Por Mónica Linares
momsideas76@gmail.com
Soy Abogada de profesión pero mamá de corazón. Con el tiempo me he dado cuenta que en  este desconocido viaje de ser mama, una de las claves es aprender y la otra es compartir lo aprendido,  así que… LET´S SHARE

Hace poco recordaba como cuando era pequeña debía esperar siete días para ver como McGiver salvaba la noche con un simple “clip” o como debía esperar a mi cumpleaños o Navidad para recibir el regalo que tanto deseaba y del cual hablaba todos los días.

Esperar era parte del diario vivir, era parte de una formación y cultura que nos hacía saber que no todo se podía obtener fácilmente y que para alcanzar ciertos privilegios debíamos esforzarnos y esperar. Hoy en día vemos como nuestros hijos viven su vida al estilo “fast forward”. Ellos ya no esperan a Navidad o su cumpleaños para recibir un regalo especial, lo reciben constantemente y a veces hasta de manera innecesaria.

Los jóvenes ya no esperan a alcanzar “cierta” madurez para beber su primera cerveza. ¿Alguna vez nos hemos preguntado porque pareciera que nuestros hijos crecen más rápido y experimentan mucho a una edad que no necesariamente es la ideal?

Al buscar una respuesta a esta pregunta, encontré que hay muchos factores, algunos externos que como padres de familia no podemos controlar, pero sí hay algunos otros que nos atañen directamente.

Como padres nos hemos vuelto complacientes y nos hemos dejado manipular por la presión de nuestros propios hijos. Al evitar decir “no” a nuestros hijos nos olvidamos de que el autocontrol y la paciencia son habilidades necesarias para un desarrollo equilibrado en todo ser humano.

El autocontrol es la capacidad que puede poseer una persona de ejercer dominio sobre sí mismo, tanto en sus pensamientos como en su actuar.

Como padres debemos comprender que decir “no” a nuestros hijos no les traerá traumas imposibles de curar, por el contrario, un “no” a tiempo les enseñará a desarrollar la capacidad de controlar sus emociones, trabajar con ellas y colocarlas en el lugar al cual pertenecen; y en ese proceso empezará a formarse en ellos la virtud de la paciencia, que les dará la habilidad de esperar por la chica adecuada, la madurez para manejar la presión social, la fortaleza de aceptar el rechazo o simplemente aprenderán que la vida no es sencilla.

En este proceso de formación también nuestros hijos reconocerán que todo privilegio requiere un esfuerzo y el esfuerzo requiere empeño, trabajo, constancia, ilusión y perseverancia.

Pongamos pausa en la vida de nuestros hijos y aprendamos a decir “no”; recordemos, ¿Quién no se enojó con sus papás por un permiso denegado? Aquel trauma no pasó de unas cuantas lágrimas y en el peor de los casos un “portazo”, pero formó nuestro carácter. Hace poco una buena amiga me dijo: “Monica mis hijos deben aprender que “no” ya es en sí misma una oración completa”. Me pareció sabio y como estamos en la era del “share” hoy decidí compartir un poco de sabiduría maternal -ajena-.

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