SAMARA, Rusia
AP
El momento más tenso llegó cuando un periodista ruso le preguntó a Luis Suárez por qué siempre estaba triste y no sonreía, aun después de haber marcado un gol en la victoria 3-0 de Uruguay contra la anfitriona del Mundial.
Suárez sonrió, cruzó los brazos y solo dijo: “¿Qué manera de perder el tiempo, no? Próxima pregunta”.
El delantero ha aprendido de sus errores.
Atrás están los momentos traumáticos de otros mundiales: En Sudáfrica 2010 fue expulsado tras tapar el balón con la mano en el partido que Uruguay le ganó a Ghana por penales para avanzar a semifinales. En Brasil 2014 quedó marginado para la segunda fase tras morder a un rival.
Pero en Rusia, el delantero del Barcelona ahora solo quiere ser solo conocido por sus logros futbolísticos. Su segundo tanto en el torneo encarriló la victoria ayer. Suárez venía de hacer historia al convertirse en el primero jugador uruguayo en convertir en tres mundiales consecutivos.
Cavani fue el autor del tercer gol frente a los rusos, con lo que también igualó la gesta de Suárez con conquistas en tres mundiales seguidos.
“Las estadísticas están ahí para romperlas, uno se alegra a nivel personal”, afirmó Suárez.
“Obviamente que uno va cumpliendo los objetivos para que el equipo siga avanzando, y seguir haciendo historia”, dijo. “Tenemos que seguir trabajando con humildad, todos juntos, pensando en el bien del equipo … y con el reconocimiento de toda la gente también de Uruguay, la que anda acá y el esfuerzo que hacen venir acá, y nosotros devolviéndoselo con alegría como lo hemos hecho con el resultado de hoy”.
Miles de hinchas de la Celeste ondeaban la bandera nacional de franjas azules y blancas en el Arena Samara para apoyar a las dos veces campeona del mundo en lo que hasta ahora ha sido su mejor partido en Rusia. Aparte de los goles de Suárez y Cavani, la otra anotación fue tras un autogol de Denis Cheryshev.
Uruguay también logro algo inédito como grupo: por primera vez gano los tres partidos en la fase de grupos – y se convirtió en la primera selección que cierra la fase sin encajar goles desde Argentina en 1998.
Con el tradicional mate en una mano y un termo debajo del brazo, Suárez sonreía después del partido y contestaba preguntas de los periodistas.
“Estoy contento porque en lo colectivo el juego fue cambiando”, dijo. “En este partido tenemos que estar conformes de que se hizo un gran trabajo”.