El virus de los bebés es la principal causa de aparición de enfermedades en las vías aéreas de los niños menores de dos años, especialmente bronquiolitis y neumonía.
El virus de los bebés es la principal causa de aparición de enfermedades en las vías aéreas de los niños menores de dos años, especialmente bronquiolitis y neumonía. Foto: Cortesía

Hace muchas décadas fue calificado como el virus de los bebés el VRS un virus respiratorio común, el cual puede anidar en los pulmones y otros órganos involucrados en la respiración, produciendo fiebre, tos, moqueo nasal, dificultad para respirar, pitidos en el pecho, síntomas muchas veces de un simple catarro, que son las manifestaciones más habituales de la infección por el virus respiratorio sincitial (VRS).

No se crea que todo el peligro es de bebés, mujeres embarazadas y ancianos puede tener esta infección temibles consecuencias al igual que los pacientes con enfermedades crónicas mal controladas.

Al igual que otros virus, este se adquiere de persona a persona a través de secreciones nasales, toses, estornudos y mediante el contacto con las manos, ropas, juguetes y pañuelos. Suele afectar a cualquier persona, pero sus preferidos, sus víctimas predilectas, son los recién nacidos. 

Por tanto, cabe una advertencia a las madres con bebés: estar alertas a que, si su bebé con fiebre o sin fiebre vista, contrae los músculos del abdomen y abre mucho las alas de la nariz al respirar, produce pitidos al expulsar el aire, deja de succionar y tragar líquidos porque necesita tener la boca libre o presenta una pigmentación amoratada alrededor de los labios y en las uñas, debe acudir rápidamente a un servicio de urgencias.

El virus de los bebés es la principal causa de aparición de enfermedades en las vías aéreas de los niños menores de dos años, especialmente bronquiolitis y neumonía. Según datos de los servicios de salud, en el caso de los niños, es el motivo de consulta número uno de urgencias de Neonatología cada año y de hospitalizaciones por culpa del VRS y sus complicaciones. Cerca del 75% de los bebés entra en contacto con el virus en su primer año de vida, porcentaje que se eleva hasta casi el 100% pasados los dos años. 

Por qué se comporta con estacionalidad no se sabe del todo bien la razón. Se ha estimado que eso depende de múltiples factores no bien aclarados, fundamentalmente condicionados por la combinación de la latitud, la humedad relativa y la temperatura. Afortunadamente la exactitud de su estacionalidad deja unos márgenes que permite a los servicios de salud organizarse y planificar la campaña de profilaxis selectiva con medicamentos y realizar los preparativos de gestión de recursos en los hospitales especialmente en las salas de pediatría que se congestionan de casos. Lamentablemente en nuestro medio, no se dispone de un sistema específico de vigilancia epidemiológica de este virus como debería de ser y nos basaremos en el simple acúmulo de casos o las percepciones compartidas entre clínicos, así como lo que veamos que vaya aconteciendo en lo público y en lo privado.

Prematuros, los más vulnerables 

Si bien todos los bebés nacen con un sistema inmunológico sin desarrollar por completo, lo que los hace vulnerables ante posibles infecciones por virus, bacterias y hongos, los niños prematuros nacidos antes de cumplir 35 semanas de gestación tienen mayor riesgo de padecer complicaciones graves a causa de la infección por el VRS. Esto se debe fundamentalmente a que tienen menos anticuerpos para su defensa, señalan los neonatólogos. Parte de la explicación reside en que la transmisión de anticuerpos desde la madre al niño a través de la placenta no comienza precisamente hasta la semana 35 de gestación. Cada año nacen muchos niños prematuros, lo que supone que 9 de cada 100 partos se realizan antes de término. Existe la impresión de en los últimos años el número de nacimientos prematuros ha aumentado. Según los expertos, esta tendencia puede deberse a una serie de factores, como el incremento de las técnicas de reproducción asistida, el estrés laboral y el retraso en la edad del primer embarazo. 

Otros factores de riesgo de infección severa por VRS, además de un parto prematuro, son el bajo peso al nacer –es decir, los nacidos con un peso igual o inferior a 2.500 gramos– o la presencia de cardiopatías congénitas o enfermedad respiratoria crónica en los bebés. 

