Max Araujo

Escritor

Escribir sobre Ramón Adán Stürtze, es hacerlo sobre un ser excepcional: Amigo, hijo, hermano, sacerdote católico, ecologista, misionero, viajero, profesor, emprendedor, lector, constructor, periodista, poeta, narrador e intelectual. De cada una de esas facetas hay mucho que decir, los testimonios abundan.  Cada una de esas facetas las ejerció al mismo tiempo.  Vivió como quiso: España, África y América. En todas partes se sentía en casa, y en todas dejó huellas positivas. Renunció a comodidades y se adaptó a circunstancias difíciles. Su sacerdocio no fue de palabras, sino de obras y de acción. Su compromiso fue el estar con los más pobres, con los más desfavorecidos. Ejercía la contemplación, pero era un orador de primera.

Admirador de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Ávila siguió fielmente sus pasos, por eso se hizo Carmelita Descalzo. Impulsivo y temerario cuando era necesario. Fiel a sus compromisos no tuvo temor a los riesgos, con prudencia, pero sin miedos. Cuando tomó la decisión de vivir con una comunidad de personas que vivían en condiciones difíciles arriesgó su vida. Quien hacía eso en Guatemala a fines de los años setenta-ochenta, del siglo pasado, eran tachados de subversivos o de colaboradores de la guerrilla.  Esa osadía se pagaba con la vida.

Tuve el privilegio de compartir con nuestro personaje anécdotas, historias y sueños. Lo acompañé en sus Módulos de Esperanza -de 1981 hasta su muerte-. Yo hacía mi vida fuera del ambiente físico de su obra social, pero compartí con él mucho tiempo. Al principio varias horas de casi todos los días, posteriormente en ocasiones especiales. Intereses comunes nos unieron. Fui editor de cinco de sus libros. Viajamos con él a Alemania, Roma, Israel y España, en donde me presentó a su madre y a parte de su familia. Cuando conocí al “padrecito de la moto”, así le decían muchos de sus vecinos en las colonias El Amparo y Los Granizos yo era un treintañero que se buscaba a sí mismo. Aprender de ese maestro de la vida, de los ejes y del ideario de Módulos de Esperanza, le dieron un rumbo definitivo a mi vida.

Su vida

Ramón Cruz Adán Stürtze nació el 14 de septiembre de 1937, en Calahorra. Hijo de Ramón Adán y de Ángeles Stürtze. Creció en Bilbao, de donde era originaria su madre. Estudió en el colegio de los Hermanos Maristas, en esa ciudad. En 1955 ingresó a la Orden del Carmen Descalzos. Sus estudios eclesiásticos los cursó en Vitoria. Los de filosofía, en Bilbao y  Dublín. Obtuvo su licenciatura en Teología en Roma. Fue ordenado sacerdote en Calahorra en 1963. Desde joven tuvo inclinaciones por las letras. Por su dominio del inglés fue enviado a Malawi, África, en donde aprendió el idioma nativo, -local de la región donde estuvo-.

De África fue trasladado a España para que dirigiera la revista “La Obra Máxima”, de la congregación de la Orden de los Carmelitas Descalzos, en la que comenzó a escribir textos -semilla para su literatura posterior-. Dos meses antes del terremoto que asoló Guatemala -febrero de 1976-, estuvo en este país. Dejó la revista para colaborar en la reconstrucción y en la pastoral católica. Se le ubicó en la Parroquia del Carmen, en la zona 7, ciudad de Guatemala.

Por ayudar al hijo de una de las empleadas de la casa parroquial conoció “Galeras de Bethania”, uno de los barrios provisionales, de champas, que surgieron a causa del terremoto. Solicitó vivir en el mismo. Los dos primeros dos años fueron difíciles, pero hermosos. Lo cuenta en el libro “Módulos de Esperanza. Ideario de una generosidad”:

