Hugo Gordillo
Escritor

 De Grito en Grito, Edvar Munch, neurótico y alcohólico, pero el mejor pintor en la historia de Noruega por su disección de almas; y James Ensor, el ateo belga creador de mascaradas humanas y cuadros religiosos para mostrar la inhumanidad del mundo, se convierten en los precursores inmediatos del Expresionismo. Este arte que lleva la expresión al máximo, nace en la Alemania materialista, nueva cabeza del desarrollo industrial. Los imperios europeos no están satisfechos con el reparto del mundo. Su desconfianza entre sí los conduce a un armamentismo sin precedentes.

El primer movimiento expresionista El Puente, liderado por Kirchner, se arma de valor contra la sociedad burguesa, intentando un arte nacional a partir de su historia. Los pintores reflejan sus ansiedades con colores chillantes y trazos enredados que hacen recordar el posimpresionismo de Gauguin y Van Gogh. Retoman la xilografía, como una vuelta a los orígenes de lo popular y artesanal contra el cenizo boom industrial. Sus preocupaciones artísticas abarcan la religión, la moral, el sexo y la política.

Amparados en que el arte debe ser “como el grito original de toda la humanidad” representan lo feo, miserable, grotesco, trágico y brutal. El segundo movimiento, El Jinete Azul, es creado por el ruso Kandinsky y el alemán Franz Marc, pintor de animales porque cree que el ser humano no es digno de ser pintado. Sin objetivos comunes abren la puerta a diversas formas subjetivas de los artistas y teorizan sobre pintura, música y espiritualidad en el arte.

Cuando el Imperio Alemán valora la máquina sobre el ser humano, El Jinete Azul propugna por un cambio, una nueva espiritualidad que reivindique la supremacía del hombre por medio del color. No les es posible influir así en el alma humana, porque algunos deben soltar los pinceles para toman las armas. Kirchner regresa de la I Guerra Mundial con problemas mentales y se suicida. Marc muere en las trincheras junto a 9 millones de soldados y 7 millones de civiles.

El tercer movimiento, La Nueva Objetividad, busca la realidad sin la subjetividad de los dos anteriores. (Por esa objetividad se dice que más que ser expresionistas, niegan el expresionismo). Tras volver de la confrontación bélica, los dirigentes del movimiento de posguerra, George Grosz y Otto Dix, pintan los horrores de la lucha con descuartizados, putrefactos, niños hambrientos y huérfanos, así como su contraparte: la vida nocturna del bajo mundo y los placeres de la burguesía. El arte de los expresionistas recibe el sambenito de “degenerado” por el fascismo y su pequeño monstruo cabecilla en el poder. Muchos cuadros son destruidos o consumidos en hogueras, incluidos los de Emil Nolde, que quiere ser pintor del Régimen Nazi, pero lo expulsan de la Cámara de Bellas Artes del Reich.

En la escultura de máxima expresión causante de altos grados de emotividad sobresale Lehmbruck, que alcanza la cúspide durante la guerra. Su obra naturalista y expresionista se caracteriza por cuerpos humanos que reflejan miseria y agonía, sin rasgos faciales. Su depresión lo conduce a Suiza, pero retorna con la misma tribulación, hasta que se suicida a la edad de 38 años. Todo ese sentimiento de desolación y muerte es recogido por el cine y el teatro expresionistas, a tal extremo que se forman sociedades de dramaturgos contra el sistema deshumanizante, proclamando la búsqueda del hombre nuevo, respetuoso de los derechos humanos.

Sobre las tablas rompen con la representación lineal y la sustituyen por una representación disociada con una idea para cada episodio. Piscator introduce la dramaturgia política de inspiración marxista para un público proletario con fines revolucionarios.  El cine alemán de la época es expresionista de ida y vuelta. El clásico del terror El Gabinete del doctor Caligari inicia con títulos angulosos y puntiagudos (propio del expresionismo) que predisponen al espectador por el terror que llega a continuación.

En la búsqueda de un urbanismo al servicio del pueblo, los arquitectos expresionistas se dividen en utópicos y organicistas. Los utópicos como Bruno Taut hacen proyectos fantásticos inspirados en los cristales y la fuerza de la naturaleza. Producto de esa concepción es la construcción del pabellón de Cristal para la Exposición de Colonia de 1914, con una fusión de elementos estéticos, técnicos y comerciales. Versos del poeta Scheerbart adornan la base externa de la cúpula.

El orgánico Mendelsohn construye un observatorio astrofísico para hacer experimentos que validen la Teoría de la Relatividad de Einstein. Cuando Mendelsohn guía a Einstein por el edificio, el físico alemán permanece callado y al final se limita a decir “orgánico”.  El Expresionismo se extiende también a la literatura. Los escritores proyectan su visión particular con una escritura cruda, patética y extática, lejos de las normas gramaticales y la sintaxis. Se reúnen en los cafés y se expresan desde sus tribunas: las revistas literarias. Expresan por medio de la palabra El Grito de Munch y el grito de los de El Puente, como desde el puente industrial cae al vacío el grito original de toda la humanidad frente a la inhumanidad del capitalismo que muestra una de sus caretas más salvajes en la I Guerra Mundial. El hombre que crea nuevas máquinas se estrena en el Siglo XX como la mejor máquina de matar.

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