrados, es incalculable el sufrimiento y la devastación económica que la pandemia ha causado, en forma desproporcionada, a las personas pobres y de color. Con el presidente Donald Trump todavía al mando, ignorando en gran medida la crisis, a Estados Unidos le está yendo peor que a cualquier otro país del mundo: registra hasta el momento más de 300.000 muertes por COVID-19. Las muertes diarias superan actualmente las 3.600, lo que constituye un récord mundial. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades pronostican que 83.000 estadounidenses morirán por COVID-19 solo en las próximas tres semanas.
Tanto la catástrofe de la pandemia como la del clima deben abordarse de inmediato. Una coalición de más de 380 grupos ambientalistas, unidos bajo el lema “Reconstruir un mundo sin combustibles fósiles”, reclama una acción urgente del presidente electo Joe Biden tan pronto como asuma el cargo. Kassie Siegel, referente del Centro para la Diversidad Biológica, uno de los grupos que integra la coalición, afirmó: “Nuestra casa está en llamas debido al fuego que Donald Trump avivó durante cuatro años. No hay tiempo que perder”. Y agregó: “Joe Biden debe tomar medidas audaces apenas ingrese al Despacho Oval, sin esperar a un Congreso que funciona de manera disfuncional”. El grupo exige una serie de medidas ejecutivas para revocar los retrocesos regulatorios del Gobierno de Donald Trump en materia ambiental, así como otras para impulsar una recuperación que tenga en cuenta los preceptos de la economía ecológica.
Una recuperación genuinamente ecológica debería apuntar a la construcción de una economía con cero emisiones de carbono y al desarrollo de una infraestructura de energías renovables, así como también a la eficiencia y conservación energéticas. Al mismo tiempo es fundamental abordar el racismo estructural y la desigualdad que hacen que las personas pobres y de color sean las más afectadas por la crisis del cambio climático y soporten la peor parte de nuestra adicción a los combustibles fósiles. Estados Unidos, como el mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero, responsable de una cuarta parte del dióxido de carbono emitido a nivel mundial desde 1751, tiene la responsabilidad moral de impulsar una recuperación ecológica enérgica y de ayudar a los países en vías de desarrollo a hacer lo mismo. Con la derrota de Donald Trump y la victoria del presidente electo Joe Biden, los activistas contra el cambio climático han recobrado las esperanzas.
Biden ha anunciado los nombres de varias de las personas que van a ocupar puestos claves para la implementación de su estrategia climática. El ex secretario de Estado John Kerry ha sido designado como delegado especial del Presidente para asuntos climáticos. Será el encargado de las negociaciones internacionales relativas al cambio climático y tendrá un asiento en el Consejo de Seguridad Nacional. Asimismo, la exdirectora de la Agencia de Protección Ambiental Gina McCarthy será la coordinadora de asuntos sobre cambio climático de la Casa Blanca y quien se encargará de establecer las políticas climáticas en el orden nacional. McCarthy contará con la asistencia del experto en políticas contra el cambio climático y exasesor en asuntos sobre el clima del Gobierno de Barack Obama, Ali Zaidi.
Días antes de su nombramiento, McCarthy publicó en Twitter: “Todos los organismos del Gobierno de Biden deberían priorizar la acción contra el cambio climático y a favor de las energías limpias en sus políticas e inversiones federales […] para promover los intereses de los trabajadores y la justicia medioambiental en las comunidades de todo el país”.
Biden también designó a Pete Buttigieg —exalcalde de la ciudad de South Bend, Indiana, y exrival de Biden en las elecciones primarias del Partido Demócrata— como secretario de Transporte, quien será responsable de regular el sector más contaminante de nuestra economía. La exgobernadora del estado de Michigan Jennifer Granholm, considerada una firme defensora de las energías renovables, ha sido nominada para encabezar el Departamento de Energía. Por su parte, la abogada especializada en Derecho ambiental Brenda Mallory dirigirá el Consejo de Calidad Ambiental, que tiene un papel fundamental en la lucha contra el “racismo medioambiental”, término que describe la injusticia medioambiental que subyace en un contexto social de racismo y marginación.
“Esta es una gran victoria para nuestro movimiento”, dijo en un comunicado Varshini Prakash, directora ejecutiva de Sunrise Movement, un movimiento liderado por jóvenes activistas que luchan por la justicia ambiental. Prakash continuó diciendo: “Sin embargo, la verdadera magnitud del compromiso de Biden para abordar la crisis climática a través de una movilización de todo el gobierno y toda la sociedad se verá en relación con las herramientas, el poder y los recursos que se brinden para que el abordaje pueda ser efectivo y se pueda avanzar con audacia […] hacia una energía 100 % limpia que promueva la justicia ambiental, empleos de calidad, salarios y beneficios para los trabajadores”.
La alteración del clima causada por los seres humanos está impactando al planeta a una escala sin precedentes, con una catástrofe tras otra: sequías extremas e incendios forestales, sucesiones de huracanes y tifones, deterioros y pérdidas de hábitats. Todo ello dejando una secuela de muerte y destrucción a su paso. El calentamiento global también genera la aparición y propagación de enfermedades contagiosas, lo que prácticamente garantiza la futura aparición de más pandemias como la que estamos enfrentando actualmente. Estas dos crisis simultáneas exigen una respuesta global, colectiva y coordinada para lograr una distribución equitativa y gratuita de vacunas y tratamientos contra el coronavirus, así como también una recuperación económica de matriz ecológica vigorosa y justa.