La vigésimo octava Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) se realiza del 30 de noviembre al 12 de diciembre en una de las potencias petroleras, Dubai, Emiratos Árabes Unidos (EAU). Dicha conferencia fue inaugurada por el magnate petrolero, el sultán Ahmed Al Jaber e inicia bajo la sombra de una crisis climática en todo el planeta y de preocupantes conflictos armados entre los que destacan Rusia-Ucrania e Israel-Palestina.
En opinión de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) participante observador de esta conferencia, se debería tratar la eliminación definitiva de los combustibles fósiles y concretar un Fondo de pérdidas y daños, para atender los costos causados por la crisis climática y los fenómenos naturales extremos que cada vez resultan ser más frecuentes e intensos.
AIDA, fundada en 1998, se define como organización internacional no gubernamental de derecho ambiental que defiende los ecosistemas amenazados y a las comunidades que dependen de ellos. AIDA considera que, “…el equilibrio ambiental y los derechos humanos ya no pueden ser protegidos dentro de las barreras políticas de las naciones individuales: los 35 países de nuestro hemisferio están unidos bajo una bandera ambiental común. Los problemas internacionales requieren respuestas internacionales, y AIDA desarrolla estrategias transnacionales para enfrentar los retos ambientales y de derechos humanos de cara al siglo 21”. Además, exige que las perspectivas de derechos humanos y de género —enmarcadas en la meta de alcanzar justicia climática y una transición energética justa en la región— estén presentes en las negociaciones.
En la COP28, AIDA se propone promover lo siguiente: 1. Salida urgente, completa y equitativa de los combustibles fósiles. Esto significa, adoptar compromisos para poner fin a las nuevas prospecciones y explotaciones de petróleo, gas y carbón; así como eliminar los subsidios destinados a esos combustibles. AIDA respaldará las posiciones orientadas a esas metas, como la de avanzar hacia un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles. 2. Un Fondo de pérdidas y daños con perspectivas de derechos humanos y de género. Este es un acuerdo de la COP27 dirigido a favorecer a los países que son más vulnerables ante la crisis climática que debe garantizar la participación de la sociedad civil y de los grupos más vulnerables en todos sus niveles y etapas, sin embargo, la propuesta para su funcionamiento no incluye una perspectiva de derechos humanos y de género. 3. Acción climática basada en la protección del océano, humedales y bosques. En este aspecto, AIDA promoverá la inclusión de esos ecosistemas en los compromisos que se adopten respecto a mitigación, adaptación y medios de implementación. 4. Acción climática basada en los derechos humanos en los puntos de negociación. En este tema, se debe concluir el primer Balance Mundial para evaluar el progreso colectivo hacia los objetivos del Acuerdo de París.
Los pueblos originarios reclaman mayor participación, ser escuchados y respetar a la naturaleza. Es el caso de los habitantes de la Amazonía brasileña quienes afirman que, “…no está muriendo. La están matando”.
Txai Suruí, una joven de la comunidad indígena de los paiter suruí, activista de 26 años, sostiene que el territorio de su pueblo es de los más devastados por los efectos del cambio climático. Asegura que, la Amazonía es el ecosistema más complejo del planeta y su pueblo es parte de ese entramado. “Si una amenaza letal se cierne sobre la selva, también supone un riesgo para nuestra supervivencia. El destino de la Amazonía pende de un hilo y nuestra voz debe ser escuchada”, dijo.
