El serbio Novak Djokovic festeja su triunfo sobre el colombiano Daniel Galán en la tercera ronda del Abierto de Francia. Foto: AP/Christophe Ena

PARÍS/AP

Los resultados sorpresivos han abundado en un Abierto de Francia distinto a todos los demás, que llega a su cuarta ronda.

Pero el primer preclasificado Novak Djokovic está empeñado en darle un sentido de normalidad al certamen.

El serbio avanzó a los octavos de final por undécimo año consecutivo, igualando un récord compartido por los otros tenistas que conforman el grupo de los Tres Grandes, Rafael Nadal y Roger Federer.

Djokovic disipó muy pronto la posibilidad de una sorpresa temprana o siquiera de un encuentro complicado. Está avasallando a los rivales y haciendo que cada duelo sea demasiado desigual. Cedió tan sólo cinco games, tal como ha hecho durante sus otros duelos en esta edición de Roland Garros.

El sábado, arrolló 6-0, 6-3, 6-2 al colombiano Daniel Galán, quien se ubica en el número 153 del escalafón.

«Si te impones desde el comienzo en la cancha, algo que he hecho en estos primeros tres partidos aquí, le reduces al rival las posibilidades de creer realmente que puede volver y darle la vuelta al partido».

Galán confirmó la hipótesis.

«Me sentí inferior… Me pasaron por encima», confesó. «El partido de hoy demuestra que hay mucho que mejorar».

El tenista de 24 años, originario de Bucaramanga, dijo que se presintió la posibilidad de quedarse sin ganar un solo game, cuando se vio abajo por 6-0 y 2-0.

«Por supuesto que él es superior a mí, pero uno también siente que debe hacer todo perfecto o se quedará en cero, cero y cero», manifestó. «Y yo estaba en cero y bastante preocupado por eso».

Djokovic tuvo sólo una preocupación: La lluvia que comenzaba a caer.

«¿Cuál es la razón para que no cierren el techo si lo tenemos?», le preguntó al juez de silla Jaume Campistol.

Sin duda tenía un argumento válido. Pero nada iba a privarlo del triunfo en esta jornada.

Su drop shot y sus combinaciones con globos funcionaron bien. Sus reflejos sobrehumanos para hacer devoluciones de 125 mph (200 kph) a servicios que debieron ser aces. Todo lució impecable.

¿Y su tiro de derecha?

«Era como un misil, cada tiro de derecha. No fui capaz de reaccionar siquiera», comentó. «No lo sé. Tal vez no me estaba moviendo, no lo sé, es confuso. Pero en serio, siento que era como un cohete cada vez que él enviaba esa derecha».

Eventualmente, Galán se resbaló detrás de la línea de fondo cuando trató de cambiar su trayectoria. Djokovic se acercó para ver cómo estaba.

Sólo entonces, se hizo una pausa y se colocó el techo, aprovechando la estructura que costó 55 millones de dólares.

Djokovic jugó entonces con las cuadrillas de trabajadores. Tomó incluso una escoba para dejar la cancha en condiciones adecuadas, a fin de reanudar el desequilibrado partido.

Nadal, el segundo preclasificado y 12 veces monarca en París, así como Dominic Thiem, quien perdió la final ante el español en los últimos dos años, juegan el domingo, en la cuarta ronda, ante rivales de 20 años que están debajo de los 200 principales.

El mallorquín se mide con Sebastian Korda, el estadounidense que llegó procedente de la clasificación, mientras que Thiem choca con Hugo Gaston, el francés que llegó como wild card.

Estos dos tenistas son ejemplo del grupo de nuevos participantes que llenan el cuadro este año, sin que una teoría explique satisfactoriamente por qué.

Puede ser por la lluvia, el frío y las canchas que se han tornado más lentas por jugar en septiembre y octubre, en vez de hacerlo en mayo y junio, a consecuencia de la pandemia. Otra posibilidad apunta al público, reducido a 1.000 espectadores diarios en vez de 30.000.

O quizás incidió la inactividad casi absoluta de cinco meses en el tenis a partir de marzo. O la preparación en la arcilla, o porque sólo hubo dos semanas entre la conclusión del Abierto de Estados Unidos y el comienzo de Roland Garros.

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