Hubo una prehistoria, hubo una crucifixión, hubo una incertidumbre, hubo muchas dificultades más. Pero, sobre todo existieron unas ganazas enormes de servir, de estar con ‘ellos’, de padecer ‘la noche’ en todo sentido. Por un lado, la incomprensión de aquéllos que miraban desde la fortaleza de sus bien instaladas vidas, la corazonada de un loco que decidió acompañar -nunca pudo hacerse como ellos- a quienes estaban señalados por la carencia sustantivada: carencia de hogar, carencia de trabajo, carencia de medios para subsistir, carencia de agua y de servicios, carencia de amor, en definitiva. Por otra parte los riesgos- que no aventuras- a que se comete el que deja los cuatro muros de su celda para acomodarse en la casita prefabricada (eufemismo de champa) por entre callejones de petate barro, de hogares enlaminados por dentro y por fuera como si la pobreza encorsetare sus vidas con piezas resistentes de latón, de madera acartonada y de machimbre viejo”. (1)

“Dos años con ellos, dos años sin tener privilegio alguno, dos años de hacer una iglesia primeriza. ¡Qué difícil resulta hablar de Dios en un mundo donde Dios parece ausente!, ya con una capilla grande, salón multifuncional donde lo mismo velábamos a nuestros muertos, como celebramos las Primeras comuniones, se organizaban bailes y se reunían los miembros de los tres comités que pudieron, ya la final, trabajar en lo que les unía, dejar sus odios, y diferencias aparte, polarizarse en uno solo teniendo al ‘padrecito’ como moderador de los mismos”. (2)

Compartió sueños, esperanzas y necesidades con los residentes. Una construcción provisional le sirvió de vivienda, otra como templo. Estando ahí comenzó a escribir una columna semanal, “Ojos con paisaje”, en “La Tarde”, en la que describía geografías humanas, cielos y paisajes hermosos. Nada hacía sospechar que un escritor, con nombre raro, “Adán Stürtze”, viviera en condiciones extremas. Sus columnas irradiaban belleza, alegría, fe y optimismo. Cuando a los dos años de su llegada el gobierno adjudicó a sus vecinos, terrenos urbanizados, con servicios básicos, para que construyeran sus casas, en el mismo lugar, -ya con el nombre de colonia “El Amparo”-, le fue negado ese derecho, por no ser guatemalteco y no tener familia.

Por gestiones y el apoyo de otras personas logró el Comité de Reconstrucción Nacional le diera una franja de terreno, a la orilla de un barranco, que tenía vistas impresionantes hacia un bosque, hacia volcanes y montañas que rodean el suroccidente de la ciudad de Guatemala. Fue el lugar ideal, para sus contemplaciones y oraciones, en el que comenzó sus modestas construcciones. En la misma época fue capellán del Colegio Alemán, uno de los más prestigiosos de Guatemala, y ejerció la cátedra universitaria en la universidad Francisco Marroquín. Fue además directivo de la Cámara Guatemalteca de Periodismo, que aglutina a los dueños de los medios de comunicación social escritos. Una de sus frecuentes actividades fue conducir ejercicios espirituales.

Murió en Bilbao, el 9 de diciembre de 2004. Dos meses antes llegó de Guatemala, en donde estuvo muy enfermo, para gozar de unas vacaciones. Murió cerca de su familia. A pesar de la distancia siempre los tuvo en su corazón.  – “Olvidarnos totalmente de nosotros mismos en beneficio de los demás es santidad que tiene mucho que ver con lo heroico, lo desproporcionado (el amor no tiene límites)”.  (3)

Al mismo tiempo que realizaba su labor social se editaron sus libros. Estos se convirtieron en una cátedra de vida para sus lectores.

Módulos de Esperanza

Fue en Malawi en donde comenzó su trabajo social con los más necesitados. Entendió que su vocación iba mucho más allá de su labor como religioso, por eso impulsó con sus compañeros de misión la apertura de pozos de agua y la construcción de escuelas, pero fue en Guatemala en donde encontró el campo fértil para sus proyectos. Los comenzó con pequeñas obras de servicio social, en construcciones rústicas levantadas con mucho esfuerzo; al inicio con sus propios recursos y   aportes de su familia. A pesar de la sencillez de su arquitectura eran bellas, pintadas con cal, láminas rojas o verdes. Con flores a sus alrededores. Posteriormente les agregó trozos de azulejos que les dieron un estilo “gaudiano”. A preguntas respondía que eran módulos de esperanza.

