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BEIRUT
Agencia (AP)

La pandemia se cobrará un duro precio en los países árabes, causando una contracción económica del 5,7% este año, sumiendo a millones de personas en la pobreza y agravando el sufrimiento de los que ya viven con conflictos armados, según un reporte de Naciones Unidas publicado hoy.

La Comisión Económica y Social para Asia Occidental estima que algunas economías árabes se contraerán hasta un 13%, con unas pérdidas totales para la región de 152.000 millones de dólares.
Se espera que otras 14,3 millones de personas caigan en la pobreza, aumentando la cifra total a 115 millones, un cuarto de la población árabe. Más de 55 millones de personas en la región dependían de ayuda humanitaria antes de la crisis del COVID-19, incluidos 26 millones de desplazados forzosos.

Los países árabes tomaron medidas rápidas en marzo para contener el virus con órdenes de confinamiento, restringiendo los viajes y prohibiendo las aglomeraciones, incluidos peregrinajes religiosos.

En conjunto han reportado más de 830.000 casos y al menos 14.717 muertes. Eso supone una tasa de infección de 1,9 por cada 1.000 personas y 17.6 muertes por cada 1.000 casos, menos de la mitad de la media global de 42,6 muertes, según Naciones Unidas.

Pero las restricciones se cobraron un alto coste económico y las autoridades se han visto obligadas a suavizarlas en las últimas semanas. Eso ha provocado un aumento de los casos en países como Líbano, Irak y los territorios palestinos.

Los países adinerados del Golfo Pérsico se vieron golpeados por la pandemia en un momento de bajos precios del crudo, añadiendo más presión sobre presupuestos ya al límite. Países con ingresos intermedios, como Jordania y Egipto, han visto desaparecer el turismo y sufrido un descenso en las remesas de sus ciudadanos emigrantes.

Libia y Siria, devastadas por la guerra, han reportado brotes relativamente pequeños por ahora. Pero en Yemen, donde cinco años de guerra civil ya habían provocado la peor crisis humanitaria del mundo, el virus sigue rampante en el sur, controlado por el gobierno, mientras que los rebeldes en el norte ocultan sus cifras de infectados.

Los países árabes deben «convertir esta crisis en una oportunidad» y abordar viejos problemas como una instituciones públicas débiles, desigualdad económica y una dependencia excesiva de los combustibles fósiles, dijo Rola Dashti, responsable de la comisión de Naciones Unidas.
«Debemos invertir en supervivencia, supervivencia de personas y supervivencia de negocios», dijo.

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