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Por JILL LAWLESS
LONDRES
Agencia/AP

En una época el carbón impulsó al Imperio Británico, empleó a ejércitos de hombres y movió el poder de los gobiernos.

Hoy, los trabajadores de la última mina profunda de carbón terminaron su último turno. El último montón de carbón de la mina está destinado a un museo, al desvanecerse en la historia una industria otrora poderosa.

Desafiantes hasta el fin, los mineros en Kellingley Colliery en el norte de Inglaterra cantaron un éxito de Tom Jones, hijo de un minero del carbón, al adentrarse bajo tierra para completar su último turno. «Algunos hombres derraman lágrimas», dijo el minero Neil Townend de 51 años.

En su pico durante la década de los 1920, la industria minera de Gran Bretaña empleó a más de un millón de personas, cuando el carbón movía a trenes, alimentaba a fábricas y calentaba hogares. Luego de la Segunda Guerra Mundial, el país tenía a 750 mil mineros bajo tierra y casi mil minas de carbón. Pero la industria ya tenía sus días contados.

Con el aumento del gas y el poder nuclear, cientos de minas del carbón habían cerrado para 1984, cuando un enfrentamiento entre el gobierno y los mineros posicionó el lugar central, y disputado, de la industria en la mitología nacional de Gran Bretaña.

Miles de mineros se declararon en huelga con la esperanza de escapar del plan de la conservadora primera ministra Margaret Thatcher de cerrar 20 minas y dejar a 20 mil personas sin empleo, y destruir a los poderosos sindicatos mineros que durante años utilizaron su influencia económica para lograr concesiones de los gobiernos británicos.

Gran Bretaña aún cuenta con varias minas a cielo abierto y un puñado de minas inactivas que podrían abrirse de ser necesario, pero Kellingley, a 320 kilómetros (200 millas) al norte de Londres, fue la última mina profunda en producir carbón a gran escala.

Su cierre marca el fin de una industria sucia y peligrosa, pero que dio orgullo y causa a comunidades unidas.

Mientras tanto, la industria de las minas del carbón en Alemania también tiene sus días contados. El viernes los mineros de la mina Auguste Victoria en Marl, en el occidente de Alemania, concluyeron su último turno. Después de 115 años, la mina que fue nombrada en honor a la emperatriz alemana, detuvo su producción de carbón en el distrito Ruhr. Ahora sólo restan dos minas de carbono negro que cerrarán en 2018.

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