Washington
Agencia (dpa)
Un día después de decir que México y Estados Unidos podrían llegar a un acuerdo sobre Nafta en «horas», el ministro de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, se mostró más cauto en Washington, donde sigue la negociación sobre el tratado de libre comercio de América del Norte.
«La idea es hacer todo lo que podamos para acabar este acuerdo lo antes posible», manifestó Guajardo a la prensa al llegar a la Oficina del Representante de Comercio para continuar con las conversaciones. «Es mejor tener un buen acuerdo que uno rápido».
La negociación bilateral sin Canadá, de hecho, se extenderá hasta la semana que viene -la sexta consecutiva-, a tenor de lo que el ministro manifestó luego, tras horas de conversaciones con el equipo estadounidense, encabezado por el representante de Comercio, Robert Lighthizer.
Las negociaciones están muy avanzadas, dijo Guajardo, pero aún no hay acuerdo. Este fin de semana, el ministro se queda en Washington para continuar con el trabajo.
Estados Unidos y México han estado negociando por cinco semanas consecutivas en Washington sin Canadá, el tercer socio del también llamado TLCAN. Según la versión oficial, quieren cerrar temas que solo les afectan a ellos antes de regresar a una mesa trilateral, algo que no ocurre desde mayo.
El presidente Donald Trump, que a lo largo del año de negociación en marcha ha llegado a amagar con sacar a Estados Unidos del acuerdo si no considera satisfactorio para su país el resultado, ha defendido en varias ocasiones la posibilidad de sustituir el Nafta por sendos tratados bilaterales con México y Canadá. Pero estos dos países se han manifestado siempre en contra de esa bilateralidad.
Estados Unidos y México tienen prisa por llegar a un nuevo Nafta antes que termine agosto para poder cumplir los plazos legales que permitan, por un lado, que Enrique Peña Nieto lo firme antes de que Andrés Manuel López Obrador asuma la presidencia de México el 1 de diciembre y, por otro, que lo rubrique Donald Trump antes de que los demócratas puedan ganar más peso en el Congreso en las elecciones legislativas de medio término de noviembre.
La ley estadounidense obliga al Gobierno a informar de un acuerdo al Congreso 90 días antes de su rúbrica.
Jesús Seade, un enviado de López Obrador, forma parte de la delegación mexicana que negocia en Washington.
Una de las dos principales diferencias que han complicado desde el principio la renegociación del Nafta son las reglas de origen para el sector del automóvil. Estados Unidos quiere que el contenido regional del producto final sea mucho mayor al 62,5 por ciento actual y que la mayor parte de ese sea fabricado por él.
«Actualizar las reglas de origen ha sido siempre un esfuerzo grande, importante y complicado», dijo hoy por su parte a la prensa de su país la ministra de Exteriores canadiense, Chrystia Freeland, que es la jefa negociadora del Nafta.
«Canadá tiene claramente interés en cómo se actualizan esas reglas y claramente tendremos que verlo y estar de acuerdo con cualquier conclusión final», advirtió.
El otro gran punto de fricción es una cláusula automática de caducidad que obligaría a revisar el también llamado TLCAN cada cinco años y que Washington defiende frente a la oposición de sus socios.
La renegociación del Nafta, en vigor desde 1994, fue una imposición de Trump a sus socios bajo amenaza de retirar a Estados Unidos de él.
El mandatario considera que el tratado -del que asegura que es el peor firmado nunca por su país- ha beneficiado a México y Canadá pero no a Estados Unidos.
Quiere sobre todo reducir el déficit comercial con México -que fue de 70.952 millones de dólares en 2017- y una mayor producción de manufacturas, recortando las que entran a la zona desde China.