Por: Jeimy Galicia

El Fondo de Cultura Económica nos trae el libro: Que no caigan las tinieblas, de L. Sprague de Camp. Al adentrarnos en las páginas de esta novela de ciencia ficción, no podremos borrar la alegría de nuestro rostro. Esto por a la capacidad del escritor de introducirnos en una historia donde la comicidad no puede faltar y que ofrece personajes peculiares que rodean al protagonista. Imaginemos que caemos en un portal como cayó Alicia en el país de las maravillas y nos sentamos a contemplar a Martin Padway, un antropólogo que viaja al pasado, para vivir la mejor de sus aventuras.

¿Qué haríamos si de repente aparecemos en una época ajena a nuestra realidad? Padway nos puede dar la respuesta. Al investigar el Panteón de la Roma en 1908, durante una tormenta lo alcanza un rayo. De esta manera se teletransporta a través de la historia y aparece en la Antigua Roma, en el año 537. Al estar allí, se da cuenta que no podría adaptarse fácilmente y buscar una forma para sobrevivir. Esto lo lleva a realizar inventos adelantados a esa época como: el brandy, la imprenta, el telégrafo, entre otros. Gracias a su ingenio y las diversas batallas que libra, su nombre es reconocido en todo el imperio.

Su estadía en la Antigua Roma le produce una serie de sensaciones fascinantes, con el tiempo olvida su antigua vida, y crea inventos que escandalizan a la población, especialmente a la Iglesia. Ya que, en ese período, estaba cerca la época del oscurantismo y la población se asustaba con todo lo desconocido y lo tildaba de hechicería. La Iglesia siempre ha sido un obstáculo para los grandes inventores de todas las épocas. Mientras estas invenciones no pasaran una remuneración a la gran inquisidora, eran tildados de apóstatas y herejes. A causa de todas esas persecuciones, los avances en la ciencia se han ido obstruyendo. La religión ha sido la culpable, de que los humanos quieran callar a otros porque sus ideas no se igualan a lo que plantea su doctrina. A la vez que no poseen la más mínima tolerancia de las creencias que adquiere cada individuo.

Padway estaba enterado de todos los horrores que la Iglesia había cometido a lo largo de la historia. Tenía entendido que, si permitía que la Edad Media se acentuara, no podría seguir metiendo los inventos que eran necesarios, porque lo tomarían como un gran brujo que miraba el futuro y sería quemado en la hoguera. De esa manera se las arregla para cambiar el curso de la historia y “que no caigan las tinieblas”. Así tiene la oportunidad de demostrar a la Roma de 537 que cada época siempre ha tenido las herramientas necesarias para crear inventos innovadores y de utilidad, solo necesitan que alguien los aliente, los empuje hacia el objetivo, los alumbre.

Como lectora imaginé realmente como habría sido si la Edad Media no hubiera existido, nos habríamos ahorrado toda la quema de “brujas”. También recordemos que esta época solo fue un medio para que llegara el período del renacer de las letras, sin ella no podríamos haber conocido a los grandes de la literatura universal. Una paradoja bastante descabellada vino a mi pensamiento: si Padway en vez de ir al pasado hubiera aterrizado en la Guatemala del s. XXI, la diferencia con la Roma del s. VI no habría sido bastante y nos hubiera ayudado a avanzar como sociedad.

Con la lectura de esta maravillosa historia logramos que su escritor siga vivo y no caiga en las tinieblas del olvido. Un novelista que gracias a sus obras tendría que ser colocado en el s. XX como uno de los pioneros de la ciencia ficción.

Recuerde que esta y otras novedades puede adquirirlas consultando en www.fceguatemalaenlinea.com y a través de WhatsApp: 5017-3130 o por mensaje directo en redes sociales: FCE Guatemala. El envío es gratis en compras mayores de Q200, dentro del perímetro de la Ciudad de Guatemala y Q300 en los departamentos. Aplican restricciones. Puede visitarnos en 11 calle 6-50 zona 1, de la Ciudad de Guatemala.

“El hijo del héroe”, de Karla Suárez
Esta obra ilustra a través del Padre de Ernesto la época de la guerra de Angola, (1975-1991), en la cual se vieron involucrados muchos cubanos. Ernesto pasa a ser el hijo de un héroe, el peso de esa responsabilidad cambiará su vida. El protagonista emprende una incesante búsqueda de la individualidad bajo el peso inagotable de los acontecimientos históricos. En esta extraordinaria novela, Karla Suárez nos hace partícipes del modo en que la Historia con mayúscula se interpone y condiciona los sueños individuales de libertad.

“Los hombres de Panfílov”, de Alexander Bek
En esta novela Alexander Bek, nos presenta la historia del general Panfílov, este le narra a sus soldados el encuentro que tuvo con el teniente primero Baurdján Momish-Ulí; comandante de un batallón del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial, que tuvo la gallardía de convertir a siete centenas de civiles, sin entrenamiento militar, en un honorable batallón de soldados. Un relato conmovedor que nos permite comprender los acontecimientos históricos sucedidos en el s. XX.

“INFINITOS”, DE ADOLFO CÓRDOBA
Los pequeños empiezan a descubrir desde edades muy tempranas su entorno y su individualidad, este álbum hace una aproximación a ese territorio interior e insondable de la infancia y acompaña a los dos protagonistas a una exploración de su cotidianidad y, principalmente, de sí mismos. El texto breve y poético de Adolfo Córdova nos lleva por un recorrido del cuerpo humano, y las ilustraciones de Cristina Sitja nos transportan a un mundo de imaginación a través de imágenes coloridas y lúdicas. A lo largo del libro, veremos esta secuencia en donde una niña y un niño, al jugar y observarse a sí mismos –acompañados de peculiares personajes que cobran vida–, revelarán al lector en cada página sus mundos infinitos.

Artículo anteriorMusical «Godspell» celebra su 50 aniversario
Artículo siguienteBiden anuncia esfuerzo para no politizar la ciencia