El Titanic está desapareciendo. El emblemático transatlántico que fue hundido por un témpano sucumbe lentamente a las bacterias que comen metales: el casco está agujereado, el puesto del vigía ha desaparecido y la célebre barandilla de la proa está a punto de derrumbarse.
En una carrera contra lo inevitable, una empresa de exploración submarina realizará una expedición a los restos de la nave en lo que se prevé será un registro anual del deterioro de la nave. Con ayuda de turistas adinerados, los expertos esperan aprender más sobre el navío y sobre los ecosistemas submarinos generados por los naufragios.
«El océano se lleva esta cosa y necesitamos registrarlo antes de que desaparezca o se vuelva irreconocible», explicó Stockton Rush, presidente de OceanGate Expeditions, desde una nave que se dirigía hacia el lugar del naufragio en el Atlántico Norte.
El transatlántico de 109 años sufre el embate de corrientes submarinas profundas y de bacterias que consumen cientos de kilos de hierro por día. Algunos pronostican que el buque desaparecería totalmente en cuestión de décadas.
Desde el hallazgo del buque en 1985, se ha derrumbado el mástil delantero de 30 metros (100 pies). El puesto desde el cual el vigía gritó: «¡Témpano al frente!» ha desaparecido. Adicionalmente, la cubierta de popa, donde se aglomeraron los pasajeros mientras se hundía la nave, se ha plegado sobre sí misma.
El gimnasio cerca de la escalinata ha caído. Una expedición en 2019 descubrió que la alucinante bañera del capitán, que apareció al derrumbarse la pared externa de su camarote, se desvaneció.
«Uno esperaría que en algún momento desaparezca la barandilla de proa, que es tan emblemática», dijo Rush.
La empresa ha equipado su sumergible de titanio y fibra de carbón con cámaras de alta definición y equipo de sonar de haces múltiples, dijo Rush. El monitoreo de la descomposición ayudará a los científicos a pronosticar la evolución de otros naufragios, como los que se produjeron durante las guerras mundiales.
OceanGate también quiere registrar la fauna marina en el naufragio, como cangrejos y corales. Hay cientos de especies que sólo se han visto en ese lugar, añadió Rush.
Otra área de estudio será el campo de escombros. David Concannon, un asesor de OceanGate que ha participado en varias expediciones al Titanic, dijo que en una ocasión siguió un rastro de «artefactos ligeros y pequeños efectos personales como zapatos y maletas» a lo largo de 2 kilómetros.
Arqueólogos y biólogos marinos participan de la expedición, pero OceanGate también lleva a unas 40 personas que han pagado o han conseguido patrocinadores para ir. Se turnarán en operar el sonar y otras tareas en el sumergible con capacidad para cinco personas.
Financian la expedición al pagar entre 100.000 y 150.000 dólares cada uno.
«Alguien pagó 28 millones de dólares para viajar en el Blue Origin al espacio, ni siquiera a la Luna», dijo Renata Rojas, de 53 años. «En comparación, esto es barato».
Obsesionada desde niña con el Titanic, Rojas dijo que empezó a estudiar oceanografía con la esperanza de hallar el naufragio, pero lo hallaron ese mismo año y ella optó por un cambio de rumbo y una carrera bancaria.
«Necesito verlo con mis propios ojos para saber que es real», declaró.
Bill Sauder, un historiador del Titanic que realizó investigaciones para la empresa dueña de los derechos de salvamento, dijo que la expedición difícilmente hará un descubrimiento que sea «noticia de primera plana», pero se comprenderá mejor la disposición del naufragio y el campo de escombros. Por ejemplo, le gustaría que le confirmen si la perrera del buque está donde él cree.
OceanGate no se llevará nada del lugar, por lo que la expedición es mucho menos polémica que los planes, ahora suspendidos, de otra firma de recuperar el radio del Titanic.
RMS Titanic, la empresa dueña de los derechos de salvamento, quería exhibir el equipo de radio porque había transmitido los pedidos de auxilio del Titanic, pero la propuesta provocó una batalla judicial con el gobierno de Estados Unidos. Éste dijo que la expedición violaría una ley federal y un pacto con Gran Bretaña de no alterar el naufragio por tratarse de un cementerio marino.
Apenas 700 de los 2.200 pasajeros y tripulantes sobrevivieron al hundimiento de la nave tras el choque con un témpano en 1912.
El caso judicial finalizó cuando la firma suspendió sus planes por tiempo indeterminado debido a la pandemia de coronavirus, pero hay quienes no aprueban la expedición actual.
En 2003, Ed Kamuda, entonces presidente de la Sociedad Histórica del Titanic, dijo a The Associated Press que se debe limitar la actividad humana, incluidos el turismo y las expediciones. Dijo que se debe tratar el sitio como un cementerio marino y dejarlo en paz.
«Que la naturaleza recupere lo que es suyo», dijo. «Es sólo cuestión de tiempo hasta que sólo quede una mancha parda y un poco de arrabio en el lecho del océano».