Cuando le conocí, esas construcciones -en la franja de terreno que le había sido asignada por el Comité de Reconstrucción Nacional-, se habían multiplicado. Le sugerí constituir una entidad legal, como asociación civil. Como notario hice el instrumento legal respectivo. Le mencioné de los beneficios que esta traería. Lo aceptó gustoso.  Durante un año, en días sábados de cada semana, de 7 a 10 de la mañana un grupo de amigos, entre ellos Luis Alfredo Arango, Amable Sánchez Torres, Lucrecia Turcios, Marco Vinicio Mejía, Efraín Barahona, Otto Morán, Gilda Flores, Beatriz de Medrano, Ricardo Estrada, Mercedes Centeno, tuvimos sesiones de trabajo.

Bajo su guía elaboramos estatutos, pero al mismo tiempo los ejes y el ideario, de lo que con el mismo nombre de “Módulos de Esperanza”, sería al mismo tiempo un “movimiento”, cuyo principal fin es el de construir un mundo mejor, más justo y solidario, haciendo el bien, como sea y en donde sea. Esa filosofía de vida dio un norte de vida a los “modulistas”, quienes de manera individual o colectiva, ayudarían o trabajarían bajo los ejes y objetivos del Movimiento. Cada quién escogería su manera.

Cada año sus módulos, bajo el paraguas de la figura legal, crecían o se modificaban de acuerdo a las necesidades de los vecinos, en el terreno original, y en otros dos más que le fueron entregados posteriormente en el mismo sector. De un listado que se elaboró  a fines de los años noventa, estaban los siguientes módulos: Colegio Dórelo, Escuela Especial Pastrana, Hogar temporal (para niños) Santos Ángeles de Fontiveros, “Centro de Alcohólicos Anónimos La Subida”, Guardería “La Santa Madre”, Teléfono de la Esperanza,  Centro de Valores Humanos MUNTHU, Retiros Casa Ávila,  Fraternidad San Juan de la Cruz, Clínica médica San Juan de la Cruz, Biblioteca Chepe Calderón, Hogar de ancianos Padre Ramón, Clínica médica Santa Teresa. Academia de enfermería Moyo, Comedor El Cántico, Clínica San José de la Peñuela, Filantrópica Los Araujo, Academia de Estudios Humanísticos José Luis Martin Descalzo, Sede Nacional de la Fraternidad de Enfermos Crónicos y Limitados Físicos Carlos Pérez Alonzo, Centro de Discapacitados Núcleo de la zona 7, Tertulias poéticas La Llama. Ediciones Módulos de Esperanza, Instituto de Espiritualidad Edith Stein.

Al mismo tiempo construyó cuatro templos e instalaciones para los servicios religiosos. Por sus gestiones se creó la Parroquia San Juan de la Cruz, cuya jurisdicción abarca varios barrios del sector.  Los terrenos en donde realizó las construcciones los jardinizó y reforestó con especies de árboles nativos. Empleaba para su trabajo los ingresos que recibía como profesor y como periodista, así como los aportes que le daban: su familia, sus amigos y un grupo de alemanes de la iglesia Cristo Rey, de Frankfurt de Maine, bajo la coordinación de su gran amigo Gerardo Strecker, excompañero suyo en el Colegio Alemán, y del sacerdote Josef Gönig, párroco de la iglesia Cristo Rey, de esa ciudad.

Su único lujo era un vehículo sedad que usaba poco y una moto con la que se movía por las calles estrechas de los barrios de los alrededores y por la ciudad. Por eso fue conocido como “el padrecito de la moto”. Hizo realidad su filosofía de hacer el bien, de una entrega constante, generosa, de embellecer y jardinizar los ambientes, que se aplica también para el interior de cada persona. Se hizo conocido, respetado y querido en un medio tan difícil como el guatemalteco.

