La japonesa Naomi Osaka realiza un saque ante la local Jennifer Brady, en la semifinal del Abierto de Estados Unidos. Foto la hora: Frank Franklin II/AP

Por HOWARD FENDRICH
NUEVA YORK
Agencia (AP)

En agosto, cuando el tenis se reanudó tras una interrupción de cinco meses provocada por la pandemia de coronavirus, era imposible saber con exactitud qué podía esperarse.

Resulta que Naomi Osaka y Victoria Azarenka han sido hasta ahora por mucho las dos mejores tenistas. Y es por ello que se medirán este sábado en la final del Abierto de Estados Unidos.
«Sinceramente, la gente recuerda sólo a la ganadora», dijo Osaka, quien ostenta una foja de 10-0 desde la reanudación.

Azarenka perdió el partido que marcó su retorno, pero desde entonces ha hilvanado 11 victorias, coronadas el jueves, con el duelo en que eliminó por 1-6, 6-3, 6-3 a Serena Williams en las semifinales.
Osaka y Azarenka debieron haberse enfrentado hace dos semanas en la final del Western & Southern, un torneo conocido también como Masters de Cincinnati, que suele realizarse en esa ciudad pero se mudó a Flushing Meadows, como una especie de ensayo para el US Open en un «ambiente controlado» que limitara los viajes durante la pandemia. Osaka no disputó esa final, debido a una lesión en el muslo izquierdo.

La dolencia no la ha aquejado durante el US Open, donde se coronó en 2018, antes de obtener también el cetro en el Abierto de Australia de 2019.

Tanto la japonesa como Azarenka han jugado un tenis casi perfecto desde la línea de fondo. Osaka, cuyo entrenador trabajaba antes con Azarenka, se basa más en su tremenda derecha, mientras que la bielorrusa es mejor con el revés.

Una incógnita será el saque de Osaka contra la devolución de Azarenka. La japonesa es segunda entre 128 participantes de la gira, al ganar el 93% de sus games al servicio (65 de 70). Azarenka se ubica segunda en la proporción de games ganados sin su saque (el 55% o 31 de 56).

Va a ser una final asombrosa. Espero que lo sea», dijo Azarenka. «Me divertiré».

En algunos aspectos, Osaka está ahora donde Azarenka se ubicaba hace casi una década: Con poco más de 20 años, una estadía en la cima del escalafón y dos cetros de torneos majors.

«Su éxito llegó muy rápido, ¿cierto? De pronto pasó de ser una jugadora muy prometedora a una extremadamente exitosa. Ganó dos Slams seguidos, pensaba quizás en tres o cuatro consecutivos. Ha estado ganando casi todo», dijo Wim Fissette, entrenador de Osaka, quien laboraba antes con Azarenka.

Osaka, de 22 años, buscará el sábado su tercer campeonato en sus últimos siete majors. Azarenka, de 31, estará en su primera final de un Grand Slam desde 2013, cuando disputó el duelo por el título en nueva York. Ganó el Abierto de Australia en 2012 y 13, y cayó ante Williams en la final del US Open en esos mismos años.

Al rememorar aquellos días lejanos, Azarenka se describió así: «Yo era joven, mi ego era demasiado grande».

Se le pidió que abundara, y lo hizo.

Azarenka abandonó incluso la gira por un tiempo, en el que nació su hijo Leo, quien tiene actualmente 3 años y se ha quedado con ella en una lujosa vivienda privada en Long Island durante estos últimos dos torneos.

La bielorrusa ha atravesado por momentos difíciles en la cancha, incluido un año natural completo sin un solo triunfo, antes de su racha actual.

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