Por Tomás Rudich
Madrid
Agencia (dpa)

Sonriente y con los ojos brillosos, Santiago Solari se presentó hoy como técnico -¿interino?- del Real Madrid con una premisa clara: recuperar la chispa de una plantilla golpeada en lo anímico y lo físico.

Tras dirigir su primera práctica al frente del equipo en una fría y lluviosa mañana en la ciudad deportiva de Valdebebas, el argentino compareció ante los medios y brindó respuestas breves pero contundentes.

¿Su idea de juego? «Ir a Melilla y jugar con dos cojones», resumió su propuesta el hasta ahora entrenador del Castilla, la filial del Real Madrid, de cara al partido de mañana de Copa del Rey ante un rival de tercera división.

Si alguien pensaba que su filosofía futbolística podía asociarse a un juego estético vinculado a la posesión del balón y la influencia de Jorge Valdano -en el pasado criticó el «hooliganismo» de José Mourinho en sus columnas para el diario «El País»-, hoy Solari dejó claro que las urgencias del Real Madrid pasan por otro lado. Lo hizo con una frase impropia de sus lecturas de Jorge Luis Borges o de su formación en el Richard Stockton College de Nueva Jersey.

El entrenador aseguró además que no solo se encontró con un «grupo de campeones», sino también de «guerreros». «En los momentos más delicados es donde sale el carácter, donde se ve el carácter», señaló.

«Es un grupo de campeones, de guerreros que han ganado muchísimas cosas para este club. La situación no es la más fácil, pero les vi con muchas ganas de revertirla», insistió el ex futbolista del Real Madrid.

El «Indiecito» Solari, de 42 años, no cuenta con experiencia como entrenador en primera división pero conoce muy bien la intimidad y las particularidades de un gigante como el Real Madrid.

No solo vistió la camiseta del conjunto blanco entre 2000 y 2005 y fue uno de los artífices de la conquista de la novena Copa de Europa en 2002, sino que dirigió en casi todas las categorías formativas hasta que le llegó la oportunidad de asumir el mando del primer equipo.

También puede presumir de un lazo familiar con un mito del madridismo como Fernando Redondo, quien se casó con su prima Natalia, y de formar parte de un linaje de grandes futbolistas, comenzando por su tío Jorge, el auténtico «Indio» Solari.

En principio, el «Indiecito» comandará el Real Madrid en forma interina tras el despido de Julen Lopetegui el lunes. Pero, tal como están las cosas en el club, nadie se anima a descartar una continuidad en caso de que los resultados y el juego acompañen y las negociaciones con otros entrenadores no prosperen. Ni siquiera el propio Solari, que eludió hoy con elegancia la respuesta.

«Todos estamos de paso. En la vida y en esta profesión con más razón. Va todo bastante más rápido. Lo importante es el día a día, lo que hacemos y la ilusión que le ponemos. Pero también es así para los futbolistas, con otros ritmos», reflexionó.

Solari dirigirá en principio el partido de mañana en campo del Melilla y posiblemente también el duelo del sábado ante el Valladolid por la Liga española, donde el Real Madrid ocupa una humillante novena posición tras la goleada por 5-1 sufrida ante el Barcelona en el clásico. Todo lo demás, está en el aire.

El entrenador descartó, en cualquier caso, que vaya a ser un nuevo Zinedine Zidane y pidió dejar «en paz» al francés, quien hizo historia como entrenador del club tras llegar desde la filial.

«Es una de las figuras más grandes del Madrid, no lo podemos adjetivar. Mejor dejarlo tranquilo en su grandeza y no dedicarnos a comparar a nadie con él porque es incomparable», objetó.

No obstante, Solari buscó hoy sacudir a la plantilla con sus declaraciones y también con un gesto del agrado de los jugadores: el italiano Antonio Pintus, relegado con Lopetegui, volvió a asumir el mando de la preparación física.

Tendrá trabajo en ese sentido, ya que en los últimos días se acumularon las lesiones y las dudas sobre el estado físico del plantel. A la lista de bajas se unieron en estos días Marcelo, Raphael Varane y Mariano.

Nada de esto, sin embargo, quita a Solari la «gran ilusión» con la que afronta el mayor reto de su incipiente carrera como entrenador.

«Trabajar en el Madrid es una gran oportunidad y es un trabajo hermoso. En cualquier lado, no sólo como entrenador del primer equipo. He sudado la camiseta hasta la última gota, como otros que han pasado y no están. El Madrid nos incluye en su grandeza, nos supera a todos, pero a la vez nos incluye a todos», resumió.

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