Para los curiosos es intrigante pensar dónde se oculta el VRS, siendo un virus cuyo único reservorio conocido es humano, lo que hace todavía más difícil entender y anticipar su estacionalidad. La concepción más fundamentada es que el VRS puede infectar células dendríticas derivadas de los monocitos, en donde puede permanecer latente durante períodos prolongados gracias al óxido nítrico producido endógenamente. Más recientemente se ha reportado su capacidad de replicación en las células de Hofbauer. Estas células ovaladas se han encontrado en la placenta dentro de la luz de las vellosidades coriónicas. Estas células se cree que tienen propiedades de macrófagos y lo más probable es que estén involucradas en la prevención de la transmisión de patógenos desde la madre a su feto y entonces juegan un papel central en control de este y otros virus con marcado carácter de transmisión vertical como el virus Zika y otros.

Tratamiento

En el plano del tratamiento, los avances farmacológicos están produciendo importantes avances frente al VRS, tanto en la prevención como en el tratamiento. La siguiente generación de anticuerpos monoclonales, plantea nuevos horizontes inmediatos en la prevención, basados en una mayor potencia y en una vida media más prolongada, lo que podría permitir, con una única dosis, cubrir la estación VRS al completo. También el desarrollo de las vacunas es prometedor. Aunque recientemente se ha autorizado una vacuna preventiva, su uso se limita a los adultos mayores y el tratamiento adecuado de las enfermedades por VSR sigue estando lejos de ser óptimo, particularmente en grupos de edad pediátrica.

Existen diferentes antivirales específicos frente al VRS con resultados prometedores, tanto inhalados como orales, si bien aún están lejos del mercado. 

Y entonces la única intervención posible sigue siendo la profilaxis con palivizumab que se administra mensualmente durante la estación VRS en ciertos grupos de alto riesgo —fundamentalmente recién nacidos prematuros.

Lo mejor: tratar tempranamente los síntomas de fiebre y malestares respiratorios a tiempo en los niños y vigilarlos atentamente. Y algo importante, tampoco sabemos el impacto que esta situación pueda tener sobre la dinámica de la nasofaringe y la microbiota, y debemos estar atentos a las sinergias ya conocidas que el VRS tiene con otros patógenos (neumococo o meningococo) y a cómo puedan evolucionar o resurgir las complicaciones. 

Insistimos: aunque alrededor del 90% de los casos incidentes suelen tratarse de forma ambulatoria, las infecciones por VRS provocan altas tasas de hospitalización, incluso en bebés sanos.

Secuelas a largo plazo 

Junto a la grave amenaza que supone este virus para la salud de los niños, hay que tener en cuenta el elevado coste que representa el ingreso de estos pacientes en las unidades de cuidados intensivos pediátricos. 

Además de enfermedades como bronquiolitis o neumonía, que requieren una atención inmediata, el virus respiratorio sincitial puede causar complicaciones a medio y largo plazo en los bebés infectados. Durante el año siguiente a una infección por el virus, entre el 40 y el 60 por ciento de los niños tiene episodios de bronquitis recurrente, lo que puede dar lugar a la aparición posterior de asma. También hay pacientes que aparentemente no padecen complicaciones derivadas de la infección por VRS, pero que en la adolescencia empiezan a mostrar una función pulmonar alterada. 

Prevención 

Podemos destacar un decálogo de recomendaciones que pueden ayudar a prevenir la transmisión del virus al bebé: 

  1. Lavarse las manos con frecuencia antes de tocar al niño. 
  2. No permitir que se fume cerca del bebé y preservarlo de los ambientes cargados. 
  3. Evitar que el niño esté en contacto con otros bebés enfermos. 
  4. Acostar al niño en una habitación individual, separado de otros hermanos. 
  5. Evitar mantener al bebé en lugares cerrados con gran concentración de personas. 
  6. Evitar el contacto con personas con síntomas de fiebre o enfermedad respiratoria. 
  7. No utilizar juguetes u objetos que hayan sido tocados por niños enfermos. 
  8. Lavar bien los platos y biberones. 
  9. No dejar al alcance del bebé pañuelos usados. 
  10. No emplear en los niños el mismo material de higiene de los mayores. 

De todas estas recomendaciones, los médicos destacan especialmente la primera: “Las posibilidades de contagio del virus al bebé se reducen un 90 por ciento si previamente a tocarlo nos lavamos las manos”, afirma este experto. 

En resumen: El virus sincitial respiratorio es una Infección Respiratoria Aguda –IRA, caracterizada por la dificultad respiratoria, también puede causar infecciones más graves, como bronquiolitis, que es la inflamación de las vías respiratorias pequeñas del pulmón, y neumonía, que es una infección de los pulmones. Este virus es la causa más común de bronquiolitis y neumonía en niños menores de 1 año. Se presentan los síntomas entre cuatro a seis días después de haberse infectado.

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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