Su obra literaria

Sus escritos y libros los publicó indistintamente con los nombres de Ramón Adán Stürtze, Adán Stürtze, Víctor Pabsch, Cruz Pinilla y Juan Teresio del Carmen.  Haré una breve descripción de sus libros -los que leí-. De dos solo tengo sus nombres y unas referencias, que transcribo, tomadas de una de sus obras publicadas. Estos libros son “Nadie nace sabiendo andar”, de costumbres achewas, tribu que conoció por haber trabajado con la misma, y “El misionero y su alma”, una colección de aforismos sobre el difícil quehacer del sacerdote y del misionero.

En su literatura, la que conozco, fue coherente en temática y en la forma de escribir. Mantuvo una fe inquebrantable en el ser humano.  Sus descripciones, en su mayoría con frases cortas y poéticas, precedidas de la cita de otro autor, demuestran que fue un lector empedernido, y son una cátedra de espiritualidad, no necesariamente religiosa, a pesar de que fue sacerdote católico. Manifiesta en su literatura una alegría y un gozo por la vida. Refleja en sus escritos un compromiso consigo mismo y con los demás.

Lo más digno es una palabra verdadera. El hombre más digno es el hombre veraz. La palabra es comunicación. Venir al mundo es tomar la palabra. Por eso es tan importante entrar en su pálpito y asimilarla. El lenguaje siempre será nuestra matriz cultural donde se forma nuestra alma”. (4)

Es constante la admiración por el paisaje y la naturaleza: “Vuelva a la naturaleza para encontrarse a sí mismo. Haga sosiego en la paz del mundo natural que te envuelve” (5).  Su manejo del lenguaje es rico y abundante, a pesar de que escribía de prisa y de un tirón, en momentos libres o de madrugada, cuando los demás dormían. Pocas veces hacía correcciones, no tenía tiempo.  Su trabajo social lo absorbía:

La vida es una oportunidad, un tiempo corto o largo que se no da para amar y ser amado. Para sentir profundamente nuestra condición de peregrinos haciendo esperanza, tejiendo esperanzas, menudeando en la esperanza”. (6)

  • Obra publicada como Adán Stürtze:

“Agua para una sed”, publicada en 1975, en San Sebastián. España. Editorial Obra Máxima. 149 páginas. Es un libro fundamental para entender el carisma juan cruceño y teresiano de su autor. Después de su estadía en África, desde la comodidad que gozaba en España necesitaba hacerse preguntas y responderse a sí mismo. Fruto de este dialogo, de sus lecturas y meditaciones, surge esta obra literaria, profunda y filosófica, dedicada a la soledad –su soledad-.

Hay en mí una doble soledad- como cristiano y como sacerdote-que llevo a cuestas-.No hablo de apartarme de la sociedad sino del meterme más profundamente en ella, ya con el rostro y la mirada limpia… Si yo he encontrarme a mí mismo antes de encontrar a los demás-como Dios quiere- es lógico que silenciando los ruidos de mi corazón aprenda a vivir ese terruño de mi yo, en mi soledad, y buscar, con ella a Dios, a las personas y al mundo”. (7) “El hombre es un ser solitario que no acaba de acostumbrarse a su soledad”. (8)  “Todo lo auténticamente bueno, en esta vida, procede la capacidad del hombre de pensar hacia adentro”…  “¡Que importa andar solo en el mundo! – como el ‘tu’ que buscar -si te encuentras a ti mismo”. (9) “El hombre que se encuentra a si mismo encuentra a Dios”.  (10)

2) Obras publicadas con el nombre de Ramón Adán Stürtze

2.1 “Voces de la memoria. (Los adentros de la vida)”.  

Año 2002.  Editorial Nueva Narrativa, Guatemala. 500 ejemplares.

El autor   narra con descripciones breves, frases cortas -en algunos casos picantes, otras con humor y crítica- su reencuentro con países y lugares que le fueron entrañables.  Con sus recuerdos y emociones nos conduce a sitios donde vivió, al encuentro con viejos amigos, a caminos por donde dejó huellas. Incluye poemas entre las narraciones. Su compañero de viaje fue el sacerdote carmelita Agustín Aspiunza.

