San Petersburgo
DPA

Lejos de la versión apática e intrascendente que mostró ante Croacia, el argentino Lionel Messi supo guiar ayer a la selección “albiceleste” cuando más lo necesitaba para conseguir una dramática clasificación a los octavos del Mundial.

Autor del primer gol y protagonista de las acciones ofensivas en el 2-1 sobre Nigeria, Messi gravitó como se le pedía y respondió con rebeldía para doblegar el buen cerrojo que le planteó el equipo africano. El crack del Barcelona dejó atrás su mal arranque en Rusia 2018.

«Estoy muy feliz, hubiese sido muy duro irnos en primera ronda. Era una injusticia para el grupo», señaló Messi tras la victoria 2-1.

Para Messi comenzó hoy el Mundial: anotó su primer tanto en la competición, fue elegido el mejor jugador del partido y recibió el unánime cariño de las decenas de miles de hinchas argentinos que hoy pintaron de celeste y blanco el San Petersburgo Arena.

«No merecíamos quedar afuera, ni nosotros ni toda la gente, que hizo esfuerzo tremendo para estar acá y que nos alentó en todo momento», señaló un eufórico Messi.

En la previa del partido más importante hasta aquí para Argentina en el Mundial, se le pedía personalidad y que tuviera la eficacia que muestra cada semana en el Barcelona. La tuvo: en su única ocasión en el primer tiempo definió como él sabe. Activo, reclamando los balones que no pidió ante Croacia e inspirado por una buena primera parte, pudo haber marcado otro gol al estrellar un tiro libre en el palo.

Empezó jugando donde más le gusta: bien recostado sobre la banda derecha, entre Idowu y Omeruo y Mikel, que se retrasó para molestarlo, acompañado por Higuaín como ariete.

La atención que generaba por la banda permitía a Banega, más adelantado que Mascherano, encontrar huecos por el centro del ataque. El “10” y el “7” fueron la mejor sociedad argentina. Y así llegó el 1-0.

A los 14 minutos, Banega lanzó un formidable pase colgado para su amigo «Leo», que controló el balón magistralmente y luego definió cruzado, de derecha. Se desahogó enseguida, elevó los brazos y gritó el gol junto a la hinchada argentina, que generó una explosión total para el primer gol del “10” en Rusia 2018.

Con el tanto cortó una racha negativa de 661 minutos sin marcar en partidos de mundiales. Justamente los últimos goles habían sido ante Nigeria (3-2), en la fase de grupos de Brasil 2014.

Era lo que necesitaba Argentina: un buen comienzo, y si era con un gol de Messi, mucho mejor, para jugar con mayor tranquilidad.

En comparación con los dos primeros partidos, Messi estuvo mucho más participativo y en el campo corroboró que es un jugador de momentos: cuando está cómodo y feliz su actuación eleva la de sus compañeros. Pero, con el empate de Nigeria en el segundo tiempo y el bajón de Argentina, el delantero también se apagó levemente.

El penal que cometió Mascherano y el consiguiente empate de Nigeria lo volvió a poner en una situación de mucho apremio. El partido estaba cuesta arriba y Messi y Argentina, fuera del Mundial.

Al compás de un equipo perdido, la figura de Messi comenzó desdibujarse. En medio de un mar de dudas, Argentina empezó a desandar los últimos 30 minutos del partido fuera del Mundial. Y Nigeria se replegó y cerró más aún los espacios a Messi, que buscó retrasarse unos pasos para tomar contacto con el balón más libremente.

Con el “Argentina vamos, ponga huevos que ganamos” de fondo ingresó Pavón por Enzo Pérez. El atrevido jugador de Boca Juniors logró generar sociedad con Messi tirando paredes, pero para ese entonces Argentina ya era un manojo de nervios y las “Águilas” custodiaban ordenadamente el arco de Uzoho.

Artículo anteriorMarcos Rojo, un histórico para dar una vida extra a una generación
Artículo siguienteGiroud prefería otro rival: «Argentina sigue siendo Argentina»