Mario Alfredo Ubico Calderón
Universidad de San Carlos de Guatemala

En el año 1861 los religiosos de Santo Domingo se quejaban que los frailes recoletos celebraban al mismo tiempo su Santo Entierro, situación que explica fray Luis Álvarez del siguiente modo: “pero en la actualidad se ve amenazada (la procesión dominica) de deterioro por no decir de disolución esta obra piadosa en razón de que los muy reverendos padres del Colegio de Cristo intentan celebrar anualmente en el mismo día y hora, tocando hasta el tránsito de la misma estación otra procesión igual que si bien instituida con las mejores intenciones, distrae la atención del pueblo, y entorpece la marcha majestuosa del Santo Sepulcro que celebra la Hermandad de tanta aceptación… prosigue el padre Álvarez diciendo: “Los reverendos padres de la Recolección es verdad que han celebrado siempre su procesión el viernes Santo en la circunferencia de su iglesia y hasta el año pasado se extendieron a celebrarla por primera vez por el centro de la Ciudad como rivalizando con la de nuestro convento que goza del privilegio de que la corporación municipal sea su patrona y que nunca se la haya presentado obstáculo que amenace su disolución.”

El padre Álvarez pedía que los religiosos de la Recolección circunscribieran su procesión al antiguo recorrido.

La Superioridad Eclesiástica pidió información a los religiosos recoletos de este asunto y para el 17 de enero de 1861 el padre Guardián Fray Domingo Hermosilla hizo ver que se avenían a lo que se dispusiese en esa instancia. En tal virtud se proveyó el 19 de febrero de 1861 que la procesión del Santo Entierro recoleto no debía excederse en su recorrido más allá de la esquina del templo de Santa Catalina.

Sin embargo el asunto no quedó allí dado que los mayordomos de la procesión recoleta hicieron ver el 14 de marzo de dicho año al Arzobispo lo siguiente:

“…hemos hecho los preparativos para dicha procesión de modo que corresponda a los actos solemnísimos y sagrados que ella simboliza y a la piedad de los fieles de aquel lejano vecindario saldrá la procesión concluido el sermón a las cuatro en punto de la tarde y venimos a solicitar a vuestra Señoría Ilustrísima que la estación sea del Colegio de Cristo tomando por la esquina de la plazuela de Guadalupe, a la Escuela de Cristo enseguida a Santa Catarina (sic), después a San Sebastián y de allí a la iglesia de su procedencia. No deseamos que pase por la plaza mayor como por equivocación sucedió el año pasado y la carrera que hemos indicado no solo es diversa de la (que) sigue la procesión de Santo Domingo sino que la del Colegio sale mucho más temprano y concluye pronto por lo que una solemnidad no puede embarazar a la otra y si ambas efectuarse con la separación correspondiente…”

Y pedían se les autorizara este recorrido, sin embargo le Arzobispo les hizo ver que seguía firme lo dispuesto el día 19 de febrero de ese año.

Transcurridos dos años, es hasta el 24 de febrero de 1863 cuando nuevamente los hermanos de Santo Domingo ponen su queja al Arzobispo dando cuenta que la procesión recoleta había excedido el límite que estaba fijado desde febrero de 1861. Ellos decían lo siguiente:

“…se ha extendido la procesión hasta tocar a la esquina del Santuario de Guadalupe y llegando a la de la plaza mayor se ha dirigido por la calle recta del pueblo de Jocotenango y a pesar de que en el año próximo pasado la hermandad se dirigió al referido padre guardián por medio de una comisión con el fin de que no recorriese la procesión el Colegio de Cristo mas área de la prevenida en el acuerdo citado de febrero de (1)861 no se atendió a esta reclamación y continuo el abuso indicado…”

A lo anterior replicó el padre Guardián fray Felipe de J. Moraga lo siguiente: “La procesión de este Colegio siempre ha salido por la calle que se dirige a Guadalupe tomando dirección a Santa Catarina (sic), en los dos años anteriores con anuencia de V. Ilustrísima se aumentaron dos cuadras para tomar esa misma dirección por la Escuela de Cristo, pero no ha llegado a la plaza mayor como se afirma gratuitamente. En cuanto al convenio a que se refieren los suplicantes no se halla en el comprendido nuestro Colegio por ser independiente como todos saben. Y con respecto a (la) colectación de limosnas ningún perjuicio puede seguirse puesto que los fieles dan a quien quieren…”

Sobre este asunto la Superioridad eclesiástica se reafirmó en lo proveído el 19 de febrero de 1861; es decir que la procesión recoleta no debía excederse de la esquina de Santa Catalina, disposición que en la práctica al parecer acataron, aunque no se conoce con certeza por cuanto tiempo.

Este tipo de situaciones recuerdan las habidas en 1677 entre las cofradías de Jesús Nazareno de Candelaria y La Merced, en 1681 entre la cofradía del Nazareno mercedario y las cofradías de Jesús de San Jerónimo, Encarnación de Catedral, San Nicolás del templo agustino, San Benito de San Francisco, Rosario (al parecer de Morenos) de Santo Domingo y Animas de San Sebastián, quiénes también sacaban imágenes de Jesús doliente y en 1808 nuevamente entre La Merced y Candelaria. Destaca el celo devocional de los cofrades, mismo que debía ser reorientado por las autoridades religiosas para que todos pudieran sin menoscabo expresar su devoción en sus respectivas entidades.

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