Regreso sobre la huella de mis pasos para reencontrarme de nuevo. Geografía de perplejidades y de sombras, de alegrías y gozos compartidos. En este caso escorzo la anatomía de un viaje jubilar al centro de mi juventud. De mis recuerdos. Comenzando por al verde Irlanda, de allí a Sudáfrica para recalar en Malawi. Al regreso haciendo tiempo en el país vasco y por Alemania. Periplo de un rastreo y de un paisaje. En un abejeo de emociones y resonancias que tomaban -sin yo quererlo- la horma y rima de un poema. Versos que se escriben como salieron sin aderezo alguno”. (11)

2.2. “Módulos de Esperanza. Ideario de una generosidad”.

Año 1984. Ediciones Módulos de Esperanza. 117 páginas.

Es un libro que contiene dos partes. En la primera el autor narra su vida en los asentamientos de Galeras de Bethania, así como  “el  cómo y porque decidió hacerlo”:

Un obispo bueno visitó conmigo las dos champas que el Banvi (Banco de la Vivienda) me otorgó para habitación-vivienda. Fue la inspección primera, esa como luna de miel anticipada de quien desea casarse con el mundo de los pobres: aquí iría el catre, un poquito más allá la mesa, la silla y la candela… (12) “Mi primera presencia fue de catacumbas. La mayoría de los vecinos se preguntan, entonces, si era en verdad un ‘padrecito’, que si no sería un gringo disfrazado de sacerdote, que si a saber si tenía intenciones malsanas, previniendo con ello a toda la patojada, para que no se dejarán engañar, y menos acariciar, por lo que se dice cura” … (13) “Cuando alguien me visitaba en Galeras y veía las dos champitas en las que desarrollaba mi vida como vecino y como sacerdote, yo les hablaba de mi presencia y de mi casa como ‘módulo de esperanza’. Que teníamos que ser chispas que calentáramos un corazón hermano, que ya no era importante dar mucho sino el dar lo que se pueda implicando a la persona entera y en la generosidad y en el esfuerzo. Así se fue acuñando la palabra-moneda de la obra ‘Módulos de Esperanza’”. (14).

En La segunda parte explica cómo surge la asociación y el Movimiento, su ideario y sus ejes. Es un libro que estremece, tierno a la vez. Se demuestra cómo se puede ejercer un liderazgo positivo y como se puede contagiar a personas de diversos estratos sociales y económicos para la construcción de un mundo mejor.

3) Obras publicadas con el nombre de Víctor Pabsch:

3.1 “Tiempo Vivido”

Año 1983. 252 páginas. Tipografía Nacional de Guatemala, con el apoyo del grupo Editorial Rin 78, (15), como parte de la colección Guatemala.

Contiene una selección de artículos de la columna “Matices” -Diario el Gráfico-. Tuve el privilegio de hacer las palabras introductorias, tomando como base lo que en una ocasión me expresó el escultor Rodolfo Galeotti Torres de la lectura que hacía de esos textos:

Sus columnas son como el pan calientito de cada día, yo las leo en ayunas, las guardo y las vuelvo a leer. Como una constante en ellas podemos encontrar la llamada a la interiorización. Su lectura es aproximarse a la poesía de lo cotidiano. La invitación es permanente a la reflexión, a descubrir los valores inmutables del ser humano, a no perder el contacto con la naturaleza. Leer a Víctor Pabsch en el Gráfico, es reaprender a verlo todo de nuevo con ojos de niño, con la avidez del primer descubrimiento. Pero cuidado, que detrás de esta sencillez existe la profundidad del sabio”. (16)

En estos textos existe también la denuncia y la crítica a quienes ejercen distintos poderes, que se olvidan de los demás y solo piensan en sí mismos y en su beneficio.

3.2 “En la otoñada. Lo maravilloso de lo cotidiano”

Año 2000.  112 páginas.  Edición de autor.

Es un libro que contiene -también- una selección de algunas de sus columnas publicadas en distintas épocas y en distintos diarios de Guatemala: El Imparcial, La Tarde, El Gráfico.

