Madrid
DPA

El argentino Lionel Messi se apagó y de paso comprometió las ansias ganadoras de su equipo, el Barcelona, que encara el tramo final de la temporada con tantas dudas como su mayor estrella.

Todo parecía ir sobre ruedas hace poco menos de un mes. El Barcelona acababa de certificar su comodísimo pase a los cuartos de final de la Liga de Campeones de futbol tras resolver su eliminatoria ante el Arsenal por un global 5-1 y Messi brillaba sin aparente esfuerzo gracias a sus goles y asistencias.

Para el recuerdo dejó aquella «asistencia-penal» ante el Celta de Vigo, en la que el argentino cedió el balón para que Luis Suárez marcara en una acción que dio la vuelta al mundo. Todo le salía bien al «crack».

El 16 de marzo marcó precisamente al Arsenal y tomó el avión para incorporarse a su selección y erigirse en estrella de los duelos ante Chile y Bolivia por las eliminatorias mundialistas. Cuando el argentino voló de regreso a Barcelona, acumulaba la magnífica cifra de 24 goles en 19 partidos jugados en 2016. Pero llegó el apagón.

Son cuatro partidos seguidos sin marcar, una sequía que no padecía desde 2009. Y lo que es todavía más extraño: su papel en el campo es cercano a la intrascendencia y en los últimos tres encuentros apenas acumuló cuatro remates entre los tres palos.

El argentino ofreció una imagen parecida el sábado ante la Real Sociedad, que venció 1-0 para sembrar de dudas el futuro azulgrana en una Liga española que tenía prácticamente en el bolsillo antes de sumar un solo punto en los últimos tres encuentros.

El partido de Anoeta fue el primero después de aparecer el nombre de Messi en los llamados «Panama Papers». Otra vez Messi se ve obligado a compatibilizar los partidos con el escándalo fiscal.

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