Por Sergio Rozalén
Nueva York/Madrid
Agencia/dpa

Quienes con frecuencia se despiertan con el dolor de cabeza, temblores y malestar propios de la resaca, están de enhorabuena: un trabajo de investigación con sello español apunta a las propiedades beneficiosas de una molécula sobre los efectos cerebrales del consumo intensivo de alcohol.

La base de esta investigación parte del descubrimiento, hace diez años, de la molécula oleoiletanolamida (OEA), un compuesto hallado en el chocolate negro que ayuda al organismo a tener la sensación de saciedad. Posteriores estudios encontraron que el intestino segrega esta molécula y, a partir de ahí, se abrió la puerta a la lucha contra distintas adicciones, entre ellas el alcoholismo.

«La inflamación causada por el consumo intensivo de alcohol perjudica al cerebro y provoca que la toxicidad cerebral sea más grave», explica en entrevista con dpa la doctora Laura Orío, de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. «Estudios previos, liderados también por investigadores españoles, indicaban que la molécula se libera, producida por el intestino, cuando se consume alcohol. Se pensó, por tanto, que la OEA podría ser una señal del organismo para frenar el daño».

Orío (Arnedo, La Rioja, 1978) todavía no se cree la repercusión que su descubrimiento está teniendo. Su trabajo le ha valido el Premio Joven Investigador otorgado por prestigiosa Sociedad Internacional de Investigación sobre Drogas y, gracias a él, ya tiene en su mano el billete de avión para Sydney, donde este agosto presentará su investigación ante la audiencia del V Congreso de dicha sociedad.

A pesar de las posibles aplicaciones del descubrimiento para paliar la resaca, Orío insiste en que su estudio se centra en los daños perjudiciales del consumo masivo de alcohol por inflamación en el cerebro y, por lo tanto, en la corteza frontal. Efectivamente, observó que al administrar la OEA junto con cantidades elevadas de alcohol, la molécula reducía la activación inmune/inflamatoria y los marcadores de daño neuronal en la corteza frontal de las ratas.

En el proceso de investigación, el equipo comprobó otros efectos beneficiosos de la molécula, como una mejora en el estado anímico tras el consumo alcohólico. «No hemos realizado una investigación para paliar los efectos de la resaca, pero eso no significa que los resultados obtenidos no puedan tener también esa aplicación», aclaró Orío. A partir de aquí, el siguiente paso será comprobar el mismo efecto reparador en humanos. Un proyecto que está dando sus primeros pasos y que está pendiente, entre otras cosas, de financiación.

Pese a todo, la investigadora es prudente. «Mi exposición en el Congreso de Sydney todavía no ha tenido lugar y seguimos pendientes de la publicación de la investigación en la revista ‘Addiction Biology'», apunta. Pues en ciencia, «hasta que algo no está publicado, no está aceptado».

No ha sido únicamente su descubrimiento de la «molécula antirresaca» lo que ha valido a Orío el premio de la Sociedad Internacional de Investigación sobre Drogas, sino su notable trayectoria en su apenas 37 años. La carrera de esta farmacóloga y madre de dos hijos ha discurrido por diferentes grupos de investigación estudiando aspectos bioquímicos y comportamentales del abuso de drogas como la cocaína, la metanfetamina, el éxtasis o el alcohol.

Tras pasar por el prestigioso Instituto de Investigación The Scripps de La Jolla, California, logró regresar a España y re-engancharse en un proyecto de investigación. Algo que no fue sencillo. «Hay muchas dificultades para volver del extranjero y encontrar financiación, y proyectos como éste son posibles gracias a los colaboradores, no sólo de las instituciones. Pero estamos acostumbrados a trabajar con pocos recursos e incertidumbre financiera», lamenta.

 

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