En todas sus crónicas hay un mensaje íntimo, una constante nostalgia en ‘el mañana’, de ese anchuroso día en la luz de un tiempo imperecedero.  Esta nostalgia de Dios vibra en todos sus escritos, y nos la contagia al hablarnos quedamente, casi al oído, casi a la conciencia, casi al corazón. Porque ama lo que a la vida embellece, hace prosa poética, y su correspondencia íntima con el sublime creador es la fuente de su inspiración” … (17).  “Hace más de veinte años (03/07/79) comencé una columna que presenté en El Gráfico del siguiente modo… Pretendemos desde esta columna, ofrecer la síntesis del pensamiento y de la cultura que hacen que nosotros, hombres de este siglo y guatemalteco de 1979, vivamos de un determinado modo, pensemos de una manera peculiar y sintamos de otros. Las peculiaridad del existir viene siempre matizados en contextos geográficos, sociales e históricos”. (18)

3.3 “Dátiles para el Camino”

Año 2000.  Editorial Nueva Narrativa. 1000 ejemplares.

La obra es una compilación de textos breves para ser leídos uno por día, apropiados para la meditación.  Luis Alfredo Arango, (19) en la solapa derecha de la portada del libro expresó:

“Quiso proveernos alimento para la ardua tarea de vivir. Él sabe que el cristiano es un caminante, un peregrino que necesita algunas vituallas, higos, nueces, tamalitos de viaje, para que el trayecto no sea árido” … (20).  “No sabía que los dátiles servían como avío para caminantes del desierto”. (21)

A pesar de la brevedad de cada escrito son un pozo de sabiduría y de filosofía:

Yo le doy mucha importancia al pensamiento corto porque se recuerda mejor”, “el verbo amar se escribe con la letra pequeña del detalle, de la generosidad y de la compostura sencilla afiligranadamente humanas…” “Yo no puedo resolver el hambre de un pueblo, pero puedo compartir mi sopa caliente con alguien”. (22)

Obra publicada como Juan Teresio del Carmen:

“Crónica de Carmelitas. Del carisma teresiano haciéndose”.  Año 2001, 157 páginas. Edición de autor.

Está escrito  para jóvenes que inician su noviciado. En la dedicatoria se consignó:

A todos los/las carmelitas. Leyendo está crónica… ha pensado sobre todo en los carmelitas jóvenes, los de las nuevas generaciones. En estas páginas pueden aprender a amar apasionadamente el carisma teresiano-sanjuanista y a sentirse protagonista de un futuro mejor…”. “Por inquieto y andariego Fray Juan Teresiano ha sido un apasionado admirador del carisma teresiano-sanjuanista redescubriéndolo al contacto con la vida actualizando la doctrina y experiencia de los santos padres.  (24)

Inicia el libro con las aprensiones del autor, sus temores y su fe, antes de su ordenación sacerdotal. Su madre es coprotagonista de esos momentos.  En página siguientes el autor menciona su estadía en el continente africano – fundamental para su obra posterior-.

África me enseñó muchísimas cosas. Fue mi maestra durante diez años. Su sentido de comunidad, su sabiduría ancestral, su relación con Dios, dueño y señor de sus vidas, su socialismo natural africano donde todo se rige y se comparte su comida exquisita a nada que uno se va acostumbrando, su capacidad de aguante y de sufrimientos que tienen, su folklore, sus bailes, ese tam tam que me llegaba al alma y que todavía resuena como ecos de compañía espiritual en el oído interno de sus memorias. África de contradicciones y de heroísmo, de santos y de mártires, de niños pobres y de costumbres ricas…” (25). “La impronta de África en mi vida fue tan fuerte que puedo decir que mi modo misionero de arriesgarme, del entrar al toro y de lleno a las citas con la aventura de vivir, la manera de rebajar mis ínfulas y hacerme a ratos humilde y la religiosidad en presencia de Dios… Me talló y me dejó el acento galileo que no puedo negar. Gracias por ello”. (26)

Ramón Adán Stürtze dejó un gran legado de fe y vida:

La vida es una oportunidad, un tiempo corto o largo que se nos da para amar y ser amado. Para sentir profundamente nuestra condición de peregrinos haciendo esperanza, tejiendo esperanza, menudeando en la esperanza. Nos protege el alero de la esperanza y nos defiende la utopía. Sin ella no hay que despedirse serenamente sino despedirse insensatamente” (27)

Citas

(1)Página 1. Módulos de Esperanza. Ideario de una generosidad.  Adán Stürtze, Ramón

(2) Página 6. Ibíd.

