Por Klaus Bergmann
Sochi, Rusia
agencia/dpa

Tiene 23 años y ya puede presumir de ser, al menos por unas semanas, el capitán de la campeona del mundo. Julian Draxler es el líder elegido por Joachim Löw para conducir a una Alemania que llega a la Copa Confederaciones de Rusia con muchos rostros nuevos, pero con todas las exigencias que impone la camiseta.

Con 30 partidos internacionales, el talentoso mediocampista del Paris Saint-Germain (PSG) es el jugador más experimentado de la «Alemania B». Un rótulo que, en realidad, no le agrada mucho.

«Estamos aquí para aprovechar nuestra oportunidad y llegar lejos», dijo el futbolista de 1.85 metros de altura antes del debut del lunes ante Australia en Sochi.

Löw le reservó a Draxler un rol importante y el mediocampista ahora se siente en la obligación de devolverle la confianza. Aunque su principal tarea, asegura, sigue pasando por lo que pueda hacer con el balón.

«Mi principal trabajo sigue estando en el campo. No es que de un día al otro me haya convertido en una persona que da una charla de 20 minutos en el vestuario», reconoció. «Pero claramente la cinta de capitán implica un poquito más de responsabilidad».

A su lado, tendrá como subcapitán al defensor Shkodran Mustafi, quien tiene dos años más que él y milita en el Arsenal. También Jonas Hector y Joshua Kimmich figuran entre los nuevos referentes de una Alemania que no contará en la Copa Confederaciones con históricos como Manuel Neuer, Thomas Müller, Toni Kroos, Mats Hummels o Mesut Özil.

En Rusia, Draxler será uno de los pocos jugadores que participó del título mundial en Brasil 2014. De pasado en el Schalke y el Wolfsburgo, el mediocampista fue convocado por primera vez a la selección alemana cuando tenía 18 años. Y desde hace tiempo es ya una pieza estable del seleccionado germano, con el que alcanzó el año pasado las semifinales de la Eurocopa de Francia.

Además, llegará a la Copa Confederaciones sabiendo ya lo que significa ser capitán tras portar la cinta en un reciente amistoso ante Dinamarca (1-1) y en la goleada por 7-0 ante San Marino en la clasificación mundialista.

«Que tenemos que entendernos mejor como equipo está claro. Pero estoy contento por cómo empezamos y soy optimista de cara a la Copa Confederaciones», indicó tras los dos encuentros preparatorios.

«El objetivo es llegar lo más lejos posible», señaló, y ratificó así que pese a las caras nuevas Alemania sigue siendo Alemania. Aunque no quiso hablar de la posibilidad del título. «Es difícil decir después de tan pocos días de trabajo hasta qué punto estamos entre los favoritos a ganar el torneo».

Para Löw, la Copa Confederaciones servirá básicamente para ensayar variantes de cara al Mundial 2018. Un torneo en el que, como expresó esta semana el manager Oliver Bierhoff, el objetivo es volver a levantar la Copa del Mundo. Sin embargo, no sólo los novatos estarán bajo observación. También Draxler, un jugador que Löw piensa que «puede liderar» la nueva generación.

El jugador del PSG, club al que llegó el año pasado por 40 millones de euros (unos 45 millones de dólares) procedente del Wolfsburgo, estuvo en los últimos días en la mira de la prensa sensacionalista por unas vacaciones en Ibiza y una presunta infidelidad con su novia.

Bierhoff, sin embargo, señaló que los jugadores tenían autorización para tomarse unos días libres tras el duelo con San Marino. «Llegó en perfectas condiciones. Es su vida privada», afirmó el manager de Alemania.

Draxler, en cualquier caso, se siente en deuda con su entrenador. «El entrenador ha confiado en mí siempre, incluso cuando no he estado en mi mejor momento. Así que no podía menos que estar a disposición de Jogi y de Alemania».

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