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Por Gabriel Tuñez
Buenos Aires
Agencia (dpa)

«Tenemos como objetivo económico lograr una Argentina con pobreza cero», afirmó el 15 de noviembre de 2015 Mauricio Macri en un debate público transmitido a todo el país siete días antes de ser elegido presidente. Casi dos años después, el 27 por ciento de los argentinos es pobre.

La promesa de «pobreza cero» fue una de las más repetidas por Macri durante la campaña electoral que le llevó a suceder al frente del país a Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).

Pero ayer, a poco más de un año de que termine el mandato de Macri, se dio a conocer un aumento de la pobreza. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en el primer semestre del año el 27.3 de los argentinos vivía en la pobreza, 1.6 puntos porcentuales más que en el semestre anterior.

La pobreza había descendido en 2017, pasando del 32.2 al 25.7 por ciento. Algo similar ocurrió con la indigencia, que disminuyó a 6.1 por ciento y 4.8 por ciento.

Pero la fuerte devaluación del peso, superior al 90 por ciento desde enero, la retracción del mercado laboral, el aumento de las tarifas de los servicios públicos y de la inflación, que en un año llegó a 34.4 por ciento, provocaron desde comienzos de 2018 una nueva subida de la pobreza.

A eso se sumó el programa económico de ajuste que el Gobierno argentino decidió poner en práctica a cambio de obtener un multimillonario auxilio financiero del Fondo Monetario Internacional (FMI) para superar una crisis a la que Macri compara con un fenómeno climático.

En Argentina la pobreza la fija la cantidad de dinero que se necesita para comprar alimentos, adquirir algunos servicios e indumentaria, la llamada Canasta Básica Total. En agosto, según el INDEC, una familia compuesta por dos adultos y dos niños necesitó 20 mil 868 pesos (552 dólares) para hacerlo.

La indigencia, en tanto, está marcada por las personas o grupo familiar que no tienen los ingresos mínimos para adquirir la denominada Canasta Básica Alimentaria, estimada en agosto oficialmente en 8 mil 347 pesos (220 dólares).

«En nuestros barrios hay hambre», aseguró a dpa el sacerdote católico Francisco «Paco» Olveira, que tiene a su cargo el funcionamiento de dos comedores comunitarios en los que todos los días cenan unas 700 personas, en su mayoría niñas y niños.

Los comedores funcionan en la Isla Maciel, en el sur de los suburbios de Buenos Aires y a sólo 19 minutos en automóvil de la Casa Rosada, la sede del Gobierno de Macri. «Todos los días se acercan a comer más personas», agregó Olveira.

Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, estimó en declaraciones a dpa que al finalizar 2018 la situación será peor y la pobreza «va a estar por arriba del 30 por ciento».

El INDEC estuvo intervenido políticamente durante ocho de los doce años en que se sucedieron los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández, actual senadora opositora.

Todas sus mediciones fueron puestas en duda en aquella época y sus directivos hasta denunciados por presunta manipulación de los datos. En concreto, el índice de pobreza fue interrumpido en 2013 y los argentinos dejaron de saber, oficialmente, cuántos pobres había en el país.

«Yo no tengo el número de pobres, me parece una medida bastante estigmatizante», dijo en marzo de 2015 el entonces ministro de Economía kirchnerista Axel Kicillof.

Ya con Macri en el Gobierno, el INDEC volvió a efectuar en el segundo semestre de 2016 la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el estudio del que surgen los niveles de pobreza e indigencia en el país.

«Este punto de partida es sobre el cual quiero y acepto ser evaluado como presidente», indicó Macri al anunciar el primer resultado de la medición: el 32.2 por ciento de la población vivía en la pobreza y, de esa cifra, el 6.3 por ciento lo hacían en la indigencia.

El trabajo del Observatorio de la Deuda Social fue importante cuando el INDEC estuvo intervenido por el kirchnerismo. Fue el espejo que reflejó a los pobres que pocos querían ver. A «los nadies», como los definía el escritor uruguayo Eduardo Galeano.

Para Salvia, «frente a una realidad de hambre» Macri «deberá sostener con mayores partidas de dinero a las capas bajas de la sociedad».

Consultado acerca de si la promesa de «pobreza cero» hecha por Macri en su campaña fue alguna vez una posibilidad cierta, Salvia dijo: «Aquello tenía un vacío de contenido de definiciones conceptuales y, lo más grave, económicas».

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