(3) Página 31. Dátiles para el camino.  Pabsch, Víctor

(4) Página 25. Ibíd.

(5)  Página 30. ibíd.

(6) Página 22. Ibíd.

(7). Página ix. Tiempo Vivido.  Pabsch, Victor.

(8). Página 13. Ibíd.

(9) Página 13. Ibíd.

(10) Página 16. Ibíd.

(11). Página 5. Voces de la memoria. (Los adentros de la vida). Adán Stürtze, Ramón

(12) Página 5. Módulos de Esperanza. Ideario de una generosidad.  Adán Stürtze, Ramón

(13) Página 5. Ibíd.

(14) Página 6. Ibíd.

(15). Uno de los grupos literarios más importantes de Guatemala, de la década de los ochenta.

(16) Prólogo. Tiempo vivido.  Pabsch, Víctor

(17) Irina Darlee. Reconocida en Guatemala como una gestora importante. Escritora. De nacionalidad alemana.

(18). Se refiere a la columna Matices. Página 2.  En la otoñada. Lo maravilloso  de lo cotidiano. Pabsch, Víctor.

(19) Luis Alfredo Arango. Poeta guatemalteco. Premio Nacional de Literatura 1988.

(20-21) Palabras  en la solapa derecha de la portada. Dátiles para el camino.

(22). Página 2.Dátiles para el camino.

(23). Fray Felipe Sainz de Baranda. Superior de los Carmelitas Descalzos en ese momento.

(24). Página 8.Crónica de Carmelitas. Del carisma teresiano haciéndose. Juan Teresio del Carmen

(25). Página 8. Ibíd.

(26). Página.8 .Ibíd.

(27) Pagina. 22.  Dátiles para el Camino.  Pabsch, Victor

PRESENTACIÓN

El artículo principal de nuestra edición de hoy, “Un apóstol en motocicleta” recoge, como dice su autor, Max Araujo, el testimonio de fe y vida de un misionero español consagrado enteramente al trabajo pastoral entre los pobres.  El texto pone en evidencia la labor evangelizadora del “padrecito de la moto” que trascendió su quehacer sacramental.

Efectivamente, Ramón Adán Stürtze, aunque polifacético por su dedicación a muchas tareas profesionales, desde profesor universitario hasta escritor y columnista, incidió con su testimonio, pero sobre todo por su labor social en las comunidades en que se desempeñó.  Y no solo en Guatemala, como lo recuerda nuestro colaborador, sino en otras latitudes como Malawi y su natal España.

Mientras trabaja en “Galeras de Bethania”, el incipiente barrio improvisado después del terremoto, afirma su voluntad de entregarse por entero a los excluidos y decide vivir entre ellos, no ya como un carmelita romántico enamorado de la poesía de San Juan de la Cruz, sino como el que abraza el principio evangélico que exige amar a los más necesitados.  Su testimonio lo deja expresado en las siguientes líneas:

Hubo una prehistoria, hubo una crucifixión, hubo una incertidumbre, hubo muchas dificultades más. Pero, sobre todo existieron unas ganazas enormes de servir, de estar con ‘ellos’, de padecer ‘la noche’ en todo sentido’”.

En otro tema, el Suplemento ofrece a usted la segunda parte del artículo del académico universitario, Elpidio Guillén, “La semiología de la exclusión en un Webcómic sobre la crisis del coronavirus en Guatemala”.  El intelectual continúa con su esfuerzo por desentrañar el universo semiológico contenido en un Webcómic que devela la estructura de pensamiento típica de algunos grupos sociales.

Estamos seguros de que la edición llenará sus expectativas al compartir con nosotros los mismos ideales y aspiraciones en la búsqueda de la verdad.  Escríbanos para saber su opinión de los temas o comentar las ideas generadoras de nuestros contenidos.  Llegar a su hogar y ser parte de la comunidad del conocimiento de La Hora es gratificante y, de verdad, nos llena de mucha alegría.

Hasta la próxima.

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