Por MATT O’BRIEN
BEDFORD, Massachusetts, EE.UU.
Agencia (AP)

Las aspiradoras robot están en los hogares desde hace tanto tiempo, que uno al verlas recorrer la sala bien podría preguntarse: ¿por qué no existe un robot capaz de cortar mi césped? Resulta que no es por no haberlo intentado.

Desde hace más de 10 años, iRobot, la empresa fabricante de la aspiradora robot Roomba, trabaja obsesivamente en la creación de un cortacésped robot. Finalmente sus esfuerzos han dado resultado, aunque a gran costo.

El cortacésped autónomo cuadrado y chato presentado ayer es producto de largos esfuerzos de los ingenieros que incluyeron experimentos fútiles y un conflicto con los radioastrónomos.

Enseñarle a un robot a navegar un jardín típico sin destruir los macizos de flores resultó más difícil de lo que parecía al comienzo. «Hubo mucha desesperación y frustración a lo largo del camino”, dijo Angle.

Los ingenieros recurrieron a todas las tecnologías y diseños a su alcance para su proyecto secreto, que ocultaron detrás de altas bardas opacas junto a una autopista que pasa justo por el borde de la sede de iRobot en Massachusetts. El jardín de ensayos incluía una mesa para picnic y otros obstáculos.

El primer problema era lograr que el robot identificara su ubicación para que no se extraviara y pasara lugares por alto. La tecnología satelital GPS no servía, era demasiado “delicada” porque la interferencia de las ramas de árboles o casas vecinas la volvía inútil, dijo Angle.

Tampoco sirve la visión cibernética de los últimos modelos de Roomba. La tecnología no funciona bien fuera de la casa porque las hojas o la tierra bloquean los lentes y los algoritmos se confunden cuando la máquina pega saltos. Los telémetros láser y las guías sobre tierra presentaban nuevas dificultades.

La empresa hizo tantos ensayos que los primeros prototipos aparecen en el filme “21”, de 2008. En una escena, Angle hace el papel de un profesor de MIT que anuncia al ganador de una competencia de robótica. El Terra actual no se parece en absoluto a esos prototipos.

Pero en última instancia se impuso la necesidad económica de diversificar la línea de productos.

Los cortacéspedes robot empezaron a proliferar en Europa, donde actualmente facturan unos 300 millones de dólares anuales. Pero éstos obligan a los propietarios a instalar alambradas perimetrales para que las máquinas trabajen en un espacio cerrado.

La empresa terminó por hallar la respuesta en una tecnología de radio basada en amplitudes de banda “ultraanchas” que guiaran los cortacéspedes mediante guías situadas alrededor del jardín, combinadas con la memoria de mapeo que iRobot ya usa en las aspiradoras. Pero esto provocó la ira de los astrónomos, quienes dijeron que las señales de radio podían interferir con sus estudios de la química interestelar.

Finalmente, iRobot obtuvo permiso de la Comisión Federal de Comunicaciones para usar la banda ultraancha.

El silencioso artefacto eléctrico tiene un par de trituradores de tres hojas que trabajan lentamente, y regresa a su estación cuando ha finalizado. El usuario puede darle el horario de trabajo mediante una app telefónica. Si se le acaba la carga, regresa a su estación a recargarse y reanuda la tarea. Aparte de la tecnología radial, otros sensores le permiten esquivar latas y otros escombros imprevistos.

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