Pyeongchang, Corea del Sur
DPA

Después de las suaves temperaturas de Vancouver 2010 y Sochi 2014, el tiempo invernal está siendo realmente protagonista en los primeros días de competición en los Juegos Olímpicos de Pyeongchang 2018.

Los atletas están sufriendo los rigores de un frío polar y el viento obligó hoy a cancelar entre otras pruebas la categoría reina del esquí alpino, el descenso masculino.

Todavía no ha caído una gran nevada, pero los termómetros por debajo de diez grados están siendo la norma en la pequeña ciudad surcoreana, ubicada a unos 180 kilómetros al este de Seúl. El viento, además, intensifica la sensación térmica.

Ráfagas de hasta cien kilómetros por hora obligaron a suspender el descenso masculino, que no sólo es la prueba más vertiginosa del esquí alpino, sino que también constituye uno de los momentos más esperados de los Juegos Olímpicos.

La organización reprogramó la competición para el jueves a las 11 de la mañana local (2:00 GMT). El supergigante masculino que estaba previsto para esa fecha se traslada por tanto al viernes.

La celebración de la combinada alpina, prevista para el martes, se mantiene.

«De alguna manera esperábamos la suspensión», confesó la entrenadora estadounidense Sasha Rearick. «Pero al mismo tiempo los chicos estaban listos para competir. Esto es un deporte al aire libre y no es extraño que pasen estas cosas».

Tampoco pudo celebrarse el entrenamiento de trampolín para la combinada nórdica. Y el viento obligó también a cancelar la clasificación femenina de slopestyle en el Phoenix Snow Park, por lo que todas las competidoras avanzarán a la final de mañana, que se disputará sobre dos rondas en lugar de tres.

La final de la categoría masculina pudo completarse poco antes de que el cielo se nublara y el frío se recrudeciera.

«En los últimos dos Juegos no parecía que estuviéramos en invierno. Te ponías ropa caliente y estabas sudando todo el día», dijo el esquiador canadiense Manuel Osborne Paradis. «Está bien sentir ahora el invierno. Está congelado».

Su compatriota Kevin Boyer, piloto de skeleton, fue todavía más explícito. «Llegamos a estar a -20 el otro día, pero lo que te afecta de verdad es la humedad. No solo es el frío, es que se cuela hasta los huesos. Y el viento es lo peor. Camino alrededor de la villa y es una pesadilla. Es gracioso porque viniendo de Canadá decimos estar acostumbrados, pero este es un frío que no habíamos visto antes».

No es que no lo esperaran, pues las previsiones son muy fiables en Corea. Pero eso no quiere decir que no sufran las consecuencias, como explicó la biatleta finlandesa Laura Toivanen. «Los dedos se te congelan. Para nosotras es realmente un problema, pero sobreviviremos», advirtió.

Los atletas están obligados a continuar, pero el público no. Las competiciones acaban con apenas unos cientos de valientes en las gradas y eso está afectando al ambiente en los Juegos.

Hasta en seis ocasiones tuvo que subir el suizo Simon Ammann al trampolín corto para saltar el sábado en una final que fue retrasada varias veces por el viento y que terminó más allá de la medianoche.

En todas necesitó protegerse con mantas térmicas a la espera de que le permitieran volar. «Fue una competición a lo Braveheart. Nunca había competido tan al límite», dijo el tetracampeón olímpico en una noche que llegó a los 13 grados bajo cero.

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