La escultura "El caracol y el ángel" y litografías de Salvador Dalí, parte de la exposición "Dalí 2.1" en la Galería Daliana de la Ciudad de México. La muestra, que incluye unas 250 obras del maestro surrealista español, estará abierta hasta el 30 de junio. Foto La Hora: Berenice Bautista/AP

Por BERENICE BAUTISTA
CIUDAD DE MÉXICO
Agencia (AP)

Salvador Dalí, el genio surrealista español de bigotes saltones, tenía un gusto muy particular al momento de hacer sus obras.

«Cuando pintaba me ponía azúcar de dátil en la punta del bigote… de manera que esperaba que acudiera la mosca, se detuviera en la comisura de la boca entreabierta y penetrase en ella», decía Dalí. «¡Qué cosa tan sibarítica!».

Esta frase y una fotografía de Dalí tomada por Enrique Sabater, con todo y una mosca parada en sus endulzados bigotes, puede verse en la exposición «Dalí 2.1» inaugurada en la nueva Galería Daliana de la Ciudad de México.

La muestra reúne series completas de litografías, serigrafías y grabados pertenecientes a Sabater, quien fue secretario y amigo del pintor. La colección de Sabater abre todo un nuevo panorama para los admiradores de Dalí cuyas emblemáticas pinturas «La persistencia de la memoria» y «Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar» suelen acaparar demasiada atención.

«Por primera vez están estas obras aquí (en México)», dijo el curador Ignacio Shanahan en entrevista con The Associated Press, al tiempo que destacó que a Dalí le «encantaba» trabajar con estas técnicas gráficas, pues «hay una increíble plasticidad con lo que se puede hacer… Otorga una plasticidad y una capacidad de detalle que tal vez el óleo no».

Además de las litografías y grabados, la muestra reúne esculturas y medallas de Dalí y tiene un lado interactivo a través de una aplicación de realidad aumentada y realidad virtual; de ahí el «2.1» en el título. De hecho, los organizadores recomiendan visitarla con celular y auriculares personales para poder disfrutar de las audioguías, gráficos y videos disponibles.

La exposición está dividida en 16 secciones que incluyen obras religiosas, obras inspiradas en el Tarot, un homenaje a Cervantes y Calderón de la Barca, así como la visión de Dalí del futuro de la ciencia y la conquista del espacio.

«Me interesa mucho más lo que Dalí estaba pensando cuando hacía esas obras que qué colores usó o cómo se ve eso», dijo Shanahan. «Está por un lado el ejercicio de leer lo que Dalí dijo al respecto de esa obra, para interpretarlo, y por el otro lado tratar de interpretar el complejísimo lenguaje gráfico de Dalí, surrealista, críptico pero rico, lleno de narrativa y lleno de objetos».

Entre las obras se destaca la serie de 80 grabados «Los caprichos de Goya» de 1977, una intervención de Dalí a los clásicos grabados de Francisco de Goya del siglo XIX.

«Reconoce a un gran maestro, reconoce a un dominador de la técnica. Primero lo estudia, logra hacer lo que él hace, aprende cómo grabar, en este caso sobre metal como los maestros, y después empieza a hacer sus grabados», dijo Shanahan sobre esta serie.

Dalí, quien nació en Figueras en 1904 y murió en esa misma ciudad catalana en 1989, también favoreció la producción de obra gráfica en su búsqueda de fama, a decir del curador.

«Salvador Dalí también es muy conocido por haber buscado y conquistado una enorme cantidad de poder, fama y dinero», dijo. «Pensándolo como modelo de negocio, tal vez, es más difícil generar una fortuna produciendo un óleo cada seis meses que produciendo 2.000 obras gráficas en seis meses».

La exposición estará abierta hasta el 30 de junio en la Galería Daliana, ubicada en el Centro Comercial Santa Fe. Tras esto, planean llevarla a las ciudades mexicanas de Monterrey, Guadalajara y Mérida, así como a otros países de Latinoamérica. Los visitantes deben usar cubrebocas durante todo el recorrido y mantener distancia.

Pero volviendo al tema de la mosca, ¿era verdad que pintaba así?
«Es correcto», dijo Shanahan. «Le encantaba el zumbido de las moscas y de las abejas y él mismo, cuando se concentraba, él vibraba, le hacía ‘brrrr’ y se pasaba el día entero vibrando».

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