Por ADAM GELLER
GREECE, Nueva York, EE.UU.
Agencia (AP)
Pocos meses después de cumplir 17 años –y dos años antes de su arresto– Vincent Vetromile se transformó en un revolucionario de la internet.
Cuando no estaba pegado a la pantalla, en el suburbio neoyorquino de Rochester, Vetromile estudiaba reparación de calentadores y acondicionadores de aire. O se pasaba horas con su padre, arreglando vehículos.
En las redes sociales, en cambio, el adolescente hablaba de “recuperar nuestra nación a cualquier costo”. Un día cambió la foto de su perfil de Twitter y el selfie que lo mostraba sonriente dejó su lugar a un miliciano de la época colonial con un rifle AR-15 al hombro. En lugar de su nombre, la página decía “Al borde del precipicio” (Standing on the Edge).
En el 2016 mandó el primero de 70 comentarios por una cuenta de Twitter con 140 mil seguidores, manejada por alguien que se describe como el partidario de Donald Trump más grande de Canadá. El último circuló en diciembre.
“Florecen en Estados Unidos zonas donde no pueden entrar los musulmanes. ¡Prepárese y apunte, Estados Unidos”, tuiteó el canadiense, que adjuntó un mapa de los estados con comunidades musulmanas, incluido Nueva York.
“Si hubiese sitios específicos, como ‘al norte de la calle X en el pueblo Y, en el estado Z’, podríamos ir y hacer algo”, respondió Vetromile.
Semanas después, cuando la policía acusó a Vetromile y a tres amigos de complotar para atacar la comunidad musulmana de Islamberg, en el condado de Delaware, estado de Nueva York, se planteó también el tema de la ideología de los jóvenes y el papel de la tecnología como herramienta de contacto.
“No sé cuándo quedaron expuestos (a ideologías extremistas), si vino de otros chicos en la escuela o a través de las redes sociales”, expresó Matthew Schwartz, subprocurador de distrito que lleva el caso. “No tengo idea de si sus padres están de acuerdo con estas ideologías”.
Además de Vetromile, quien tiene 19 años, también fueron encausados Brian Colaneri (de 20), Andrew Crysel (18) y un chico de 16 años que la Associated Press no identifica por su edad. Todos se declararon inocentes. Sus padres y/u otros parientes declinaron hacer comentarios. Sus abogados no devolvieron llamadas. En el juzgado algunos de ellos dijeron que este “complot” no fue nada más que charlas entre amigos.
No hay indicios de que se haya fijado una fecha para un ataque, según los fiscales, quienes dicen que las versiones de que tenían 23 armas a su disposición son engañosas. Las armas pertenecían a sus familias. Los fiscales dicen que los jóvenes hablaron de usar esas armas y otros explosivos en Islamberg, cuyos residentes son hostigados por elementos de derecha que dicen que esa comunidad es un centro de formación de terroristas. Un hombre fue condenado en el 2017 por planificar el incendio de la mezquita de Islamberg.
La propagación de ideologías extremistas –y el papel de la tecnología– están generando alarma. Una comisión de la cámara baja interrogó a ejecutivos de Google y de Facebook sobre el papel que puedan desempeñar esas plataformas en la propagación de ideologías intolerantes. Y hay expertos que se enfocan en los algoritmos usados por los motores de búsqueda y las redes sociales para priorizar su contenido.
“Cuando revelas una tendencia, la máquina toma nota”, dijo Jessie Daniels, profesor del Hunter College de Nueva York. “Eso es exactamente lo que sucede con todas estas plataformas… y encaminan a algunas personas por sendas terribles”.
Por ahora no hay explicaciones para que cuatro jóvenes cuya experiencia se limita casi exclusivamente a la escuela secundaria hayan decidido lanzar un ataque en Islamberg. Lo que está claro, no obstante, es la frustración que revelan los comentarios de Vetromile en la internet.
Hasta el 2017 Vetromile se quejaba de video juegos y de las clases de inglés, pero a partir de entonces empezó a publicar cosas fuertes sobre los musulmanes. Una cuenta canadiense, de un tal Mike Allen, pareció alentarlo.
Cuando Allen tuiteó, “los políticos checos votan por dejar que sus ciudadanos porten armas y les disparen a los terroristas musulmanes apenas los divisan», Vetromile respondió: “¡Necesitamos eso aquí!”.
Un tuit de diciembre sobre las zonas prohibidas a los musulmanes incluyó un video de Martin Mawyer, cuya Red de Acción Cristiana (Christian Action Network) hizo un documental en el 2009 en el que se afirmaba que Islamberg y otras comunidades eran centros de formación de terroristas. La policía lo negó.
En la internet, Vetromile dijo que el video podía aludir al estado “’de Nueva York y a California’ y que esa es una zona demasiado grande para buscar terroristas”. Cuando otros hablaron de posibles sitios, Vetromile dijo: “Vale la pena estudiarlo. Gracias”.
Meses antes, según fiscales, los cuatro sospechosos habían empezado a usar una plataforma de mensajes por la internet para hablar de armas y de cómo emplearlas en un ataque. En noviembre crearon otro canal: “#sebuscanmilicanos-soldados (#militia-soldiers-wanted).
En enero, el chico de 16 años le mostró a un compañero una foto de uno de sus amigos, que lucía un chaleco militar, y comentó: “Parece el próximo atacante de una escuela, ¿no crees?”, según la policía local. El otro estudiante denunció el episodio, lo que hizo que se acusase a los amigos de confabularse para cometer actos terroristas.
Mike Allen, el canadiense cuyos tuits Vetromile seguía tan de cerca, se mostró apesadumbrado cuando un periodista de la AP le dijo que uno de los acusados seguía de cerca su página. “¿Y lo pillaron? Bien hecho”, expresó.
“No podemos dispararle a cualquier persona que no nos cae bien”, agregó Allen, de 69 años, ejecutivo de bienes raíces jubilado.
Al día siguiente cerró su cuenta.